23 may 2015

Envuelta aún en la nube de los besos de la noche anterior


CON TODOS LOS POROS ABIERTOS

La lluvia tibia y la brisa suave
de este mes de junio han liberado hoy el olivo del asfixiante y prematuro calor.

Se extasió Jacinta
contemplando el cerezo cargadito de puntos rojos alegría del jardín, y, sus mejillas trascienden ya tímidamente el final de la primavera de su corazón.

Sus pensamientos,
como turbados por el vino joven, sus sentimientos transidos de poesía,

¿quién sino un alma de diecisiete años,
limpia, ávida de entrar en el mundo, podría compartir, diluyendo sus lágrimas en una piel con todos los poros abiertos?

Envuelta aún en la nube
de los besos de la noche anterior, lánguidamente hundida entre colinas de cojines de fino lino, no desea moverse ni pensar en sus quehaceres cotidianos.

Inmersa en soledad -esa enfermedad terminal-,
guarda en su corazón una melancolía densa, en su punto agridulce, con todos los sueños placenteros del mundo.

                                                                    Johann R. Bach  

el paisaje amable de Las Isla Galápagos, el amor en las selvas húmedas tropicales y la reflexión ante las cumbres nevadas.


ECUADOR. PAIS DE LUZ

Ecuador país donde compiten los árboles
de maderas finas -el laurel rosa, el cedro y la caoba- con otras aromáticas plantas características -la caña brava, el árbol del pan, el achiote, el palo balsa, el guarumo, la zarzaparrilla y las vainillas fina y ordinaria (Vainilla planifolia).


Puede que en Ecuador no todo sea poesía.
Pero la reflexión sobre ella es como las raicillas del enebro y las margaritas que crecen en los campos sin importarles si nos gusta o no su presencia.

Algún poeta dijo,
intentando simplificar ese universo abigarrado de cosas objeto de la poesía, que los tres temas sobre los cuales pivota la poesía de Ecuador son:

el paisaje amable de Las Isla Galápagos,
el amor en las selvas húmedas tropicales y
la reflexión ante las cumbres nevadas.

Hay que pensar, según ese esquema,
dónde poner las sensaciones sobre la anatomía y fisiología en el interior de cada uno de sus habitantes.

Respecto a lo que ocurre bajo el enrojecimiento
en los cielos ecuatorianos hay dudas de si es adecuado interpretarlo como meras descripciones paisajísticas exentas de humillaciones y odios.

Y donde los sagrados bosques
ponen los dedos -como otra heroicidad- también se puede considerar como una geografía con puntos geodésicos, valles, ríos y con preciosas diaclasas dispuestas para el placer de la contemplación.

A veces –en Cuenca o Guayaquil-
una sola letra o un número como el de la puerta de la casa de la infancia podría tener un significado geográfico de reconocimiento de las coordenadas donde poderse refugiar de las torrenciales lluvias.

Un cuadro en un rincón
de una habitación puede jugar el papel del amigo que sabe escuchar sin reprender por las reprobables acciones y acompañar, con su silencio en la penumbra, tus sueños.

Sus colores pueden alegrar
a tu espíritu en momentos de tristeza y doblar con ello las primaveras del corazón y animar a perseverar en los buenos augurios para un país inundado por la luz.

La pared misma
donde podría estar ubicado ese cuadro, con su ingenuidad colgada con un rústico clavo, puede vibrar y reproducir sonidos que lleguen a ser interpretados como la música que surge de sus sienes y alcanzar las de una humanidad global.

Un antiguo cuadro
también puede en un museo de Quito o de Cuenca ser una luz original que, con una gama de cuatro mil frecuencias diferentes, se abre paso a través de su marco,

inundando de colores todo un país
y con su simbología recordar que el mundo de la infancia, también en esas latitudes estuvo siempre presente, tanto en la vida cotidiana, como en el sentir popular.

La filosofía es –según dijeron algunos sabios-,
una concepción del mundo y desde luego en Ecuador hay una serie de artificios que han alejado a muchos de sus habitantes de la vida tropical, pero la materia prima, la base de los sentimientos siempre es la vida concebida entre sus paisajes, sus pájaros y sus tortugas.

