7 feb 2015
la tierra había sido harto removida por la sed del oxígeno hacia el cielo.
6 feb 2015
deja que las sombras guarden todas las promesas que no pude cumplir
SÍLABAS PARA TI
Si un día te despiertas, amor,
y no estoy a tu lado, prepara un café como si aún estuviera dormido.
Llévate la taza a mi estudio;
encontrarás sobre mi silla un silencio aún vivo acompañando a mis libros,
enciende sólo la lamparita roja
que da luz al teclado. Podrás sentir aún el calor acumulado que día a día acaricié componiendo sílabas para ti,
sílabas que querían aclarar
el por qué de un amor truncado o algo que se pareciera a una respuesta.
Luego deja que las sombras
guarden todas las promesas que no pude cumplir sobre mi escritorio;
la luz de tu rostro
me ha de marcar el camino de mi retorno. Cuando te vayas a tus quehaceres cierra la puerta sin hacer ruido porque
quizá aún esté escribiendo.
Johann R. Bach
Podríamos, aún, pensar en otras riquezas más beneficiosas para el alma.
5 feb 2015
“aún no he encontrado a alguien con una propuesta aceptable,
PIDO PASIÓN Y ENTUSIASMO
Cada vez que yo le decía a Clara
que no iba a casarme nunca, ella contestaba que esa afirmación era espantosa.
Haz de tu vida lo que quieras,
pero nunca digas que tienes vocación de solterona. Es mucho más diplomático y elegante decir:
"aún no he encontrado a alguien
con una propuesta aceptable, una oferta de un amor limpio que me haga sentir algo diferente de la monotonía cotidiana,
un proyecto de largo recorrido
que mitigue la soledad y se alegre de mis alegrías y no se compadezca de mí en los momentos difíciles como si yo fuera una extraña".
"Pido pasión y entusiasmo;
Y, -parafraseando a Virgilio- muchos deberían preguntarse: ¿tan difícil es vivir?"
Johann R. Bach
4 feb 2015
El viejo poeta chino echa una mirada al muro y alucina:
3 feb 2015
El sentido del tiempo es un síntoma de anemia del alma
LA BELLEZA DEL VIEJO POETA CHINO
Es corto el trayecto del poeta chino;
sale a media mañana de su pequeña casa, pisa con suavidad los pétalos caídos de las flores del cerezo.
En su zurrón lleva un mendrugo de pan,
un trozo de queso del que le regaló su nieta hace tres días, un diente de ajo y un pequeño odre de vino tinto.
Es corto el paseo que va a dar el poeta.
No irá mucho más allá
del puente de madera que cruza el estanque. Al pasar le saludan los peces de colores porque ya saben que a la vuelta les tirará las migajas que se han quedado en el fondo del zurrón.
Los privilegiados gorriones
serán los primeros en recoger los minúsculos trozos de pan seco. El viejo poeta no irá mucho más allá del puente de madera.
El pan duro para los pájaros
–musita entre dientes-, el vino para mí.
Al otro lado del puente
hay una roca que alguien puso allí para que el sabio poeta se sentara a mirar la belleza de las glicinas, a oír el trino de las golondrinas y a
confiar en el tiempo,
que es la esencia de la belleza.
Al viejo poeta, casi un anciano
no le hizo falta en su juventud estudiar matemáticas para medir su escala en el tiempo.
Después de tres largos tragos de vino,
mira en el estanque la quietud de las aguas en la que flotan los nenúfares y alucina ante las imágenes que se reflejan.
Saca de su pecho un cuaderno y escribe:
"Vivimos
entre las eternas degeneraciones de las apoteosis. El ocaso se deshace en una tenue nieve gris y en el profundo océano de la medianoche, inmensurable como el olvido y
se contrae en el verde charco del amanecer.
Las flores se reducen a polvo
con su propio resplandor.
En las orillas de los viejos ríos
resisten las patéticas cepas de las viñas y los fantasmas de los que ya nos han abandonado se esfuerzan por regresar a la vida…"
El viejo poeta repite la dosis de vino
y sigue escribiendo en el reverso de la página:
"Los bosques están llenos de olor a lo pasajero…"
Titubea el poeta,
mira fijamente la quietud de las aguas del estanque y observa detenidamente una araña de agua que de no moverse será pronto engullida por algún pez de color rojo.
