3 mar 2012

LA LECHE DESNATADA

Capítulo 4 de "TUS MEDICINAS"

LA LECHE DESNATADA (Capítulo 4 de "TUS MEDICINAS")

Capítulo 4.                     LA LECHE DESNATADA

                                             (Lac defloratum)

Blanco atardecer

 

Ese atardecer, ese fragmento de playa,

donde tantas veces de niña

remojaste tus pies,

brillaba extraño, claro,

como entregado ya a la primavera,

 

aunque fuera apenas mediado el febrero

 

con los almendros blancos

preparándose para marcear.

La flor del cielo formaba sólo

umbelas azules y blancas nubes

como por equivocación;

 

dorados también los rostros

 

de los que se sentaban

a nuestro lado, frente a la puerta

azul del blanco del refugio,

la luz aún lejos del cénit caía

y dibujaba en ellos

y en nosotros una sonriente dicha.

 

De este modo, también a ti

–que pronto y siempre sentiste lo gris,

más con cada año- surgió un sentimiento

que algo poco a poco azuló,

y que, durante una hora,

 

olvidó toda tristeza o dolor.                                            Elisa R. Bach

 

Martina trabaja en una pastelería despachando pan. Es un trabajo duro y necesita estar ágil para ir de un lado a otro sirviendo además cafés porque el antiguo establecimiento destinado a panadería se ha ido modernizando hasta el punto que se despachan desayunos y bocadillos a la hora de la comida.

Martina es de caderas muy anchas y gruesas piernas, mientras que el resto del cuerpo (de cintura para arriba) es más bien delgada. Esa estructura muy común en muchas mujeres muestra una insuficiencia de la corteza suprarrenal y por lo tanto una tendencia al cansancio y a la fatiga aunque no se realice ninguna tarea.

Tomando todas las mañana un vaso de agua en la que se ha diluido una gota de leche desnatada Martina realiza todas sus obligaciones durante la larga jornada sin problemas de fatiga.

Está ya muy extendida la idea de que la leche en general es nociva para la salud. Basándose en la intolerancia que muchas personas sufren ante la ingesta de lactosa todas las empresas productoras de leche se lanzaron a ampliar la oferta de sus productos lácteos preparados con leche semidesnatada y altamente desnatada. Eso ha aumentado el consumo de esos productos porque son mejor tolerados, pero contrariamente a lo que se cree no son tan buenos para la salud como nos quieren hacer creer.

En efecto, LA LECHE DESNATADA ENGORDA y PRODUCE DIABETES

Una gota de leche desnatada diluida en cada vaso de agua que tomemos nos ayuda a adelgazar y a tratar la diabetes que se manifiesta con gran sed.

El dolor de cabeza que se acompaña con náusea y estreñimiento también se puede aliviar del mismo modo que la depresión con llanto y palpitaciones.

Las indicaciones del gran poder medicamentoso que tiene una gota de leche diluida en un vaso de agua están bien claras, pero es conveniente recalcar que en general la leche es uno de los productos que se deberían prohibir a las personas hidrogenoides (sensibles a la humedad y que retienen líquidos) y a las frioleras.

La ingesta de leche desnatada produce fatiga tanto si se hacen esfuerzos como si no se realiza ninguna actividad.

Otras indicaciones importantes de una gota de leche desnatada diluida en un vaso de agua son

·        Pérdida de memoria

·        Ataques de desmayo

·        Vértigo que se agrava acostado

·        Dolor severo encima de los ojos

·        Aliento ofensivo

·        Anemia a pesar del exceso de peso

·        Visión borrosa

·        Palidez mortal en la cara (rostro hipocrático)

·        Globo histérico que sube del esternón a la garganta

·        Asma de tos corta con dificultad de expectorar

·        Somnolencia diurna 

 

1 mar 2012

DE EXCURSIÓN

Capítulo 17   Como después de un coma

 

·         Adelgazamiento rápido de los frioleros

ARSENICUM ALBUM 200 CH

·         Después de un coma o para prevenirlo

OPIUM THEBAICUM 200 CH

 

Sales de las salas del hospital,

sientes que abandonas una cárcel de cristal;

todo te parece lleno de luz.

