15 ago 2014

inquilino a precario de una parcela vacua del espacio, sin ser espacio tal como no lo somos nosotros aquí,

SUEÑOS DE FIESTA MAYOR

Axiomas para una fiesta.
Siempre de dos en dos:

Axioma 1. El tiempo sin el espacio no existiría.

Axioma 2. Vivimos en el barrio porque soñamos aquí,
no porque seamos diferentes a la pareja de gaviotas que se ha establecido en el tejado de la iglesia de Sant Joan de la Virreina.

El púlsar del centro
de la Nebulosa del Cangrejo denominado PSR0531+121 nos hace guiños desde la esfera que habita en algún lugar del cielo,

a millones de leguas de distancia.

Es un Púlsar de matrícula PSR0531+121 
porque se encuentra en algún lugar detectado en la esfera celeste señalada su posición por el afijo correspondiente,

inquilino a precario

de una parcela vacua del espacio,
sin ser espacio tal como no lo somos nosotros aquí,

ni las parejas de enamorados,
que unidas sus cinturas por brazos como sarmientos, caminan por las concurridas calles del barrio de Gracia.

Haciendo eróticas eses,
rozando con los codos antiguas piedras de esquina, humillan a adoquines y modernas losas de granito de Porriño

con puntiagudos talones de zapatos,
hacen una única sombra en medio de los imbornales, se pellizcan mejillas y glúteos y,

entre besos-stop,
muak, muak, … es la Fiesta Mayor.

Hablan de áticos
y planean comprarse a plazos, un Smart for two motor Mercedes Puta Madre … para llegar a las estrellas más lejanas.

                                                              Johann R. Bach

COMENTARIO DE LA PROFE DE MATES

María MM

23:39 (fa 19 minuts)

Precioso canto a la Fiesta Mayor y... ¡con estructura de teoría matemática!.
Los dos axiomas están muy bien elegidos, el segundo es ideal. Luego, partiendo de la hipótesis de que el púlsar de la Nebulosa de Cangrejo está haciéndonos guiños, se demuestra lo que pudiera ser la tesis del teorema: las parejas de enamorados haciendo una única sombra. ¡Qué bonito!. Y finalmente, como todo teorema importante, su correspondiente y deseado corolario: llegar, con tu amor, a las estrellas más lejanas.

Me ha encantado, es también un bello homenaje a las mates.   
Besos exponenciales 

14 ago 2014

El azul cián surgido de las aguas del mar invadirá mis labios y mis uñas.

PREPARADAS LAS ALFORJAS

Este es mi sexto y penúltimo viaje a los cielos.
Hace tiempo lancé el corazón al espacio como un ruido,

bajé a la noche del cuerpo
a hablar unas palabras con las entrañas de una tierra que, entre otras cosas, está llena de miles de sílabas formando idiomas.

Ahora, preparadas las alforjas
con pan y vino pues el viaje puede ser largo,

descenderé
más que mis ojos de té, más que mi sorprendido labio inferior,

más que mi vida
cargada de metales cuyo origen celeste - casi olvidado – es un misterio.

Bajaré en mi cuerpo
con mi cuerpo a tierra

pues parece
que pronto se acabarán los idiomas para mí … el amor para mí…

El azul cian
surgido de las aguas del mar invadirá mis labios y mis uñas. Quizá un alma caritativa lave mis ojos llenos de legañas con manzanilla.

Una piel nueva de veinte años
llegará con el sol, el aceite de caléndula y el aroma de la albahaca.

La gran boca del cosmos
que me espera no parece tener prisa, como si los cometas y otros veloces cuerpos celestes se hubieran detenido.

Descenderé sin dudarlo
con la última gota de verdad en el cuerpo y, fuertemente agarrado a la cola de un cometa,

volveré a confundirme
con el brillante polvo de las estrellas.

                                                             Johann R. Bach

COMENTARIO DE PATRICIA

Es de una belleza innata la prosa de la vida y muerte para tí....eres de un gótico impresionante . Y tus versos muestran la dulzura de tu último viaje con maletas preparadas de piel y besos...
En cada puerto del mundo dejas tu bolsa viajera esperando el dulce y hermoso canto de mar y estrellas que sembrarán de luces tu estela.
Poco te imaginas que se te echará de menos y algunos mucho más que otros rompiendo corazón y alma juntos en minúsculos pedazos.
Que se llorarán siete mares y te llorarán muchos desiertos....
No pretendas alejar tu alma de los vivos a los que aleccionas con tu hermosa belleza de cantos a lo vivo y puro, a lo muerto y realmente duro...

13 ago 2014

¿Quiénes son? ¿qué hacían allí? No lo sé. Pero gracias a ellos sobreviví. No hablaban, me alimentaron, curaron mis heridas...

AGUA Y DÁTILES

Acabada el agua
que me supo a sangre, espesa y caliente, me desmayé o dormí. Al poco rato, despierto, me pareció ver un caballo inmóvil, sin sudor, reseco.

Hubiera montado sobre él,
pero estaba muy débil. Por otra parte sin rumbo, en aquel desierto no podría llegar muy lejos.

A pesar de mi aturdimiento oía como un rumor el mar.

Todo iba y venía
en medio de una cristalina niebla, y, no podría afirmar que no fuera fruto de mi propia debilidad.

Por momentos
el sol era enorme aunque se volvía pequeño cuando lo tenía frente a mí. Se agrandaba al darle la espalda.

De los compañeros
que hasta aquellos había obtenido una vida sociable aceptable, ni el más leve rastro.

El aire era sonoro
y el caminar se me hacía pesado pues a cada paso mis pies se hundían en la arena hasta alcanzar las rodillas: Aquellas dunas parecían infinitas.

