Decrece el azul
Recorres contigo misma
Te detienes
Tus ojos
EL ADIOS DE UNA AMIGA
Reconozco en tus palabras
la feroz desidia que ha quedado después de la última noticia que proviene de una persona que ha atravesado
la puerta cuarteada, vieja y sucia,
que sin duda le habrá dado paso al Paraíso. Allí, tengo entendido que la gente se inclina por la música.
La prefieren a la vida.
Mi lucidez es parte de mi frío
y el amor está ahora en tu silencio.
No deseo ser dócil ahora que envejezco,
pero hasta la compañía de un poema escrito por un viejo poeta tiene la pretensión de aliviar una pena.
Mañana cuando te despiertes
te asombrará que tu corazón siga latiendo casi como la primera vez que te enamoraste.
Lo único diferente que quizás notes
es que la casa de pronto te parecerá más grande.
Johann R. Bach
BUENOS DÍAS. MAÑANA SERÁ MARTES
Aunque alejada de los dioses de tu mar
has preservado el bello gesto de la mirada que te legó Minerva y el azul del mar de esas islas
te redibuja en cada una de sus olas.
Con los años –creo-
has aprendido a distinguir el trazo gris de tus días presentes mientras temes adivinar ese futuro que te atormenta puesto que
el futuro siempre es incierto.
Dices entender eso que debe llegar
y haces esfuerzos por alcanzar el poder que puede librarte de los que te aprisionan.
Eres el agua del placer
que se consume, la herida que se ensancha en lugar de cicatrizar.
Grita tu nombre ¡Victoria!
El mar que se encarna, los labios desnudos donde se enraíza el deseo, la piel que necesitas para que arda tu cuerpo,
el dolor que renace incesante.
Escuchas el rumor
del amanecer de los lunes y esperas el ocaso como si tuviera que ser el último.
Con el do de pecho abierto
dispersas el mal que se agranda.
¿Dónde están los dioses de tu mar?
¿Qué piensan cuando te ven desolada?
Cabizbaja,
ya libre de arrogancias que te cegaban, te sumerges en el olvido mientras germina el mundo envuelto en lágrimas.
No te angusties:
Mañana martes latirá de nuevo tu corazón casi como la primera vez.
Johann R. Bach