7 jul 2012
LAS PUERTAS DEL MONASTERIO. Poema de introducción a la novela del mismo título de Elisa R. Bach www.homeo-psycho.de
LAS PUERTAS DEL MONASTERIO
Todo estaba ocurriendo sin ruido,
tus suspiros subían hasta el techo del mundo,
sin cansancio que suprimiera tu inquietud.
Tan pronto como sentiste como las puertas
del monasterio se cerraban a tu espalda
apareció el gozo de estar libre y sola
en la noche donde uno puede esconderse.
París ya flotaba en tu mente
como un mar brillante y sus bulevares
como arterias por las que circula
la voluntad de algunas mujeres tenaces.
Sentías que deberías dar pasos largos
para atravesar ese desierto de conceptos,
para imitar otra música, pues la Superiora
solía decirte que se puede ir más rápido
cuando se está rodeada de indiferencia:
Entonces una debe encontrar su camino
en medio de extraños rostros en los que la
mirada se ahoga.
Una nube mojaba con sus gotitas tu cara
y tus manos flotaban en el aire;
las lucecitas ya lejanas del Monasterio
te tranquilizaban: conocías bien que en su interior
todas dormían como si todo fuera
un sueño pesado que se abre hueco en la tierra.
Poco a poco notabas que el aire se volvía más ligero
y el ruido del motor de un automóvil a lo lejos
te sonaba como el fluir de un arroyo.
En él venían tu hermana y su compañero
a rescatarte, inútilmente de la noche.
El campanario invisible ya, empezó a dar la hora.
La puerta del Monasterio se cerraba para siempre.
Tal vez el mundo resucitará. Las doctas cigüeñas
especialistas en repartir paz entre los campanarios
podrían volver a vigilar las tardes.
Detrás de la lluvia podría haber otro cielo
donde unas voces más dulces subieran
un recuerdo en vez de una oración.
BRASAS AL AMANECER. Original de Elisa R. Bach www.homeo-psycho.de
BRASAS AL AMANECER
Ves con cierto sentimiento tranquilizador
que pasan los años y que
también la ropa blanca envejece.
También tú viviste a toda prisa
los primeros cincuenta años y, sin embargo,
no puedes compartir que el amor es uno solo
y es sólo una vez. Sientes
cada vez con más fuerza
que el amor es realmente inmortal.
Nace, es cierto, pero crece y crece
hasta desahogarse; y, entre sus cenizas
siempre vive un pequeño rescoldo.
Y mientras a lo lejos
el rayo de la pasión desembucha
en la ventana de la tormenta, te dejas convencer
y bebes con placer la negrura
de tus pensamientos. Es entonces
cuando te aprietas a una de tus locas columnas.
Después del amanecer
oyes el ojear del libro de las reclamaciones,
como si tu propio placer te pasmara…
te hiciera reír…te escaldara en agua fría…
y esperas con el ritmo alterado
que la brisa de la mañana continúe acariciándote.
Esa brasa cubierta casi completamente
por múltiples capas de ceniza sigue viva;
con poco oxígeno sigue lanzando calor
al universo y escupe pequeñas columnas de humo
que forman como el estribo sostenido para
un arcángel montado en el caballo de su arquitectura.
Con el vuelo de sus alas colgado en el perchero
el temblor permanece en la corteza de sus hombros
para que nadie vea su humanidad.
¡Cómo se asilvestra el asombro y el milagro se comede!
¡Qué eructante parece el mundo entero!,
como una cervecería, mientras se bebe vino.
¡Qué poco te importa ahora qué hacer
o que encarnar!... sin impulso,
sin motivo, sin consecuencias, sin destino
cuando bajo tus hojas había un ser
en su indivisible plenitud… y es que una vez vista,
desgraciadamente, la belleza merma,
a menos que se repita tanto,
removiendo las ascuas, que también
el amor sea pérdida y
el barrendero nocturno se halle de vacaciones
y no apile en pequeños montones
cáscaras de naranja y piedra sanguinaria…
6 jul 2012
UN CANTO AL MEDITERRÁNEO. Elisa R. Bach www.homeo-psycho.de
EL LAGO DE LOS SUEÑOS
Entras en la biosfera después de atravesar
el espacio exterior y por enésima vez ves:
abajo el agua lisa y azul del gran lago
cuyo nombre saben los geógrafos;
donde tú naciste.
Entre bellas montañas, un simple Lago se refleja
sobre un cielo apoyado -como sobre columnas-
en Pirineos, Atlas, Alpes, Apeninos, Mahya Dagi…
Meciéndose lentamente, como un columpio
atado a sólo dos puntos de desagüe:
a la Atlántida por el poniente y a la roja
tierra de descanso de los faraones por el oriente.