Sabes que tus alas son cortas,

lentamente te dispones a volver a casa.

 

Has estado extraviada demasiado tiempo.

 

Como un canto fuiste tú, 

y tu aliento como una rima,

aún resuena en tus oídos como en una gripe.

De nuevo vuelves a estar sencilla y muda,

mientras tu voz descansa.

 

Tu semblante se hundió

 

rogando y mendigando horas.

Fuiste como un vendaval para los otros,

cuando con espasmos los llamabas.

Estuviste lejos, más allá de la estratosfera,

donde están los ángeles,

 

girando alrededor de una estrella,

 

donde la luz se disuelve en la nada;

oscurecida, en lo profundo de un coma.

Pediste a los ángeles el último soplo

en la orla de su copa;

suplicaste poder salir del ramaje

 

que para esas criaturas aladas es un sueño.

 

Te decían bajo dieciséis coros

que te darían más luz que tu mar;

huiste de ese destino como Lucifer

a ser su vecino en Cadaqués

junto al sol, el viento y los olivos

 

como otra clara Diosa del tiempo

 

que despierta con dolor en los oídos,

amainado ya el viento,

con el silencio invadiendo la playa

después de la terrible tormenta,

vas riendo y gritando; crees en la dicha

 

de tu tiempo y en su poder te apoyas.                          Elisa R. Bach

 

Nuestros paseos por París casi siempre acababan comprando bolsos, zapatos, cuadros, libros y revistas de decoración y moda, ropa de toda clase –de invierno o verano- vestidos prêt a porter, lámparas de mesa, muebles auxiliares, cerámica. Íbamos una vez al cine cada quince días y una vez al teatro por lo menos cada tres semanas. Yvette estaba empeñada en enseñarme todos los restaurantes que ella conocía y salíamos regularmente a comer tres días a la semana a locales sitos en Montparnasse o en la gran arteria formada por Les Grands Boulevards.

 

Ante toda esa orgía de consumo yo pensaba en mi infancia donde el consumo era casi nulo. Recuerdo que seguía a mis primos en sus correrías detrás de algún hombre que acababa de llegar al pueblo sujetando a alguna vaca nerviosa del ronzal. Nos sentábamos en la acera de enfrente y nos distraíamos viendo aquella escena, asombrándonos  de como el animal gemía con fuerza, babeaba y soltaba espuma por la boca. Aquello era tan extraordinario que nos olvidábamos del hambre que retorcía nuestros pequeños estómagos.

 

No nos perdíamos detalle de todo lo que se podía mover en la calle, mirábamos con respeto y algo de miedo a aquellos hombres que, atravesando el pueblo, llevaban sobre un mulo botijos y cazuelas de barro. Eran escenas hasta cierto punto hermosas porque rompían la monotonía de unos días que nuestros mayores hacían esfuerzos por olvidarlos. Cuando volvíamos a casa, ya avanzada la tarde, sin haber comido nada más que las manzanas que habían robado mis primos en un huerto cuyas brancas se hallaban cercanas a la valla.

 

No es posible olvidar cómo al bajar la cuesta hacia la casa de mis abuelos mi padre bajaba a grandes zancadas desde la calle contigua con un periódico bajo el brazo y no parecía molesto por el hecho de que yo hubiera estado tanto tiempo "lejos" de mis hermanos al cuidado de mis primos y casi parecía estar contento con nuestra "unidad" y nuestra suciedad de rodillas, manos y zapatos.

 

Siempre vi que todos mis primos amaban los animales: gatos, perros, cabras o tortugas eran siempre objeto de caricias. Constituían esos animales un bien preciado y el nacimiento de cachorros era celebrado por todos mis primos porque era una oportunidad de hacerse con algún animal de compañía y ver como crecían aquellas crías constituía uno de los mejores entretenimientos.

