28 feb 2015

el armonioso diluvio de las lágrimas recogidas suavemente por el Narcea.

CON VICTORIA ENTRE LOS CHOPOS DEL NARCEA

 

Al igual que un ocioso con la varita mágica,

la tierna Victoria me ha tocado la frente durante el sueño, a mi lado la he sentido viva,

 

Me ha invitado a ir

un poco más allá del puente. Entre los chopos del Narcea, caminado junto a élla, olía su piel como una rosa y, como Dafne, exhalaba su canto.

 

Haberla saludado

y paseando con ella me ha parecido que no hubiera sido capaz, ni un solo instante, de separar mi brazo de su cintura:

 

en un guante claro su mano helada

con fervorosa envidia (yo) apretaba.

 

Sonreía socarrona.

Yo le daba las gracias, y, confuso, no encontraba palabras: nadie tiene esos sonoros meandros, nunca ha habido hablar tan ondeando como el suyo.

 

Es mi tormento –lo sé-,

y también mi riqueza cuando –tartamudeando yo-, los dones me ofrece:

rumor de versos y campana de fraternidad,

 

el armonioso diluvio de las lágrimas

recogidas suavemente por el Narcea.

 

Al despertar

la almohada estaba completamente mojada de tanto haber llorado. En la próxima visita de Victoria me esforzaré en mostrarme más alegre.

 

                                                                 Johann R. Bach 

27 feb 2015

El aire en aquella consulta era más transparente que la combinación de una mujer agraciada durmiendo.

EL HORROR A LAS MATEMÁTICAS DE MARGARITA

 

Doctor –dijo con voz lastimosa-

"líbreme de este insoportable dolor de riñones". ¿Qué poco poético un dolor de riñones?

 

El cálculo renal, insoportable.

 

El horror a las matemáticas de Margarita

llevó al galeno a la conclusión de que lo que necesitaba como prescripción era una cena –incluida una vela- a la orilla del mar.

 

Sin embargo,

el doctor le dio una medicina extraída de la cantárida. Inmediatamente después de absorber el milagroso preparado

 

Margarita, asombrada,

sintió despejarse su cabeza.

 

El aire transparente visto de cerca,

en el paisaje se ve azul. A veces llega a la tonalidad añil. Margarita en la consulta le pareció que todo era verde:

 

con la sensación de flotar

sintió la distancia de la mirada en relación a la hierba de un cuadro colgado en la pared.

 

Y es que en julio,

la tendencia de la flora a separarse de Margarita, acentuaba su tono de piel y la cubría de suave sudor.

 

El verano comenzaba a notarse

por su cara quemada por el sol.

 

La suma

–horrible operación matemática para ella- de flores bonitas y feas acercándose y alejándose alternativamente, atormentaba su ojo tal y como lo hacen las extensiones de verde y azul.

 

Comenzó a comprender que,

el color de las cosas, de hecho, es una máscara que se pone el universo, ávido de detalles.

 

Los cuerpos macizos, de alta densidad,

no son el resultado de la división de la energía entre la velocidad de la mirada al cuadrado y la raíz sedienta de poesía,

 

sino de la sensación de fricción

contra los de la misma especie.

 

Margarita se fijaba

en el espacio de la pequeña estancia y le pareció que su volumen crecía por momentos:

 

ese espacio crecía con su disfraz uniforme

tanto de lejos como de cerca.

 

Con qué tozudez,

independientemente de su medida, retenían el color –azul o verde- los frascos topacios de los medicamentos de la consulta:

 

Estaba alucinando:

¡era casi como una religión!

 

Podía ver un hilera de individuos

que se fugaban en dirección a Asia en busca de palmeras para cobijarse en sus sombras.

 

El aire en aquella consulta

era más transparente que la combinación de una mujer agraciada durmiendo.

 

¿Exceso de verde fosforescente y azul pastel?

¿Exceso de formas banales de vida?

 

Del dolor de riñones, no quedó ni rastro.

 

                                                              Johann R. Bach

Al entrar en la tienda se tumbaba junto a mí con la cabeza apoyada en una enorme almohada

3.LOS HOMBRES DE MI VIDA (Casimiro)

 

"Je m'appel Casimir"

solía, con esas palabras, comenzar sus actuaciones de guiñol ante el numeroso público infantil de los poblados de Costa de Marfil. Con ellas y su sonrisa transmitía diversión a los castigados niños de un país que la diosa Fortuna desconocía.