Sigue alucinando
tras una tercera ronda de tres largos tragos de vino:
"La belleza, pues,
es ese instante de descenso en que la apoteosis inclina sus alas hacia el abismo, instante en que el pez mezclará en su jugo gástrico a esa alegre criatura que no hacía más que tomar el sol junto a los nenúfares.
Los límites de la curva
se pierden parabólicamente en algún lugar del infinito. Nuestros ojos sentimentales ven sólo el tramo intermedio de esta degeneración -que los científicos modernos llaman entropía-,
sin conocer ni los extremos superiores
ni los inferiores, que algunos han creído encontrar, ángeles primigenios y demonios de exterminio".
Alza, el anciano poeta, la vista al cielo;
acaba con los restos de vino y se pregunta:
"¿Acaso he dicho yo
que la mortalidad es belleza?"
Ha sido una debilidad –escribe-
El sentido del tiempo es un síntoma de anemia del alma, por el que fluye el angélico icor1.
Debemos huir del polvo
situado en las farmacias sobre los frascos de porcelana que contienen los venenos medicinales.
Johann R. Bach
1. En la antigua cirugía, líquido seroso que rezuman ciertas úlceras malignas, sin hallarse en él los elementos del pus y principalmente sus glóbulos. En la mitología griega este fluido era la sangre de los dioses.
2 feb 2015
Ante mí la verdad desnuda crujía sobre sus patas intelectuales,
RESPUESTA A TU ÚLTIMA CARTA
Siempre has insistido
en lo contradictorio de mis palabras. ¿Recuerdas? Acostumbrabas a decirme: "Quien te entienda que te compre".
Joana, tu carta, demostrando, supongo,
que en algún lugar de este planeta existes ¿quién sabe? En algún lugar del tiempo,
que quizás, esta mañana llegue,
recordándome con alguna de tus notas de amonestación católica que la fe es la prueba no las obra.
¡Obras!
Cualquier persona de modesta condición puede hacerlas si lo intenta ¿pero qué escuela puede enseñar a uno a creer en lo aparentemente ridículo?
Un ciego diría
que no se puede creer en lo palpablemente inexistente y sin embargo el amanecer se muestra visible con sus hilos de luz. Lo mismo que nosotros, devotos del orgasmo como culminación esotérica, en esta loca aventura del amor
quien quiera salvarse debe amar
sin el accesorio de los sentidos o de la razón,
no debe dudar aunque la deidad sea trasladad lejos, remota, invisible; quien no se ama más por obras voluptuosas, sino por
la fe que vive en ausencia
y en la ignorancia del cuerpo.
No soy uno de esos pretenciosos
que afirman tener fe, e incluso en el amor permanezco agnóstico. ¿Estás aquí? Evidentemente es el hecho, constatado por tu divina visión,
tal vez por el cálido toque de la boca;
y porque te amo, por tanto, lo sé con mayor certeza, con mucho dolor.
Ya sé que me dirás,
en caso de que esta carta llegue a tus manos: "Palabras, palabras y palabras".
¿Qué le voy a hacer a mis sílabas si yo soy así?
Contradictorio, disperso, siempre con nuevos pensamientos profundos engendrados por una cancioncilla cualquiera,
Abierto a nuevos mundos
Vislumbrados por la ventana de una palabra que ha cesado, de algún modo, de ser opaca.
Siempre con las musas
zumbándome en la cabeza: Una autografía, en fin, cristalizada bajo una antigua estilográfica, así:
"Cuando te escribí esa carta
era lo bastante joven para no conocer la juventud, yo era un fauno cuyos amores eran bizantinos -como el acné de mi frente- entre rígidos árboles.
Ante mí la verdad desnuda
crujía sobre sus patas intelectuales, divina por ser inhumana, y nunca fue atrapada yendo yo a toda velocidad;
pues ella el pensamiento
sobrepasar podía.
Ahora soy lo bastante viejo
para saber que soy joven, más bellezas de silicona persigo, pero inspiro vida al remover el titanio de sus huesos
con el aliento de mi deseo.