Cuando se escribe algo sobre el Ecuador,
hay que dejarlo reposar algunas horas o días, incluso semanas o meses, luego releerlo para saber si aquello que se ha escrito hace pensar; y, si esa segunda o tercera lectura te sorprende es que lo poético del país es una realidad.

Entonces se pueden mirar sus realidades
a través del teodolito de su cultura, someterlo a un ajuste fino colimando sus ángulos; y, finalmente, archivarlas en una de las carpetas rojas dispuesta a hacerla viajar por todos los mares;

Siempre disponible
como coadyuvante de los sueños de aquellos a los que aman ese maravilloso país.

¡Oh Ecuador de noches iguales al día!

Sé que me llamas
a los claros de tus sagrados bosques junto a rocas de oro y pájaros de colores, pero aún no he encontrado el hilo de Ariadna que me conduzca a la salida de este laberinto.

Sé que me llamas
para conducirme junto al dios Sol desde el ámbito en que la claridad es un diamante, pero aún no puedo oírte desde la sangre.

¡Oh Ecuador de días iguales a la noche!

No ignoro
que me llamas a la verdad sobre tu espacio ciego de crisol, pero me cuesta oírte desde el carbón.

Camino y no veo mi propia sombra
ni cómo mi sangre forma un rio; la luz de las estrellas se me muestra confusa entre tantos negros nubarrones, los mismos que me obligaron a abandonar el país.

Aquí, lejos de tu paraíso,
se viven muchas noches en las que sin luna sólo veo piedras, no la idea en que la eternidad podría abrirse ante mí y limitar mi pena y que todo lo que te imita es pura conminación de la intención.

¡Oh Ecuador país de noches con luz!

Sí, sí. Oigo tu llamada
a despedirme del Monasterio, a abandonar el sendero de su rosada bruma en el que he vivido con luz inexistente y que tantas veces soñé con ello.

Sí, sí. Oigo tu llamada
a abandonar la confusión que me aproxima al tormento rojo, entre lamentos roncos y reflejos, pasión de soledad desolada.

Sí. Bendigo tu paciente llamada
desde las puertas abiertas ardiendo que me abres al otro lado de los muros de los mares.

No tardaré en regresar.
Entretanto ¡oh noche! Dale recuerdos a Lorena

                                                                  Johann R. Bach

22 may 2015

Con barro en los zapatos ha mirado a las flores y se ha preguntado por su joven amor:


BARRO EN LOS ZAPATOS DE TÍA CINTA (fragmento)

Hoy ha regado tía Cinta las margaritas.
Con las primeras sombras sobre el jardín ha visto como se enderezaban al recibir el agua que les da vida.

Por el contrario,
las caléndulas se cierran al ocultarse el sol. El San Juan de noche se abre y y su tallo se eriza

y su desazón
es un gusano viscoso con vocación de serpiente. De desasosiego ella también se hace serpiente.

Hace un falso movimiento con las caderas
y se araña con los pinchos del oloroso rosal.

Siempre pensó
–inducida por el mundo superficial de la publicidad- que era diferente: se engañaba.

¿No era bastante el cinc
que corría por sus venas y aquel vapor de amoniaco para acercar un corazón duro –el suyo- a aquel corazón que se tenía momentáneamente por tierno?

Di ahora
-piensa mirando las flores de la terraza- que eres una mujer más entre las que se encuentran prisioneras de un destino desalmado y

reza para que el Ángel
que ha llegado, inocente, comprenda estos difíciles meandros de la sangre y limpie con su propia lengua las heridas de tu cuerpo.

Reza, para que puedas
con una sonrisa intrascendente llevarle hasta esta terraza ardiente donde las cosas y sus diecisiete años son simplemente como son.

En tía Cinta no cuaja el olvido.
Aún humea el fuego de la noche anterior y la excitante titilación que no cesa la convierte en fuente.

¿Por qué le vuelve ahora,
exacta a la memoria, aquella mañana de hace diez años?¿El olor preciso de la calle, el barro de los zapatos, los tablones, los obreros, la lluvia, la humedad?