 

Era apasionante ver como Pau, un niño algo mayor que yo, tomaba un pedazo de madera nudosa que había encontrado en la cuneta de la carretera y lo mecía despacio en la mano derecha. Desesperado, anticipándose al instante de lanzarlo, su perro bailoteaba delante de él. No apartaba ni un instante los ojos relucientes del palo. Al arrojarlo al agua, aquel hambriento can ladraba alborozado y desapareciendo al zambullirse en el agua debió olvidarse de su estómago. Pau le chillaba como para darle ánimos. Casi sumergido por completo y con el palo en la boca el perro fue nadando hasta la orilla y salió del agua. Se sacudió la pelambre espesa y nos roció de agua. Pau, partió su bocadillo en dos trozos y le dio a su perro la mitad de su almuerzo. El perro, habiendo superado la prueba, esperaría, con toda seguridad, pacientemente, al día siguiente para repetir la tarea.

 

En los tiempos de la facultad la cosa era diferente. Los pantalones "tejanos" se pusieron de moda gracias a la película "Los Cañones de Navaronne" en la que Gregory Peck los exhibía en muchas de sus escenas. Durante el invierno era necesario llevar debajo de aquellos "Blue Jeans" unos buenos leotardos si no querías que se te helasen las piernas. El jersey "Vespa" (el jersey con la cremallera central) lo puso de moda Rock Hudson a través de la película "Cuando llegue Septiembre" en la que en una moto Lambretta alquilada paseaba por Roma con el mencionado jersey y la Gina en la grupa. En Vacaciones en Roma también salía Gregory Pech montando en la grupa de una Vespa conducida por Audrey Hepburn Los Beatles pusieron de moda los abrigos cruzados azul marino propios de los marineros y Humphrey Bogart se encargaba con sus películas de que toda la juventud quisiera fumar.

 

La moda del traje con corbata de los funcionarios y de los trabajadores de banca provenía de las películas italianas de Alberto Sordi y la moda de los descamisados venía de Francia a través de las películas de Jean Paul Belmondo y la elegancia venía de la mano de Catherine Deneuve. En esa época el consumo de vehículos nuevos se reducía a los Dos Cavallos y al seicientos, minoritariamente el Simca 1000, el Dodge Dart y el Seat 1500.

El mercado de las motos se lo repartían entre Moto Vespa y Lambretta.

El resto era prácticamente residual.

 

En cuanto a los libros y discos, el consumo se disparó y también los robos frecuentes en el Corte Inglés, en la Librería Castells y en la Bastinos. Recuerdo que por la Facultad deambulaba un individuo de mote "El Pistolas" que ignorábamos si era estudiante o no porque en esa época la Universidad era libre y a las aulas acudían personas en calidad de oyentes sin pagar matrícula. Aquel individuo robaba por encargo un libro, una máquina de escribir o un disco y te lo vendía a precio de saldo.

 

En esa época existía en el sótano de la Facultad de Ciencias una sala en la que un cartel a la entrada decía "Discoteca". Allí se podía escuchar música casi exclusivamente clásica mediante auriculares. Evidentemente aún no existían las discotecas (versión moderna de los antiguos bailes de salón) que luego se extenderían por toda la geografía como la pólvora ardiendo.

 

En clubs de ajedrez o billar, se consumían los calientes que eran coñacs quemados con dos o tres granos de café para aromatizarlos y Cacaolats. Los futbolines era una distracción reservada a gente más humilde. El consumo de instrumentos musicales era casi en exclusiva del dominio de la guitarra. Minoritariamente la harmónica se tocaba entre excursionistas. El piano era propio de familias muy acomodadas y muy escaso.

 

Cuando recuerdo que el ideal de un estudiante era conducir una Vespa, un libro de Althuser en la guantera, llevar el jersey con cremallera y tejanos; tomar algún caliente o Cacaolat en el bar de la Facultad y un ticket para comer en los comedores universitarios no puedo evitar sonreír y recordar la ternura de una juventud sencilla y optimista, pero de ella surgió la nueva Barcelona como un regreso de granadas.