Y la verdad absoluta ahora se manifiesta cuando en cierto rostro y pecho durmiente la luz de la luna sueña y acordes de plata se ensartan, y una mano de marfil toca la dolorida lira".
Sí, sí. Ya sé… Sólo es una modesta autobiografía
Johann R. Bach
Es preciso un nuevo recuento de equinoccios y glóbulos rojos
UN CORAZÓN DE BARRO
En esta noche de La Candelaria
he tenido la pesadilla de la sospecha de que durante tantos y tantos años he huido de mí mismo y
lo que se muestra en mi cama
es sólo un vertebrado,
un enemigo del amor,
una estrella destrozada por la gravedad… Un corazón de barro.
Ya despierto,
me dispongo a navegar en la alegría ardiente de los números porque sé que dudar no siempre tiene sentido y que
el cielo va a caer sobre nosotros:
el cielo implacable, el frío cielo azul, el cielo de los hechos.
Es preciso un nuevo recuento
de equinoccios y glóbulos rojos pues somos a penas sangre, huesos propuestos al oxígeno.
Redefinamos las emociones
–dicen los cardiólogos románticos- pues salen de nuestros corazones incompleto, pero
no son la arcilla de los sueños
ni la luz cenital de los sucesos: no son nada que dé origen, principio, fundamento.
Son pequeños cuerpos sin vida propia,
océanos de ceniza que se quedan ya siempre con nosotros cuando el minuto atroz ha transcurrido.
"No tienes inteligencia emocional"
me dijo en cierta ocasión un amor despechado. "Tienes razón" –me dije, en silencio, a mí mismo-
la reservo para entender procesos,
dinámicas y números.
Para mí la inteligencia
es secarse las lágrimas a la luz de un teorema, algo diferente del amor.
Johann R. Bach
Es preciso un nuevo recuento de equinoccios y glóbulos rojos
UN CORAZÓN DE BARRO
En esta noche de La Candelaria
he tenido la pesadilla de la sospecha de que durante tantos y tantos años he huido de mí mismo y
lo que se muestra en mi cama
es sólo un vertebrado,
un enemigo del amor,
una estrella destrozada por la gravedad… Un corazón de barro.
Ya despierto,
me dispongo a navegar en la alegría ardiente de los números porque sé que dudar no siempre tiene sentido y que
el cielo va a caer sobre nosotros:
el cielo implacable, el frío cielo azul, el cielo de los hechos.
Es preciso un nuevo recuento
de equinoccios y glóbulos rojos pues somos a penas sangre, huesos propuestos al oxígeno.
Redefinamos las emociones
–dicen los cardiólogos románticos- pues salen de nuestros corazones incompleto, pero
no son la arcilla de los sueños
ni la luz cenital de los sucesos: no son nada que dé origen, principio, fundamento.
Son pequeños cuerpos sin vida propia,
océanos de ceniza que se quedan ya siempre con nosotros cuando el minuto atroz ha transcurrido.
"No tienes inteligencia emocional"
me dijo en cierta ocasión un amor despechado. "Tienes razón" –me dije, en silencio, a mí mismo-
la reservo para entender procesos,
dinámicas y números.
Para mí la inteligencia
es secarse las lágrimas a la luz de un teorema, algo diferente del amor.
Johann R. Bach
1 feb 2015
Es cierto que esperábamos más luz, más vida junto al olivo,
LA MEDIOCRIDAD DE LOS METALES
Cae la tarde de La Candelaria
en brazos aún del invierno, y casi ya no importa.
Pero yo sé dónde han escondido los libros
en ese inmenso baúl llamado Google y no habrá paz hasta su lectura y la recuperación de la desnudez como símbolo del arte.
Otro relato fuera de la ética es posible –no lo niego-,
pero el mundo está lleno de valles de alacranes, mares infestados de tiburones y
dunas de seca arena
que se mueven lentamente agrandando los desiertos que son rincones de un mundo ignorado por nosotros y por
los que no pueden ver belleza
–a pesar de todo- en el mar, en el llano o en los desiertos.
Es cierto que esperábamos más luz,
más vida junto al olivo, pero incluso de la mediocridad de los metales podemos extraer dioses infinitesimales
útiles para nuestro corazón
ebrio y maltratado y por la melancolía de los poderosos.
Johann R. Bach