LA ÚLTIMA NOCHE DEL VERANO
La noche es fresca
bajo los plátanos de la riera en Arenys de Mar.
Caminamos en paz, mi sombra y yo.
La luz en las ventanas
a estas horas de la noche nos responde.
Johann R. Bach
LA ÚLTIMA NOCHE DEL VERANO
La noche es fresca
bajo los plátanos de la riera en Arenys de Mar.
Caminamos en paz, mi sombra y yo.
La luz en las ventanas
a estas horas de la noche nos responde.
Johann R. Bach
A LOS MÍOS
Los diablos han vuelto, amigos.
Ahora mismo acaban de penetrar en esta vida de nuestro tercer milenio; más la palabra que revoca,
bajo la palabra que despliega,
ha vuelto a aparecer
-también ella-
para conjuntamente hacernos sufrir.
Con la ley en la mano
todos nuestros sacos de huesos irían a parar a la cárcel: sólo los alemanes se empeñan una y otra vez en convertir cada calle en una galería de celdas de una descomunal prisión.
A los míos
Por mi parte
sólo puedo deciros que, en mi espacio, donde el sol vuela bajo, tan bajo como las gaviotas, la noche los apaga mientras amo.
Como almendra dentro de su huerto
respiro la brisa del mar y siento como apacigua el fuego que brota de mi piel como el hielo al caos.
Alcanzo con la vista
todos los muros del jardín y puedo observar el dulce pasear de las lagartijas entre los rojos ladrillos.
¿Mas qué vale el deseo
sin vuestro enjambre y celo?
Se apaga el ranúnculo bulboso
sin el color del prado.
Deciros lo obvio: que aquí,
en esta pequeña península del Cap de Creus, rodeada de olivos, vides y granados, resiste la tranquilidad, lo sabe el mundo entero.
Verano, mar,
espacios, amantes escondidos, todo un menú donde los gorriones entrenan sus vuelos y repiten unos a otros: "libre, libre, libre, libre, …"
Pronto os requerirá mi mano,
mi mano, pequeño monstruo intenso. Pero a excepción de vosotros ¡lectores! ¿qué belleza… qué otra belleza?
Johann R. Bach
PROPUESTA DE AMOR
Tus ojos me interrogan
cada noche y yo no sé qué podría contestar.
El amor podría ser
esa persecución de sombras, aquella cabeza de mármol mutilada o aquel desierto donde
el temor a perderte
permanece oculto en la suciedad antigua de los días.
Yo, humildemente
te propongo una travesía: amanecer sin querer poseer el mundo y en la humedad de la noche saciar el deseo aplazado,
respirar la música del cielo constelado,
sentir el borbotar de la saliva en el miedo de la boca.
Si estuvieras de acuerdo
te enseñaría el secreto de la alquimia de los minerales para provocarte una mínima culpa en el inmaduro paisaje del corazón.
Sí, sí. Me gustaría
poder maravillarte los insomnios con el paciente crepúsculo de la edad, despertar fuera del cuerpo,
olvidar la mirada
sobre el pelo esmeralda de los ríos, beber el fulgor de los astros en el esplendor del alba,
nombrarte
para volver a empezar juntos por enésima vez la vida.
Johann R. Bach
LA NOSTALGIA DEL GRANADO
Moja la luz mediterránea
las diminutas hojas del granado; las blancas paredes se hunden ante su fuerza;
desnuda las ventanas de las casas,
quema las sombras y se esconde detrás de piedras y metales, abre los ojos impacientes,
las lágrimas fucsia
se abren paso a través de amarillas cortezas incapaces de contener la fuerza expansiva de los arilos.
En ellos los sueños se expanden
como la luz en el cielo rojizo del atardecer…, sangrando.
Es el mundo opaco
donde crece la nostalgia del granado; entre muros que se agrietan como sus frutos
mientras se desnuda el glorioso pasado.
Es el mundo nostálgico
en el que los rastros de unas manos explican, frágiles, fragmentos de soledad.
Imágines que empequeñecen el presente;
voces que retornan del fango de la memoria y alivian los síntomas de hernias umbilicales.
Johann R. Bach