 

Las chicas nos conformábamos con haber abandonado el uniforme a cuadros y los calcetines grises y mezclarnos con los chicos en los conciertos de Raimón, de Los Sirex  y/o Guillermina Motta y en las mesas del bar de la Facultad a "escuchar" los proyectos de aquellos, aún barbilampiños, que hablaban y hablaban, pero que enmudecían ante un beso dado con fuerza en el asiento posterior de un seiscientos aparcado en el rompeolas del puerto, junto a los Baños de San Sebastián. Nos apuntábamos a las excursiones que organizaban nuestros compañeros porque era la única manera de obtener el permiso de los padres para pasar la noche fuera de casa y dormir junto a los agotados cuerpos masculinos. Recuerdo una de aquellas aventuras con verdadero placer.

 

Fuimos en tren hasta El Figaró. Desde allí, inclinados para afrontar la pendiente del sendero, con las mochilas cargadas en exceso como si fuéramos a escalar el Himalaya, comenzamos la ascensión hacia el pico del Matagalls. Una vez coronada la cumbre comenzábamos a atravesar el Pla de La Calma. Los chicos no paraban de conversar compatibilizando los dos idiomas. En medio de aquella llanura nos sorprendió una tormenta de granizo. Aquellos auténticos huevos de hielo caían sobre nuestras cabezas protegidas por las mochilas. El cielo se oscureció hasta el punto de simular una noche.

 

Por suerte encontramos un refugio hecho con piedras por algún payés de la zona. Dentro había un tronco donde sentarse y paja suficiente como para improvisar una cama. Recogimos en potes unos cuantos pedazos de aquel hielo que nos sirvió de agua para hacer una sopa. Nos tumbamos, apretujándonos, pelados de frío, pero el abrazo a un compañero me producía un placer que me hacía olvidar el frío. No pegué ojo en toda la noche porque no quería perderme el aliento de mi compañero a tan sólo unos centímetros de mi boca. Sin atreverme a mover un dedo para no despertarlo apreté una y otra vez mis piernas para que la titilación que me llegaba hasta los pezones culminase en ese gozo tan especial que  alegraba de vez en cuando mi ánimo.

 

Al día siguiente, después de atravesar el Pla de la Calma, llegamos a Sant Marçal del Montseny, devoramos casi todos los bocadillos y latas de conserva que llevábamos en las mochilas y pasamos otra noche en un cobertizo, tan apretujados como la noche anterior. Xavier ya era un compañero casi fijo que me iba explicando palmo a palmo todo el trayecto que habíamos hecho y lo que nos faltaba aún de la excursión. Aquella segunda noche ya mi cara rozaba los labios de mi compañero. Tampoco pegué ojo en toda la noche y al amanecer, con las primeras luces pude ver el rostro de Xavier mientras dormía. No me pude contener. Lo desperté con un beso suave y tímido y me sentí morir de placer cuando él me respondió.

 

Después de consumir el último bocadillo de tortilla, reanudamos nuestro camino subiendo primero a Les Agudes (el pico más alto del Montseny), al Turó de l'Home después. Allí nos refugiamos de la lluvia en el observatorio donde aquel encargado de recoger datos para los servicios de meteorología, nos vendió unos cacaolats calientes que nos reanimó. Aquel hombre vivía continuamente sólo en el observatorio y curiosamente –nos contó- que tenía diez hijos. Por la tarde, descendimos por una tartera hasta el Poble del Montseny. Allí tomamos un autobús hasta Sant Celoni donde tomamos el tren de regreso. En aquellos tres días perdí cuatro kilos en el bello Parque Natural del Montseny. Los tejanos me caían de holgados que me quedaban.

