23 sept 2013

No puedo librarme de esa angustia que me atenaza el pecho

    EL EROTISMO EN LA EDAD MADURA

 

Con amarillos membrillos,

con racimos de uva negra que concluyen, rebosante de margaritas silvestres se asoma la orilla al lago,

 

y, vosotros, vencedores de dragones,

ebrios de besos, zambullís la cabeza en la dulce agua sagrada.

 

Sin embargo, no puedo librarme

de esa angustia que me atenaza el pecho y me despierta al amanecer.

 

¿Dónde hallaré flores después del otoño,

y la luz de los girasoles, y las sombras llenas de estrellas dispuestas a ser alcanzadas con la mano?

 

Las muros del monasterio,

cubiertos de buganvillas, figuran sin habla y fríos, rechinan al viento las veletas.

                                            Johann R. Bach

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