24 may 2014

Todo ocurre amistoso y lento, en la lejanía

               EL DESCUBRIMIENTO DE DESCARTES

 

Aquella tarde, ¿recuerdas?

quise hacerte olvidar aquello que te hace sufrir. Olvida todo lo que no ha de pasar, saboreemos sólo los astros luminosos que atraviesan la pura claridad del cielo de una noche sin nubes; cómo la luna sube sobre el mar.

 

Sabemos muy bien:

que en la noche todo resplandece, que un destello se alza como una sombra blanca en el brillo mayor de la negrura. Aquella tarde quise que tomáramos sin reservas el camino de un mundo que en todo se asemeja a la luna.

 

Como el viento que sopla su secreto

volvería a enseñarte lo que es un paraíso, la calma en una habitación con un piano de testigo, el rumor de las hojas de los libros callados y hacerte conocer lo suave de tu aliento.

 

Enseñarte una cereza roja,

aquella misma, tan lejos de nosotros y a la vez tan bella, y recoger una violeta, aún joven, ya perdida que aprendes a encontrar en tu regazo.

 

Mira, mira la calle,

sus árboles y sus gatos, la espalda tierna del despreocupado aprendiz. ¿Son realidades o sólo dulces sueños?

 

Todo discurre,

amistoso y lento, en la lejanía. Y este llano corredor del Mediterráneo, tan suave que nos lleva: descansemos, soñemos que actuamos, consintamos que el alma, feliz nos sobrepasa, cansada de correr como en la infancia.

 

Parece que siempre debe ser así.

Cuando un lugar se aleja de nosotros, mira: todo espera, la clara oscuridad y la luz más honda se reparten sin distinción posible una cereza roja.

 

Una calma extendida

por un tiempo incontable ondea en el viento, tus ojos se llenan de perlas, y tus cabellos puros se mezclan con el mundo y todo es bueno: los soldados que van a la guerra, el azufre y humo de pólvora de dragones de cartón y hasta los poemas de un pobre escritor.

                                                                     Johann R. Bach

El juego y el fuego, la sal y la pimienta del amor en palabras de algún poeta

EN EL FULCRO DE LA BALANZA

 

Tu locura siempre fue la misma

que la de aquellas personas que dicen que aman infinitamente y, sin embargo aman infinitamente poco.

 

Siempre quisiste evitar la trampa del romanticismo:

decir que se siente más de lo que se siente y esforzarse a sentirlo porque se ha dicho.

 

Entonaste un mea culpa, confesa y convicta.

El castigo vino bastante más tarde y es, ahora, este amor sin palabras.

 

Has abierto el correo

aunque sabías, naturalmente, que no tendríasningún mail de Leandro. Pero esperabas, no sabías cómo, imprecisamente, encontrar en los archivos antiguos algún rastro de sus palabras.

 

Estaban todos, desgraciadamente, borrados.

Medio decepcionada, medio aburrida has comenzado a registrar carpetas sin saber exactamente qué buscabas.

 

De repente, te has encontrado a ti misma,

en unos largos escritos que le escribiste hará cosa de cinco o seis años.

 

Eres, de hecho, otra persona.

 

Con los años, tu gran pasión

se hizo cada vez más densa y difícil de llevar.La vuestra pesaba sobre Leandro y tú y vosotros pesabais sobre ella.

 

Reconoces que hace tiempo te instalaste,

inmóvil y tensa, en el fulcro mismo de la balanza. En un punto muerto.

 

No querías vivir ni querías

que otro viviera en el punto muerto de un sentimiento: cumplir sin deseo los gestos del amor aun luego descubriste que los hombres -también ellos- simulan.

 

Dejarse es horrible, no dejarse también.

 

No es cierto que no supieras decirle

las grandes palabras. Ahora crees que quizá no se precisen, aun más: que es mejor dejarlas en las golfas o quemarlas como muebles viejos la noche del solsticio de verano.

 

Los románticos –así lo crees-

Se apropiaron de todas las palabras mayores y ahora sólo cuentas con las pequeñas. Pero realmente es más difícil encontrar al insignificante insecto que un mamífero.