 

Al principio de vivir en París me chiflaba viajar y los recuerdos del Viaje a Armenia, a la península del Cap de Creus o las correrías que hacíamos Yvette y yo por toda la Bretaña y por la Normandía forman parte ya de mi ADN, pero con el tiempo me fui dando cuenta que el viajero de hoy, ya no va a ver, sino a cumplir lo que desde el principio había sido su deseo más íntimo y oculto: Va a ser visto. Conseguirlo es lo que le distingue. El explorador antiguo raras veces tenía la oportunidad de presentarse ante el público en el momento de alcanzar su destino. Se veía obligado, por lo tanto, a construir un relato, a transformar su experiencia primero en literatura, después en fotografía o en cine.

 

En nuestra civilización panóptica (es decir, de la imagen) –me parece-, sin embargo, todo puede ser visto de inmediato, incluso el futuro, y así, el expedicionario se ha convertido en poco más que un apéndice de la cámara que transporta. Yvette opina que el punto de inflexión entre el ver y el ser visto se manifestó con la (supuesta) llegada del hombre a la Luna: llegada a un lugar donde no hay absolutamente nada que ver, con el único propósito de ser visto por todos. En realidad no es el hombre quien llega a la Luna: es la televisión.

 

Desde entonces, todo paisaje se transforma automáticamente en decorado del sistema panóptico (lo que se corrobora en el mito popular que afirma que la llegada a la Luna no es sino un montaje, una película de ficción), y el único propósito de estar en un lugar en particular es que desde allí se es más visible. Eso explicaría –siguiendo los razonamientos de Yvette- que el turismo (como consumo) tiene un gran porvenir.

 

Después de la etapa consumista que vivimos Yvette y yo gracias a la fortuna que le correspondió por su divorcio creo que el desarrollo científico ha alejado nuestras ideas sobre la descripción de la realidad, pero la ciencia no puede ni siquiera sugerirnos cómo vivir. Por lo menos a mí. Y en cuanto a Yvette, siempre decía que necesitamos un "entorno a nuestra medida". Al principio no la entendía muy bien, pero poco a poco es una idea que ha ido calándome "sans hatte mais sans arrête" (sin prisa, pero sin pausa).

 

Esa falta de premura en realizar proyectos es uno de los descubrimientos que más me ha ayudado emocionalmente durante todos estos años. No tener prisa es una sensación desconcertante en un mundo que se precipita en todos sus dominios, desbocadamente, sin rumbo. Además de desconcertante es agradable.

 

MIEDO ALEMÁN AL CONTAGIO GRIEGO


Asunto: ZORBA, EN LA CALLE ! ! ! Con audio

 

  Hay que verlo..........  es otra cosa¡¡¡¡

 

http://www.youtube.com/watch_popup?v=UhDgpXWkFHE&feature=player_embedded>
 

27 feb 2012

EL VINAGRE CURA ALGUNOS CASOS DE DIABETIS

Capítulo 2.               EL VINAGRE

                              (Aceticum acidum)

 

Cuando Manuel lee no comprende

la belleza de las palabras

porque la satisfacción que se siente

con la lectura no está en las palabras mismas,

sino en el trayecto

 

que él debe salvar para llegar a ellas.

 

Mi Atlante no me reprocha lo que no soy,

ni puedo ser de ningún modo.

En la primera lectura no entiende nada;

el poema es para él un jeroglífico porque

 

está acostumbrado a escribirlo todo en piedra.

 

El lenguaje que él domina  es el del gesto.

Sin palabras, por la mañana, se mira la cara

y hace movimientos de desaprobación

al verse en el espejo, serio, grave.

Hace una cierta sonrisa

 

y el gesto da vida a su rostro.

 

Los ácidos le debilitan y se irrita

fácilmente con mi presencia,

huye de ellos porque no quiere

que nadie avinagre su ternura.