Tenía la impresión
de que vagaría por aquel desierto sin hallar a mi gente hasta hundirme del todo. El caballo aquel era incapaz de llevarme a otra parte:

se deshacía de sed.

Lo abandoné –creo- a su suerte.
A partir de aquel momento sólo pensaba en mi espalda y en mi cuerpo seco como la arena:

mi garganta era puro cuero
y los ojos dos dedos en carne viva.

Creo que si hubiera encontrado a alguien
no me hubiera atrevido a decir siquiera que me ahogaba. Hasta ese punto había alcanzado la sequedad mi lengua.

El sol se había detenido
en aquel eterno mediodía y me comía la carne a través de las grietas que él mismo me había producido en la piel.

De repente aparecieron ante mí sombras
como de cuevas frescas y húmedas. Había varías, pero sin pensarlo, me metí en la primera.

Del techo caía el agua goteando.

Bebí gota a gota aquella vida.
Algo recuperado intenté chillar y pedir ayuda, pero de mi garganta sólo salieron chasquidos de lona vieja.

Me tumbé bajo aquella gota incesante
y volví a dormirme al sentir el frescor sobre mi pecho.

Debía ser ya de noche cuando vi unos bultos.

Entre mantas,
cántaros en forma de animales y armas antiguas enmohecidas, había figuras que parecían momias o estatuas.

Asustado salí afuera de la cueva.
Ante la espantosa visión del desierto, retrocedí. Una figura humana parecida a un anciano se acercó a mí.

Sin mediar palabra me ofreció agua.
Si hubiera sido un veneno me lo hubiera tragado igualmente. El sol estaba a punto de desaparecer detrás de una duna.

Aquellos ojos
bajo blancas y pobladas cejas me miraban. Descansaré entre esta gente pensé, comeré los frutos que me ofrezcan.

¿Quiénes son? ¿qué hacían allí?
No lo sé. Pero gracias a ellos sobreviví. No hablaban, me alimentaron, curaron mis heridas...

No tuve tiempo de aprender
siquiera cuatro palabras de su idioma, pero su generosidad estaba fuera de duda.

Pasadas algunas semanas
Registré, en la biblioteca municipal, todos los libros que pude buscando vestigios de algún pueblo de la zona, de algunas gentes que hubieran sobrevivido al gran tsunami.

La falta de fiestas
en la zona junto al mar me llevó a la conclusión de que también las instituciones perecieron o bien se las llevaron aquellas gentes a otros lugares.

La única institución
de la que puedo dar fe es la de la hospitalidad generalizada de aquellas gentes que en medio del desierto obtienen agua, higos y dátiles.

Cuando mis hijos me preguntan
si aquella historia es cierta, miro al cielo como haciéndome yo mismo la pregunta y callo.

                                                                    Johann R. Bach

10 ago 2014

Se desnudaba y se miraba en el espejo mientras esperaba que del grifo del lavabo surgiera el agua caliente; miraba su cuerpo,

                
¿La recuerdas Amador,
rodeada de nietos en cada uno de sus últimos aniversarios?


Se desnudaba y se miraba en el espejo
mientras esperaba que del grifo del lavabo surgiera el agua caliente; miraba su cuerpo,

y observaba como perdía redondez,
cómo le sobresalen las crestas ilíacas, cómo se le enrojecía la piel de los tobillos
y cómo los juanetes se inflamaban.

Notaba cómo las articulaciones habían adquirido
la rigidez del sílex y cómo los pezones retraídos habían alcanzado la geometría del embudo;

los músculos de sus brazos
se aferraban al hueso cómo cuerdas secas.

En su rostro
destacaban desde hacía tiempo las oquedades de unas sienes grises y también bajo los pómulos:

la erosión
resultaba visible aunque las verrugas, por alguna razón desconocida, se ocultaban bajo el cabello.

No percibía, ni siquiera en las piernas,
zonas muertas, pero las resinas se habían vuelto amarillas,
los esmaltes tristes y las callosidades prosperaban bajo sus delicados pies.

Su cuerpo se había llenado de arrugas
y todos aquellos signos no eran más que la radiografía superficial de un espíritu fatigado aunque inquebrantable;

y, sin embargo,
sus palabras seguían creando un lenguaje fluido y entusiasmando a todos sus nietos.

Cuando el agua caliente corría ya
llenando la bañera y esperando la fragilidad de su cuerpo, intuía que la sangre aún circulaba por sus venas y arterias como un consuelo.

Después del baño se vestía
para asistir, con la mejor de sus sonrisas a la cena de otro cumpleaños cómo si el tiempo se hubiera detenido, de la misma forma que al cumplir los veinte.

¡Ah, quebrada está la copa de oro!
¡El espíritu ha huido para siempre!

¡Qué suene la campana!
¡Un alma santa se desliza por el río Aqueronte! ¡Y que se lea el rito mortuorio, que se entone la Marcha Fúnebre de Chpin o Spiegel im Spiegel de Arvo Pärt!

¡o cualquier canto fúnebre
para la muerta más hermosa que jamás murió, dotada de un intelecto incorruptible, con tan sólo 84 años!

¡Ah! Amador, ¿no tienes lágrimas?
¡Llora ahora o nunca más!

¡Mira!
en ese sombrío y rígido ataúd yace tu amor, Lucía.

Aquel heredero,
cuyas mejillas de pálido matiz mojan las lágrimas al caer, ve solamente, a través de su rocío de cocodrilo, una corona vacante.

¡Falsos amigos!
La amaban por su riqueza y la odiaban porque era más sabia que ellos y, cuando su salud se debilitó,

La bendijeron para que muriera.

¿Cómo va a ser entonces leído el ritual?
¿Cómo va a ser cantado el réquiem para la muerta más injustamente tratada que jamás muriera tan joven?
                                                    Johann R. Bach