Tú lo conociste en la infancia como Mare Nostrum.
Entre las rocas y el agua están ahí,
rincones poblados con buenas gentes que rozan
los sentimientos y en un privilegio
de presencia, despliegan una inmensa hospitalidad.
¡Ah!... Un paisaje como un espejo
donde hay un raro orden y un olvido
que afloja los miembros. Todos los sueños
de paraísos se encuentran en esos pueblos
blancos, costeros, mediterráneos
como el bellísimo rincón de Cadaqués.
Bajo ese azul te preguntas
¿Para qué poseer, si ya se sueña?
Sin respuesta, no recibes más signo
que una repentina y fértil, facultad de amar
las cosas sencillas.
Cuerpo y espíritu se rinden íntegros.
El bienestar del mundo espiritual bajo la luz
del Lago de los Sueños invade por completo la piel,
y el placer tiene el olor de las hojas del romero
-que es un aroma que cura- El acuerdo es profundo.
Al igual que todos tú también querrías
recomenzar la vida, en ese pequeño mar
una vida de los primeros sueños,
añadiendo ahora además
el sueño de retorno acompañando
a tu amor a la casa donde naciste,
y, llevando por toda fortuna, la joven alegría
de un paquete de versos para comenzar otra vez
como Ella y Él. Un resplandor de eternidad
desciende continuamente sobre la belleza de ese Lago
que espera a sus ansiados, -junto a gentes sencillas-
los Verdaguerianos Atlantes. Entras por enésima vez
en el mundo donde todo es posible: el Lago de los Sueños.
4 jul 2012
SÓLO LA ALEGRÍA ES INMEDIATA. Poema original de Elisa R. Bach www.homeo-psycho.de
3 jul 2012
LA SUERTE DEL CANGURO. Poema original de Elisa R. Bach www.homeo-psycho.de
LA SUERTE DEL CANGURO
¿Es una suerte o una sabiduría
la que ha hecho que el canguro
carezca de alas?
Finalmente, perpetuando las leyendas
en un tiempo en el que las leyendas han muerto,
él recorre su trayecto con un gran contraste
-con saltitos lógicos-, viviendo
por debajo de la mediocridad
en un estéril sueño de grandeza
al levantarse sobre sus patas traseras.
Por suerte el Verano Austral quema la copa
de los escasos árboles de un continente aislado
y su exaltación se seca bajo el sol
que lo acompaña reconfortándolo.
Y en la vida intensa que lo rodea,
un compañero alegre le canta. Pronto
pierde vista el horizonte y
guarda a sus hijos en su bolsa marsupial.
Nosotros deberíamos ser,
y de hecho lo somos, diferentes.
Por lo menos tú lo intentas;
Tus ojos miran hacia adentro,
mezclan recuerdos,
buscan el significado de las palabras en los libros
y, a menudo, encuentras algunas imágenes perdidas:
si oyes soplar el viento es porque es otro sonido,
si ves salir el sol es porque tu retina recibe otro color.
A veces tienes que cerrar los ojos y taparte los oídos
ya que, en nosotros todo es verdad, pero
no hay que intentar convencer a nadie
16, RONDA DE SANT ANTONI. Poema original de Elisa R. Bach www.homeo-psycho.de
16, RONDA SANT ANTONI
Una de las primeras noches en tu nueva casa
con ocho años cumplidos, e incluso,
como se decía entonces,
caminando sobre tus nueve
tu corazón palpitó desagradablemente.
No sabías lo que era vivir
en la Barcelona de los cincuenta,
en un bloque de pisos de altos techos
donde hasta la respiración retumbaba.
No era muy tarde pero ya las sombras
del invierno se habían apoderado del barrio.
Sólo la luz de los fluorescentes de El Barato
llamaba a los clientes a refugiarse del frío.
En casa tus hermanos y tú esperando
la llegada de los padres con algo
comestible entre las manos.
Alguien acababa de moverse en el ascensor;
se oyó un ruido como el zueco de una pescadera
de manos frías raspando
la solera de un montacargas.
Nadie parecía acceder a la escalera.
Pensaste en Francisco Aguilera tu compañero
de pupitre de la Escuela Pía.
Un gritó acabó por inquietarte totalmente;
no querías avisar a tus hermanos:
temías que te acusaran de miedosa,
pero en aquella ocasión tu hermano
acercó el ojo a la mirilla de la puerta y miró,
y algo extraño debió ver que le asustó.
