23 dic 2017

La raíz del dolor

FORMICA RUFA


Sin méritos artísticos ni literarios, soltando espumarajos ácidos por la boca, ensangrentando a cigarras, moscas y caracoles, irracional en todos sus gestos -excepto en la acumulación de semillas para llenar sus graneros-,

Formica Rufa la diosa de las hormigas acecha escondida tras los cajones del armario de la cocina, exhibiendo descaradamente sus poderosas mandíbulas, la heredera del inmenso Reino de la Corteza Terrestre extiende sus ciudades allí donde habitan los demonios.

Para ella la pomposa Theridion Curassavicum no es más que una simple araña que por mucho que finja no la engaña: una araña en una letrina es lo mismo que una Aranea Diaema (la tarántula de la cruz papal) defecando tras un libro en una lujosa biblioteca. Tampoco le sirve de nada a Mygale Lasiodora esconderse en los jardines de una escuela para leer novelas de amor entre alumnos y profesoras.

Ni siquiera los justos conseguirán sobrevivir,
serán devorados al igual que las inofensivas crisálidas aunque no antes de que hayan sido pisoteados por abogados y psiquiatras.

Formica Rufa, en la nueva situación de este planeta,
no espera más que tomar posesión de su herencia.

Son las ocho de la mañana.
Escribo junto a una ventana desde donde veo el puerto en calma.

Tengo la sensación
de estar ahora en situación de atreverme a vivir mi vida menos angustiosamente -gracias a Hervé, gracias a su sabiduría, sus advertencias, ruegos y enseñanzas y su poder personal sobre mí.

Mientras escribía miraba de reojo a Hervé.
Él seguía escribiendo desde las seis de la mañana, sentado a la mesa de madera maciza de roble. Tengo que reconocer que trabaja intensamente sin duda. Revisa su novela. Ahora veo claramente la finalidad el talante y el temple, que puedo ayudarle a modificarla, a cortarla, a cambiar el orden de los capítulos. Juntos -lo siento así- creamos siempre. Se ha vuelto a acostar y vuelve a dormir plácidamente.

Pienso que tras todo mi pensamiento metafísico
se esconde una realista feroz. El realismo es en particular sexual: un rechazo brutal a todo lo que no esté relacionado con el sexo. Esta noche, por ejemplo, siento desesperadamente aquel sabor a tierra de mi infancia, como una venganza de la más Alta Esfera a las que Hervé me ha arrastrado, y no consigo entenderme. Creo que hombres como él empujan al suicidio a las mujeres sexualmente activas. Cuando pienso en la plenitud de mi vida con este escritor excepcional me pregunto qué me disuade de no seguirle a donde sea.

Observo a Hervé en la cama
y me niego a creer que mi incapacidad para enfrentarme con los mayores dolores del amor sea la causa de mi miedo a lo absoluto.

¡Qué sentimiento de vulnerabilidad mórbida!

La superchería y el engaño
son mi defensa frente a una vida traicionera, demasiado trágica y destructiva, demasiado terrorífica para mí.

El efecto que me produce la timidez sexual de Hervé
es más intensa que la de otros amantes porque me retrotrae al primer dolor inefable del abandono de mi padre del cual aún no estoy liberada. Todavía siento las raíces de este dolor desgarrado, cuando acontece algo que puede recordármelo lejanamente.
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