 

Mientras Casimir balanceaba

alegremente sus manos,transmitía entusiasmo y optimismo a todos los miembros de la ONG. También a mí me transmitía paz bajo aquellas tormentas de luz.

 

¡Ah! ¡Qué horas de éxtasis salvaje

a media tarde a la orilla de un rio esmeralda! El alma cantaba –os lo aseguro- levemente la canción de la caña amarilleada con ardiente devoción.

 

El ritmo trepidante

de rudimentarios instrumentos de percusión me excitaban hasta el delirio.

 

Luego al derrumbarse el sol

Casimir miraba largamente los ojos estelares de un sapo demasiado grande para este planeta, palpaba con manos estremecidas el frío de la piedra antigua y debatía con los compañeros la venerable leyenda de la fuente azul.

 

¡Ah! ¡Qué peces de plata

enseñoreándose en el río! ¡Qué frutos cayendo maduros de los árboles! ¡Qué sugerentes ojos los de muchachos ávidos de participar en la danza del mundo!

 

Los acordes de sus pasos

le llenaban de orgullo y de menosprecio por aquellos humanos que ignoraban -en el mejor de los casos- a aquellas pacíficas e ingenuas1 comunidades.

 

Al entrar en la tienda

se tumbaba junto a mí con la cabeza apoyada en una enorme almohada observando la porción de cielo estrellado observable a través de las ventanas mosquiteras y comentaba cómo iba prosperando nuestro proyecto.

 

Antes de rodearle el pecho

con mi brazo ya se había dormido. Todo su amor era para aquellas gentes. No podía entregarme su sexo sin beber vino. Su libido era inexistente a menos que se emborrachase.

 

Después de la campaña de vacunación

de aquel verano volví a Bruselas sin remordimientos de abandonarlo todo para volver a empezar.


                                                          Johann R. Bach

1.       Etimológicamente ingenuo es una persona que es libre y no lo sabe.



26 feb 2015

Baja (ella) a pasear junto a los cafés …

LA SOLEDAD EN LA GRAN CIUDAD

 

El amor aún se le clava en el cerebro

como las ideas fijas propias de un país volcado al mar.

 

Medita mientras refresca

en la pequeña tribuna desde la que puede observar la calle en sus dos direcciones.

 

Larga,

tras los visillos blancos, es la noche.  Odia el susurro cruel del viento y esa lluvia propia de los días oscuros que cuartea

 

la piel de alabastro

de los crisantemos blancos.

 

No es como la de su rostro

en el que se han tintado las mejillas –después de varios largos tragos de vino- como la peonía roja.

 

Tampoco el ceño

se le ha llenado aún de mortal tristeza bajo su frente limpia de arrugas horizontales pues la lluvia ha cesado.

 

Y es que Barcelona no ha cambiado

en muchos de sus rincones. La Plaça del diamant, igual que antaño, os lo aseguro, es cuadrada.

 

Sus refugios antiaéreos

son visitados por miles de turistas que quieren sentir lo mismo que los vecinos del barrio durante los bombardeos: lo oculto bajo tierra.

 

El agua de la lluvia resbala

por el Torrent de l'Olla en dirección a la calle Córsega como siempre. El Carrer Gran de Gracia continua siendo agradable

 

En cuanto a las novedades

hay que decir que desde que el Papa visitó la Sagrada Familia y el Barça subió a las cumbres de las más Altas Dignidades del fútbol,

 

Barcelona se ha convertido en el París mediterráneo.

 

Hay mucha gente amable

que se desvive por ayudar a los visitantes y por acoger a los estudiantes extranjeros y comparten con ellos las terrazas de los innumerables cafés.

 

Barcelona noche,

un restaurant con vistas al mar… ¡Qué chic suena esa frase! ¡una fiesta para las cuerdas vocales!

 

Baja (ella) a pasear junto a los cafés …

se apoya en el muro de la Iglesia en la Plaça de La Virreina y levanta la vista y

 

ve una luna paralizada en el cielo

como su estado general.

 

                                                                    Johann R. Bach

Las estrellas son como un viejo termómetro de mercurio roto:

VIEJO TERMÓMETRO ROTO
                  
No todo en febrero es negativo.
En este mes –en lo que respecta al hemisferio norte que es el que conozco- cuanto más tarde es, menos mercurio hay:

El pescadito frito
tiene menos mercurio y está más rico. Lo mismo le pasa al pulpo a la gallega acompañado de lacón con grelos.

Se mantiene la ecuación
a más tiempo más frío. Con el calor el espacio se expande y el tiempo se agota. Sí sí, no pongáis esa cara: el tiempo es finito como lo es el espacio

Las estrellas
son como un viejo termómetro de mercurio roto: cada centímetro cuadrado de la noche se ilumina como un estallido de diminutas bolitas brillantes.