La oscuridad era de noche casi cerrada,
pero el péndulo del reloj de pared
movía su lenteja sin dar las horas;
anulado el carillón la moribunda tarde era
aún más silenciosa. Si alguien
en aquellos momentos hubiera lanzado
otro grito se habría considerado como normal
dentro de la anormal calma:
tras el horror o angustia
todo desaparecería, todo podría
sucumbir en la inquietud, pero nada
debía ocurrir todavía y la escalera
numerada con el dieciséis no era
más que un lugar de descanso
donde los rostros que la luz
de los relámpagos iluminaba,
de vez en cuando, se volvían verdes;
el alcohol les había robado la expresión.
Nos refugiamos en el comedor
sin inclinar la cabeza. Se hubiera dicho
que éramos tres retratos contra la pared:
el primero saludaba a los otros;
a pesar de lo parecido de nuestros pijamas
y nuestros miedos
se nos reconocía por las diferentes estaturas.
No había espejo sobre el buffet
ninguno de los tres quería quedarse solo.
Un fuerte trueno arrancó el grito de las gargantas
y los cristales salpicados de noche temblaron
como la piel de un caballo. Sin embargo los años
pasaron rápido en tu cabeza a oscuras como la de
cualquier niño.
2 jul 2012
COMENTARIOS AL POEMA "TRAS EL CRISTAL" de Elisa R. Bach www.homeo-psycho.de
Estoy emocionada, con la lágrima a punto. El poema me ha recordado mañanas y tardes de una etapa de mi infancia en las que, tras los cristales, observaba grupos de niños, cartera de cuero en mano, dirigiéndose a la escuela. Les veía muy alegres, ansiaba unirme a ellos para participar en sus juegos, ojear sus libros y dibujos, sus estuches con lápices de colores, deseaba formar parte de su mundo mágico que imaginaba era el mío. Me decían los mayores que no podía, todavía era muy pequeña, y seguía tras la ventana, esperando... Muy bien Elisa, me ha encantado, la imagen de la niña es también, por sí misma, un poema. Para que sea completo, sólo falta la lectura correspondiente.
LA PROFE DE MATES
Gracias.
Me gustan estos poemas donde aún está la mirada inmaculada.
Tal vez el reto sea recuperarla, aunque el camino sea en solitario, merece la pena intentarlo.
Al fin y al cabo es lo mismo para quien se vuelve gregario con el inconveniente de que es el mismo traicionado.
A este poema le quedaría bien la foto de los 3 hermanitos.
Me ha gustado también la expresión "caminando sobre tus 9". No recuerdo en que cultura consideran tu edad desde cuando eres engendrado.
MAR TENERIFE
1 jul 2012
TRAS EL CRISTAL. Poema original de Elisa R. Bach www.homeo-psycho.de
TRAS EL CRISTAL
Tras el cristal, un mundo aún te parecía posible.
Y no es que el sol alentase con su halago
el alma de los hombres y las cosas;
por el contrario, el frío, viejo cómplice
te atirantaba –aunque no lo supieras- el rostro,
y tu mano se quedaba suspendida tras el gesto
de alzar el ancho cuello del jersey,
tus ojos en chispa comunicaban el deseo
de crecer, de ser mayor para poder
vivir aquel mundo de olas, viento y lluvia,
frío, escuela y otros niños saltando a la comba.
Eres demasiado pequeña para salir a la calle,
te repetían una y otra vez tus padres
El mundo lo tenías que ver a través de la ventana
sobre todo en invierno. Desde allí sufrías
cuando otros niños le pegaban a tu hermano;
entonces llorabas desconsoladamente,
la impotencia y la rabia te impedían explicar por qué.
Algo parecido sentiste parada al volante,
como si en el espacio de un semáforo
esa mirada al frente sostuviese
en un hilo vibrante el albedrío.
Mientras eso ocurría, te imaginabas a los coches
como panales de miel que se deslizan
hasta la falda de la montaña
cuyas hojas cubren más de la mitad
entre las rocas sobre las que se rompían
los rayos de sol al igual que en la carretera
de curvas de acceso a Cadaqués.
Desde el otro lado del cristal
viste la multitud que se abalanzaba
sobre el mercado para coger frutos
todavía inmaduros y como unos niños
se detenían sorprendidos ante el color
como nidos que están llenos de chillidos.
Pero lo más impactante era un hombre cantando.
Su barba era como una nube
en la que brillaban todavía algunas gotas de agua.
Iba descalzo y la solapa levantada de la chaqueta
indicaba el frío humano. Extendía una gorra
y con los ojos húmedos agradecía
aquellas miradas que le animaban a seguir cantando.
Elisa R. Bach