Entre gritos la encontraron con vida
entre los escombros de la casa arrastrada por la corriente de barro. Sí, con vida, pero su marido no tuvo la misma suerte: ya no volvió a caminar…

¿Busca la tía Cinta un subterfugio,
haciendo un paquete grande? y para no pudrirse dentro de él recuerda una cosa difícil de olvidar:

cómo se vivió aquel terremoto en su calle,
la lluvia y el barro; cómo se truncó su vida amorosa.

Hoy ha regado la tía Cinta las margaritas.
Con las primeras sombras sobre la terraza ha visto como se enderezaban al recibir el agua que les da vida.

Con barro en los zapatos
ha mirado a las flores y se ha preguntado por su joven amor:

Vida mía, ¿de dónde surges?
¿Qué afán poderoso puede despertarte en el más imperceptible poso duro de mi cuerpo?

                                                               Johann R. Bach

21 may 2015

Sus diecisiete años son una playa abierta que ella mira de lejos,


EL EROTISMO DE TÍA CINTA (fragmento)

Sus diecisiete años
son una playa abierta que ella mira de lejos, casi con miedo de enturbiar con la compasión las aguas de su vida incierta.

Campa él a su gusto sobre la arena
y se zambulle en el mar de su desprecio de todo lo que no es.

Y escribe por todas partes,
cerca del agua, su nombre que la ola borra.

Él corre, se zambulle y nada
mientras ella contempla esos dichosos diecisiete años limpios de vello que han de durar sólo un verano y que

le hacen a sus ojos,
un héroe de fábula.

Y aunque un relámpago
ha de hundir su templo, la Tía Cinta siempre esperanzada, le dirá:

"¡Vive!
Y nunca contra tu destino diré palabra".

"Di que lo has entendido todo,
y que el balbuceo de gestos temerosos, incentivo de mi sonrisa de coqueteo fraterno,

es un sabio artificio
con el que te quieres proteger".

"Después cuando, rambla abajo,
pases por debajo de los plátanos, al recordar nuestras noches sobre la terraza, sólo vistas por las estrellas,

quizá te sientas confundido
y te hagas una madeja de sentimientos extraños".

"Puedes verte como ¡tan joven!,
un reclamo para los peligros".

"No niegues que te trastorna,
sin embargo, una fuerza oscura que se te lleva y te devuelve a mi cuerpo".

"A los deseos de la carne
les son raras las playas de arena fina y limpia".

                                                                Johann R. Bach

cuerpos tan juntos y tan distantes…




LA CARNE PLETÓRICA DE  TÍA CINTA

La tibia noche de junio
les abatía los miembros.

Tía Jacinta y él,
subidos encima del entarimado de la azotea de aquella casa junto al mar, miraban las estrellas, como quien mira el mapa del futuro.

Cada uno su futuro,
el de tía Jacinta ceñido al esplendor de su cuerpo, conocido desde hacía siete años sólo por las cámaras de la empresa de publicidad que

la perseguían día y noche
al igual que los moscardones de la prensa del corazón.

El de él -flor de diecisiete años vírgenes-
futuro mental, futuro de subterfugios: un enredo de sentimientos despreciados por el miedo a la carne.

Y aquella carne pletórica, la de ella,
y la carne de él, más lánguida, pero no por eso menos ardiente,

¡cómo resplandecían en la noche oscura
por los cuarenta años de diferencia tan tensos, por la llamarada del sol amontonado sobre el busto de tía Jacinta y por

los abiertos ojos del principiante!

La piel tirante de la noche,
la brisa sobre las tablas aún calientes sobre la terraza, el río de sangre tan similar que corría por aquellos

cuerpos tan juntos y tan distantes…

Fue la noche de amor más larga
que recordara tía cinta. Arriba en el cielo, quizá sonrieron las estrellas. Sin embargo,

abajo en el piso ladraba ya,
incansable, esperándolos un personaje sombrío postrado en una silla de ruedas y la jauría del futuro.

                                                              Johann R. Bach

20 may 2015

Siento el hormigueo placentero por todo el cuerpo que de durar demasiado me volvería loca




EL CORTO PLACER DEL SUEÑO

Respiro hondo
y montada sobre mi particular caballo alado soy la Amazona de Platino y a la blanca crin de mi Pegaso me aferro.

Respiro el aire limpio de la mañana
y el olor de terciopelo y las martas, el sudor de mi hermoso corcel, el heno pisado, los vapores que suben de la tierra.

