GRITO SOBRE EL LAGO
Ahora todo parece poco
pero atrás de ti hay un grito -a veces resurge mientras duermes.
Es el grito de la geometría blanca
de la angustia y desesperación, que produce astillas de cristal en tus ojos, hielo que es agua en el alma y agua que es luz.
¡Arriba las estrellas!
Más arriba aún,
pues su luz es eternidad, que inunda tus dedos de tinta. Ya no eres nada, es cierto, pero eres más aún, ascua lineal sobre la piel del mundo dibujada al carboncillo.
Después de haberte acariciado
sólo el viento es cuerpo, donde flotas. Al fin, esos sueños te han mordido como sus dientes y el hielo de tu vientre se ha descongelado expulsando el agua donde la noche en triángulo comienza.
A quién mirarán
tus pequeños pezones en esta noche si todo quedó atrás sin posibilidad de fumar las distancias que hagan que sus gemidos sean un perfecto cono en el cielo.
Creo que hay que alargar las sombras
y estirar las figuras en tu espejo cóncavo y coser con arcos, ballestas, pájaros y agujas los puntos cardinales; bailar con la infantería de las cigarras y
la artillería de las luciérnagas con las pieles al aire solamente vestidas con sollozos de cerezas y aromas que se palpan con los dedos para descubrir que no hay tiempo atrás, ni tiempo después, cómo el electrón vive su probabilidad y sólo siente sed.
Hay que ser hálito en el hálito,
álgebra de la gloria en el fracaso, línea recta como trayectoria ideal de una herida con hacha.
¡Hagamos pirámides
y adoremos a las estrellas!
Atrás de ti sólo hay un grito.
Después de ti vendrá otro grito; él es ese dibujo al carboncillo, sólo un grito sobre el lago.
Johann R. Bach
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