Sin su delicadeza

 

el albañil de mi vida no sobreviviría.                          Elisa R. Bach

 

Ana era una muchacha delgada y más bien bajita. Tras un gran disgusto, rompió con su novio y desde entonces no se volvió a encontrar bien nunca más, pero su salud aún no estaba tan deteriorada como para no trabajar. Poco a poco se iba debilitando y llegó un momento en que sus piernas se adelgazaron de tal forma que prácticamente sólo piel colgante era el componente que rodeaba sus muslos. Su alimentación se componía casi exclusivamente de fruta. Era capaz de comer en un solo día 4 kilos de fruta. Con cuarenta años de edad tenía el cuerpo encorvado como el de una anciana. Su recuperación se produjo tomando una gota de vinagre diluida en cada vaso de agua que tomaba. Poco a poco fue ganando peso y la diabetes diagnosticada por la medicina oficial desapareció.

 

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Con el vinagre se puede controlar el nivel de azúcar en sangre y es un buen antiinflamatorio.

 

Debidamente utilizado, el vinagre sirve como antiinflamatorio, relajante muscular, suavizante, regulador del nivel de glucosa en sangre, desinfectante, limpiador universal de gran poder desengrasante, antiácido, conservante natural, agente químico antibacteriano, colutorio.

 

Remedios y recetas

 

·        Alivia el dolor de las picaduras de abeja o medusas debido a que los ácidos contrarrestan a los venenos. Alivia también las picaduras de mosquitos u otros bichos por la misma razón.

·        Es uno de los mejores remedios para las quemaduras del sol, poniendo un paño untado en vinagre sobre la parte quemada… tantas veces como sea necesario.

·        Pon una tacita de vinagre y agua caliente en un vaso largo, y utilízalo para enjuagarte el pelo después del champú. El vinagre dará mucho más brillo, restablece el manto ácido en el cabello y elimina las películas de jabón y aceite que se quedan.

·        Un remedio para el hipo: tómate una gota de vinagre diluida en medio vaso de agua a pequeños sorbos.

·        Cuando tengas la piel seca y con picores, añade 2 cucharadas soperas de vinagre al agua de la bañera.

·        También es un gran remedio para la caspa. Enjuágate con vinagre y dos tazas de agua caliente después de usar el champú.

 

Calma el dolor de garganta. Hacer gárgaras de vinagre, agua y sal. No tragar el líquido. Cura el catarro. Mezcla un cuarto de taza de vinagre de sidra con un cuarto de miel. Haz gárgaras con una cucharada de "eso" de seis a ocho veces al día. Para tratar los catarros de pecho añade ¼ de copa de vinagre mezclado al vaporizador.

 

Una receta para sentirse mejor cada día: una gota de vinagre de sidra bien diluida en un vaso de agua con algo de miel. Tómate "eso" todos los días, y verás cómo aumenta tu vigor.

 

Muchas verrugas se pueden eliminar aplicando una loción al 50% con vinagre de sidra y glicerina. Aplicarla diariamente hasta que desaparezcan.

Alivia la artritis: antes de cada comida, bebe medio vaso de agua en la que se ha diluido y agitado bien una gota de vinagre. Es un procedimiento lento, pero eficaz.

 

Algunos granos rebeldes también desaparecen al aplicar sobre ellos cada noche una gota de una dilución de vinagre en glicerina al 10%

 

Cura el dolor de estómago tomando medio vaso de agua, en la que se ha diluido una gota de vinagre, a pequeños sorbos.

 

Previene las infecciones genitales en la mujer. En cada baño de asiento poner una cucharada de vinagre disuelta en el agua caliente del bidet. Eso ajustará el balance de pH en la vagina.

 

Limpia las dentaduras postizas. Dejándolas toda la noche en remojo en vinagre, luego cepillar bien. Una gota de vinagre diluida en medio vaso de agua es un buen colutorio dental.

 

Alivia la tos. Mezclar dos gotas de vinagre de manzana diluidas en media taza de agua, y una cucharadita de pimienta de cayena y un poquito de miel. Mantener en la boca una cucharada de "eso" todo lo que sea posible cuando empiece la tos. No tragar el preparado, basta con la cantidad adherida a la mucosa bucal. Es un sistema difícil por no decir imposible para niños pequeños. Para ellos es preferible 4 gránulos de ACETICUM ACIDUM 7 CH.