 

Has encontrado un mail

que le dejaste a la vuelta del dentista en el que le decías, con palabras más o menos vivas, que recordar sus besos había sido la mejor anestesia.

 

En otro mail celebrabas

como una fiesta un día cualquiera simplemente porque él lo pintaba de rojo con su sola presencia.

 

Ingenuidades de bisutería,

que en la distancia te hubieran parecido ridículas si no te hubieran inspirado la más violenta de las envidias.

 

Ahora no sabes si te faltan las grandes palabras.

Pero sí aquella intensidad, y la extraña vibración que electrizaba todas las cosas, aquel estremecimiento dilatado que tensa, aún hoy, los mails más largos que le escribiste y que centellea un momento en los mensajes breves.

 

El juego y el fuego,

la sal y la pimienta del amor en palabras de algún poeta.

 

Hay quien cuando no tiene palabras

las toma prestadas. Envíale, pues, todo lo que le escribió la enamorada que fuiste. Es lo que hoy, si fueras capaz, te gustaría poder decirle.

 

                                                                     Johann R. Bach

23 may 2014

Quiero expresar la tristeza y hoy no puedo

UNA SUAVE MELODÍA

 

De joven ignoraba casi todo,

lo que era viajar, cuál era el aroma del eucalipto que crecía en otro mar… lo que significaba la tristeza.

 

En busca de inspiración

subí a lo alto de la Sagrada Familia por una interminable escalera de caracol; viajé a París y subí a pie hasta la segunda planta y por falta de dinero para pagar el ascensor me perdí la vista desde el tercer piso.

 

Logré algunos versos melancólicos

propios de escritores ricos; imaginé soledades librescas y encontré el aire contaminado de la gran urbe como algo romántico:

 

me atraía el blues y la bohemia, lo reconozco.

 

Ahora que he experimentado

y probado los sinsabores de la tristeza (perder amigos, repentinamente, por accidente, perder el empleo, descubrir que los que decían amarte sólo se amaban a ellos mismos, etc.)

 

quiero expresarla y hoy no puedo.

 

No consigo escribir sino:

¡Qué fresco está el tiempo en esta primavera! ¡Qué hermosos están los campos con sus amapolas por la mañana! ¡Qué bellos los cerezos en flor!

 

Todo baila al son de los gorriones

 

                                                               Johann R. Bach

El hermetismo verdadero está en la naturaleza de las cosas y el poema es a veces hermetismo

La apología de Johann R. Bach

 

Poesía y verdad

-para muchos escritores-

son sinónimos.

 

A veces Johann es hermético

en defensa de su poesía.

 

La oscuridad no es una ley

necesaria de la poesía y sin embargo algunos "científicos" de la literatura tachan sus escritos de "herméticos".

 

Lo hacen por su carga de extrañamiento,

cosa que obliga al lector –a lo que él no renuncia- a enfrentarse críticamente consigo mismo,

 

porque en sus escritos

se desbaratan los estereotipos, les aparta de los caminos trillados –de los contenidos masticados- donde se demora demasiado.

 

En efecto, hay una poesía que halaga los gustos

y vanidades del lector intocable y otra que le intima a cambiar, descubrir sus latencias, explorar sus posibilidades.

 

Llamar "hermético" a lo que escribe Johann,

o, simplemente, a lo que se aleja de los poco ventilados hábitos propios, "el pequeño placer del día y el pequeño placer para la noche", parece un poco presuntuoso.

 

Para mí –y creo que también para Johann-,

el hermetismo verdadero está en la naturaleza de las cosas y el poema es a veces hermetismo porque la poesía expresa lo que, sin ella, sería inefable

 

(como inefables los sentimientos

que provoca el amor en las personas)

 

A fin de cuentas,

lo que en poesía importa –creo- es aproximarse al misterio de manera no indigna: poco a poco.