De día,
cuando el cielo tiene un aspecto calcáreo, ni el mismo Casimir (¿os acordáis de aquel "Je m'apel Casimir resonando en la sabana africana? No discriminaría

el blanco sobre el blanco.

Es por eso que los ángeles son invisibles.
El frío beneficia a sus legiones formadas en innumerables matrices de siete por siete:

Podríamos distinguir a esos seres alados
si miráramos fijamente desde una altura, donde ellos, como por el hielo, fueran arrastrados con trineos

tirados por renos camuflados
bajo trajes y atuendos blancos.

                                                                                Johann R. Bach

25 feb 2015

Las estrellas son como un viejo termómetro de mercurio roto:



VIEJO TERMÓMETRO ROTO
                  
No todo en febrero es negativo.
En este mes –en lo que respecta al hemisferio norte que es el que conozco- cuanto más tarde es, menos mercurio hay:

El pescadito frito
tiene menos mercurio y está más rico. Lo mismo le pasa al pulpo a la gallega acompañado de lacón con grelos.

Se mantiene la ecuación
a más tiempo más frío. Con el calor el espacio se expande y el tiempo se agota. Sí sí, no pongáis esa cara: el tiempo es finito como lo es el espacio

Las estrellas
son como un viejo termómetro de mercurio roto: cada centímetro cuadrado de la noche se ilumina como un estallido de diminutas bolitas brillantes.

De día,
cuando el cielo tiene un aspecto calcáreo, ni el mismo Casimir (¿os acordáis de aquel "Je m'apel Casimir resonando en la sabana africana? No discriminaría

el blanco sobre el blanco.

Es por eso que los ángeles son invisibles.
El frío beneficia a sus legiones formadas en innumerables matrices de siete por siete:

Podríamos distinguir a esos seres alados
si miráramos fijamente desde una altura, donde ellos, como por el hielo, fueran arrastrados con trineos

tirados por renos camuflados
bajo trajes y atuendos blancos.

                                                              Johann R. Bach

todo aquello que ha hecho crecer la soledad.

EL FRÍO NO ES CUALQUIER COSA

 

El tiempo es el frío.

Todo cuerpo –eso lo sabe bien Maribel-, tarde o temprano, se convierte en alimento para el telescopio:

 

Con los años se enfría, se aleja del astro.

El vidrio florece con un bordado complicado: el marco es una jungla cristalina de cola de caballo, ortiga, hinojo, tomillo, romero y

 

todo aquello que ha hecho crecer la soledad.

 

Pero como una escultura

de un jinete de platino que cabalga por el jardín de su panteón el universo, el ojo del invierno tiende a ponerse blanco

 

en vez de llorar.

 

Allí donde los sueños se escapan,

donde no llega la mirada, el tiempo, descendiendo súbitamente bajo cero, te hiela el cerebro, como el dedito del granuja del verso de Pushkin.

 

                                                                                              Johann R. Bach

En este mes frío del hemisferio norte las ramas del sauce se vuelven lilas.

NACER EN FEBRERO

            

En febrero suceden algunas cosas

que por costumbre obviamos:

 

En este mes frío del hemisferio norte

las ramas del sauce se vuelven lilas. La imprescindible zanahoria del perfil del monigote de nieve se encarece.

 

Enmarcada por la poblada ceja,

la mirada sobre el objeto frío, sobre un trozo de metal, es más cruel que el mismo metal.

 

Pero para apartarla del objeto

no hace falta derramar sangre. ¿No es cierto que así era como Dios contemplaba

 

la tarea hecha el octavo día

y los que le siguieron?

 

En febrero, en vez de coger moras,

se tapan las grietas con astillas de madera, se valora mucho más el bien común y

 

las cosas –como tu y yo-

se vuelven un año más viejas.

 

                                                              Johann R. Bach


24 feb 2015

Sin embargo, en días de lluvia o nieve las calles están prácticamente desiertas

FEBRERO EN BARCELONA

En febrero oscurece
al acabar lo que llamamos almuerzo esa forma especial de comer litúrgicamente.

Las rosas y los nomeolvides desaparecen paulatinamente
de las conversaciones a pesar de que nuestras manos están marcadas con puntitos rojos por haber podado el rosal.

Gatos y perros, con poco entusiasmo,
buscan rastros, y ellos mismos también los dejan.