Hierbas y flores menudas,
tamiz gemado que puedo ver desde arriba, cuando en círculos magnificente

observo mis dominios,
la pradera, los arbolillos, el riachuelo que apenas si puede alcanzar el mar, la liebre escurridiza.

El corazón me late con fuerza.
Y ahora, en estos momentos, me siento Dueña y Señora del mundo y de la gente.

Todos dentro de mi círculo,
pendientes de mí –el placer supremo de una mujer que ha sido menospreciada-,

esperando cómo me pierdo y regreso,
cómo mi vuelo se va ciñendo sobre todas las cosas como si las pudiera tomar una a una.

Mis ojos son como saetas,
mis manos son ahora más fuertes y un vértigo dulcísimo me abruma. Cielo y tierra son uno, árboles y nubes, la hierba y la piel arisca de mi caballo.

Cierro los ojos para no ver nada
que me pueda embriagar y una fuerza se me lleva hacia abajo, hacia el pozo de la nada, y bajo como un relámpago.

¿Cuál es la voluntad que rige mi destino?

¿Cuál es la fuerza oscura
que me lleva de un gradiente a otro como si fuera la Flor de los Vientos -la Pulsatilla anémona– nacida en la arena de una cálida playa?

¿Qué hilos
mueven las alas de mi montura? ¿qué fuego puede calentar tanto la sangre de mi cuerpo?

Siento el hormigueo placentero
por todo el cuerpo que de durar demasiado me volvería loca y aún así no quiero despertar,

dar por acabado el vuelo;
volver a colocarme el delantal y preparar tres rebanadas de pan con miel para que los chicos coman algo antes de ir a la escuela.

¡Aquello que hace olvidarnos
de nuestra soledad, dura siempre tan poco!

                                                            Johann R. Bach


Igual que marionetas, los humanos pasan, como en un sueño, por la vida.


MARIONETAS BAJO LA LLUVIA

Llueve
y el cultivo de plantas se ve favorecido.

Amo los puros arroyuelos
que serpentean entre la hierba un poco descuidada del jardín que sabe recoger la luz de este mayo.

La lluvia me obliga a permanecer
junto al gran ventanal… y a escribir.

El cultivo de las letras
no necesita del trato mundanal.

Ardua es la ciencia de la psicología,
y, para lograr comprenderla, camino solo sobre el tablado de este teatro del mundo.

Se tallan en madera
los rostros de las marionetas: los rostros malhumorados se extraen de la madera de un estrycnos,

los rostros alegres del castaño.

Se manejan con hilos.
Con su arrugada piel, sus cabellos blancos y sus hundidas sienes parecen verdaderos ancianos.

Más acabada la comedia,
se derrumban inmóviles.

Igual que marionetas,
los humanos pasan, como en un sueño, por la vida.

Entretanto la lluvia me obliga a permanecer
junto al gran ventanal… y a escribir.

                                                                  Johann R. Bach

19 may 2015

porque pensar en lo que fue, no es más que una añoranza inútil

COMER, DORMIR, NO PENSAR

 

¿Qué decir

sobre los que creen que no hay que pensar en las cosas que fueron y pasaron

 

porque pensar

en lo que fue, no es más que una añoranza inútil?

 

No pienses tampoco –dicen-

en lo que ha de suceder;

 

pensar en el futuro es impaciencia vana.

 

Para ellos, es mejor

que de día te sientes como un saco en la silla;

 

que de noche te tiendas

como una piedra sobre la hierba del jardín.

 

Sólo –sentencian-

cuando alguien te ponga la comida cerca abre la boca; cierra los ojos cuando llegue el sueño.

 

Son ideas que se van extendiendo,

paulatinamente, entre la gente joven y entre los enfermos.

 

La depresión, por ahora, gana la batalla.

 

                                                              Johann R. Bach


18 may 2015

Todas tus palabras surgen de unos bellos labios y no necesitan escribirse en verso


SI EL POBRE COME POLLO…

No te quejes Mercedes
de no poder escribir poesía.

¿Cuándo un enfermo está a punto de morir
le puedes presentar en la bandeja un suculento pollo? ¡No! Ya no se encuentra en aquella fase en la que se puede afirmar que

si el pobre come pollo
es porque está enfermo, o, está enfermo el pollo.