 

Hay en los escritos de Johann

un nervio ético porque durante años ha buscado la verdad. Sí, sí, con las limitaciones que se quiera; porque

 

los escritos de Johann aspiran a la vida

en su totalidad (y no a tal o cual "fragmento descarnado" de la vida). Ahí está, por ejemplo,

 

el poema en prosa "Violeta y su Paisaje"

en el que se da aliento al ser humano y alquímicamente mejora las emociones en un momento en que la "Ciencia" quiere anularlas.

 

Todo lo humano

está permanentemente amenazado de falsificación y ante esa realidad Johann propone la Ética como movimiento que se opone a esa falsificación.

 

Yo, Marta Guillamon,

estoy orgullosa de encontrarme en el núcleo de Johann R. Bach –para muchos un desconocido, para otros un amigo con el que se puede contar- y certifico que

 

los escritos de Johann son poesía para vivir;

 

poesía comprometida con la vida,

con la existencia humana concreta. Relámpago habitable.

 

Y es que la voz de la flor

exige al hombre una promesa.

 

                                                                       Marta Guillamon

 

COMENTARIO DE PATRICIA (Galicia)

 

La poesía de Johann, querida Marta, queda corta en tus palabras . Él expresa sentir en diferentes momentos de la vida, pasión, dolor, rabia, te enfrenta con lo más sencillo de la vida: la muerte.

Hace que pienses, opines y expreses lo que ves entre sus maravillosas letras escritas en odas a diferentes emociones y momentos.

Prosa escrita para opinar sobre ella y diversidad de temas para hacer más ameno y emocionante la lectura.


Todo en un mundo de diferentes sabores, colores, tactos, sentimientos y locuras... >_<

                                                       Patricia     21-03-2014

22 may 2014

Recuerdo bien aquel encuentro y muchas veces he soñado contigo

ABANICO ERÓTICO

 

Mucho,

muchísimo tuve que viajar para poder verte una sola noche; la última.

 

Aquella noche,

mangas floreadas frente al mar, te escanciaba vino con gran cariño, rojo de ebriedad mi rostro.

 

Dancé

hasta que la luna se ocultó tras el amanecer.

 

Canté

hasta quedarme sin fuerza para mover mi abanico de flores de bugamvillas.

 

Recuerdo bien

aquel encuentro y muchas veces he soñado contigo.

 

¡Qué suplicio

es vivir separados! ¡Qué felicidad juntar nuestras cabellos plateados!

 

Esta noche

no quiero apagar mi lámpara de tyffanis:

 

Temo que vuelvas a ser un sueño.

 

                                                            Johann R. Bach

Lo comprendes ¿no? Ese muchacho es mucho más lindo que tú...

LEVE SONRISA Y GRUESOS LABIOS

 

El dulce rostro de una mujer,

de cabellos blancos y cansada belleza se asomó a mi lecho en una mañana en que la luz entraba a raudales por los amplios ventanales del hospital y me observó:

 

-Demasiado delgado y vulgar,

demasiado simple, demasiado estropeado su rostro de ojos saltones, aunque evidente y extraña su fealdad tirando un poco a lo grotesco- dijo.

 

Mi rostro se incendió

ante la impotencia de articular palabra y además el vendaje de mis manos me impedía hacer signo alguno.

 

-Pero éste de aquí…

-se giró aquella dama de leve sonrisa y gruesos labios como los míos hacia el compañero hospitalizado en la cama de al lado.

 

¡Oh, contempla el ardor de su juventud,

todo belleza y llama natural en sus mejillas, rosas de fuego! Se volvió otra vez hacia mí diciendo:

 

Lo comprendes ¿no?

Ese muchacho es mucho más lindo que tú. No te ha de saber mal que lo prefiera a ti; tus manos quemadas tardarán tiempo en cicatrizar y no voy a esperar,

 

mano sobre mano, ociosa.

¡Tengo tanto trabajo!

 

-Ahí afuera me esperan los prados

llenos de flores, largas horas con palas y fosas… ¡mira mi encorvada espalda! ¡siempre recostando el espinazo en tierra.