La noche entra en la ciudad
como en el dormitorio de los niños: sorprende la criatura bajo la manta, y el bolígrafo chirría en el escritorio, como si fuera el trineo de algún vecino.

Todo eso pasa
hasta en ciudades magníficas como Barcelona, que no se viste con sus mejores colores,

demonios y dragones exhalando fuego
sobre libros y rosas hasta el mes de abril.

Sin embargo, en días de lluvia o nieve
las calles están prácticamente desiertas y sólo los comerciantes chinos situados en las bocas del metro vendiendo paraguas a diez euros tienen alguna posibilidad de alcanzar la gloria del día.

Es en esos días grises,
cuando ni tu sombra puedes ver o cargártela a la espalda, cuando el dinero se funde con la factura de los taxis y/o de la electricidad.

Hablo –todos lo sabéis-
de una ciudad donde, por más que el humo de los tubos de escape de los automóviles impregne con su carbonilla los rojos ladrillos de los monumentos modernistas

"la leche siempre blanqueará
el escalón húmedo de la entrada"(1)
                                                                                                Johann R. Bach

(1)    Homage to Catalonia (1.938).  George Orwell

23 feb 2015

era un mar de Homero y no nuestro.

RECUERDOS DEL LAGO DE LOS SUEÑOS

 

Te acuerdas

de cuando te escribí "El Lago de los Sueños" mientras bajaba de la estratosfera por la azulada escalera de caracol describiendo el paisaje:

 

"Abajo el agua lisa de azur

de un gran lago cuyo nombre saben los geógrafos y que nosotros nos habíamos acostumbrado a llamarlo Mare Nostrum aunque

 

era un mar de Homero y no nuestro.

 

En medio de montañas,

un simple lago que reflejaba un cielo apoyado en las escarpadas cordilleras".

 

Y es que todo tiene un orden,

un paisaje donde mirarse ¿o para qué si no; ya que se sueña?

 

                                                                Johann R. Bach


un suave aroma impregna sus ropas.

LA LARGA NOCHE DE PENÉLOPE

 

Fina niebla, espesas nubes antracita;

largo día de tristeza.

 

En la diminuta barca  dorada

se extingue el dulce incienso.

 

El frescor de la noche

penetra en las cortinas de su lecho y en la almohada de seda. En el jardín de crisantemos bebe un poco de vino y

 

un suave aroma impregna sus ropas.

 

El alma languidece.

Cuando el viento del este cargado de sal agita las cortinas se siente quebradiza como las mismas flores.

 

No hace más que reconocer sus errores.

 

                                                             Johann R. Bach


CIENTOS DE FELICITACIONES que sólo puedo contestarlas escribiendo más y más para todos. Os dedico el siguiente poema. Gracias a todos

OTRO CUMPLEAÑOS. SUMA Y SIGUE

 

Ya viejo,

descubrí que este niño que traigo conmigo y yo somos la misma persona. De joven no lo supe ver pues el espejo no podía reflejar la verruga signo semiológico que lo indica:

 

La gran verruga

creció oculta bajo el espeso cabello de la nuca lugar que a nadie se le ocurriría mirar y, sin embargo, ahí estaba toda la carga poética,

 

madurando sin ser descubierta.

 

Ahora,

a pesar de mi jerga de café antiguo, mi gorra de bolchevique y mi apesadumbrado paso, cada día me cuesta más conciliarme con es niño,

 

y hallar alojamiento

para nosotros dos.

 

                                                                  Johann R. Bach


22 feb 2015

No creció como el muchacho que sube de los bajos fondos,

ATRAPAR Y DEVORAR LA GRAN CIUDAD

 

Él nunca se sintió forastero

en las ciudades donde vivió.

 

No era el muchacho de los barrios bajos

–descrito en multitud de películas-, el muchacho que siempre anduvo –por ahí- en sus curiosos zapatos de puntera blanca…

 

Nunca pudo ser comparado

con el que viene del confín de la ciudad, de su parte más oscura, de largas sombras, donde las noches son negras y frías –por fuera- y

 

calientes y rojas por dentro.

 

Nunca conoció

lo que es vivir entre el exilio y la astucia, junto a la carne y el perfume de hombres y mujeres que huelen a humo de tabaco y a sudor y a sexo.

 

No creció como el muchacho

que sube de los bajos fondos, el que amenaza e insulta fácilmente en público –aplena luz del día-

 

el que atrapa y devora

sin salvación entre su garganta, la gran ciudad.

 

Sin embargo…

no tenía la sensación de ser mejor.

 

                                                              Johann R. Bach