Más complicado es preguntarse
¿si el mundo está en una fase terminal de la enfermedad ególatra le puedes ofrecer la alegría impostada del circo?

La poesía hecha
con la intención con la que la haces, no tiene ningún inconveniente, más bien es conveniente.

Mientras practiques esa poesía – quizá un poco ingenua- las otras te tomarán como una principiante de buena voluntad, pero saludarán dándote la bienvenida al club.

A fin de cuentas
nadie nace escribiendo poemas.

A un cachorro lupus canis
no se le da un hueso a roer porque le están saliendo los dientes sino para le salgan.

Todas tus palabras surgen
de unos bellos labios y no necesitan escribirse en verso para ser calificadas poéticamente.

Que nadie
te quite esa voluntad de escribir como lo haces –poesía en prosa- porque todos te lo agradecerán aunque muchos lo hagan por cortesía.

Después de años de escribir
podrás contestar a la bíblica pregunta: ¿Sabia mujer cómo has empleado tu sabiduría durante tu vida?

De la misma manera
que al rico se le preguntó qué había hecho de las riquezas; y, con su misma riqueza lo enterraron.

                                                                                    Johann R. Bach

la unión de un hombre y una mujer en vuelo sin alas sobre la hierba

BAJO EL POLVO DE LA VÍA LÁCTEA

 

He bajado temprano al jardín

y he visto como avanzaba la claridad desde el horizonte y mis pies han notado la humedad de la hierba.

 

Ahí viajan con calma,

bajo el polvo de la Vía Láctea, las primeras luciérnagas. Plantan sus tiendas entre las hojas de las estrellas

 

junto a la lavanda

que florece tan infinitamente azul que parece como si todas las criaturas fuesen pequeñas.

 

Me he sentado a esperar… no sé qué

mientras sueño con una muñeca muy despierta cuyos ojos de cristal son asombrosamente hermosos,

 

imagino que tiene buen carácter,

que su corazón es demasiado grande para este planeta y que es capaz de encender un amor

 

en la hoguera de la Estrella Polar.

Hablo con ella y me da la sensación de que se parece a mí sobre lo que ambos entendemos por dicha irrenunciable.

 

Es como si con nuestra conversación

las estrellas de repente al menor roce se volviesen blandas.

 

Estamos de acuerdo

en que, por desgracia, los defoliantes existen: por ejemplo la dioxina que deshoja árboles y arbustos y aniquila hombres y animales y a los diminutos insectos que colaboran con su biodiversidad.

 

Fumigando cosechas, bosques,

se consigue la caída de la hoja y la muerte en mitad de la más exuberante primavera.

 

He visto la pálida estrella matutina.

Brilla como un cerebro que casi está quemado y usado, demasiado difuso para recordar

 

la unión de un hombre y una mujer

en vuelo sin alas sobre la hierba de este mismo perfumado jardín al calor del cálido lecho casi estival.

 

Cuando los mástiles en el puerto

han comenzado a inquietarse, el viento se ha llevado por delante el apacible aire del amanecer y

 

no he tenido más remedio

que refugiarme con mi muñeca y mis sueños otra vez tras los cristales.

 

                                                             Johann R. Bach


17 may 2015

Precisamente cuando nadie puede saber si las cosas tal como están van a continuar.


¿ES POSIBLE UN NUEVO AMOR?

Como el hierro
en el interior  de las estrellas se vuelve blanco,

aquí en la tierra
puede el cerebro blanquear las neuronas eliminando la tonalidad gris del duraluminio;

como si alguien
hubiese empaquetado el tiempo y lo hubiese lanzado como una simple carta postal a través de

una puerta de un jardín frente al mar

donde una mesa,
un par de sillas y la hamaca no usada de un insomne se desintegran de antemano;

Como si una niebla
más allá del universo observable viajase como querubines permaneces allí en tu rincón observando

cómo los barcos acarician el horizonte,
hasta que sin que ocurran cosas determinadas te levantas y te vas.

Precisamente
cuando nadie puede saber si las cosas tal como están van a continuar.

¿Es posible un nuevo amor?

                                                                     Johann R. Bach