 

Las lágrimas vuelven a mis ojos

al recordar aquel desayuno que tuvo lugar hace ya unas cuentas décadas y que se podría resumir de manera muy simple en una sola hoja de papel tamaño folio:

 

No era tan bien parecido

como para que tan distinguida Dama se fijara en mí. ¡Qué suerte la mía!

 

                                                         Johann R. Bach

20 may 2014

Sempre escull un paratge solitari

UN VELL POETA XINÈS AL MONTSEC

 

Cal acostar-se-hi

i conèixer a fons a aquest ésser, un vell poeta xinès, per comprendre els seus laments i admirar com malgrat l'estret marge en què sempre s'ha mogut ,

 

la seva ploma no ha deixat mai d'explicar

com la vida s'enfila pels arbres i com, sient una mica dur d'orella, tria el grinyolant so monotónic del grill com absurda i latosa melodia destinada a serenatar la seva fosca nit espiritual : gairebé cec a la nit, palpa i respira.

 

El vell poeta presta especial atenció

a l'incessant furor amb què les cigales s'afanyen en tan estrident i opressiu cant; alucina al veure l'arbitrarietat d'aquesta part de la naturalesa del món del Montsec,

 

poc habitada,

que també dóna vida a altres éssers aparentment fútils i desposseïts de qualsevol manifestació de bellesa, fent-los fins i tot feliços en la seva bogeria:

 

¡ Èbries d'aquesta jovenivola font

de plaer i de poder !

 

La vida és la seva bogeria

-pensa el vell poeta després de dues glopades de vi- perquè aquesta vida que és origen i sentit de la seva existència és la crida sexual del mascle a la femella o viceversa per tal de perpetuar l'espècie i la vida mateixa:

 

ja que la vida s'imposa…, la vida!

 

Tots tenen la seva debilitat

i la d'ell és escriure poemes. Durant anys es va treure de sobre mil llaços mundans, però de la feblesa de veure bellesa en les coses quotidianes encara no s'havia lliurat :

 

Amb els pavellons auditius una mica mossegats,

amb les temples enfonsades pels anys i assetjat per una insuficiència alumino-silicato-potàssica, orina recolzant les mans sobre l'alzina .

 

Cada vegada que es delecta

amb un paisatge pintoresc com ho és el del Congost de Mont-rebei, cada vegada que es reuneix amb antics amics,

 

alça la veu

i improvisa una estrofa poètica embolicada amb profunds sospirs, com si un déu acudís, davant seu, emergint entre les maragdes aigües del riu, per avivar la seva intel·ligència.

 

Des que va visitar

el modern observatori d'Àger i veure els estels tremolar de fred per tots els racons de l'Univers, passa les hores a la muntanya .

 

Quan acaba un nou poema ,

ascendeix sol per les dreceres paral·leles al riu per no desorientar-se a causa dels efectes de l'aspre vi;

 

recolzat en el barranc

de nets feldespats i agafant de les tiges d'una ginesta comença el seu cant esbojarrat , que

 

espanta els sagrats boscos i tranquil·les valls .

 

Les cigonyes i els pardals

el miren sorpresos .

 

Tement convertir-se en la riota de la gent,

sempre escull un paratge solitari. D'aquesta manera no és estrany que per a un vell poeta xinès

 

l'extrema aridesa de les arrels esgotades

del Montsec siguin elements que de cap manera haurien de ser vistos com a components hostils - o simplement menyspreables - sinó com la textura d'una terra plena de brillants auspicis,

 

qualitat que també fa d'ella

un inesperat paradís, ja que es tracta d' un lloc on s'engendren i maduren els somnis :

 

¡Muntanya afortunada, el Montsec,

que concep el fruit del seu diví desig de tocar les estrelles amb la mà!


Encara que la nit no hi sigui fosca del tot!

 

                                                                   Johann R. Bach

MONTAÑA AFORTUNADA EL MONTSEC

UN VIEJO POETA CHINO EN EL MONTSEC

 

No hay que ser un viejo poeta chino

Para comprender sus lamentos y admirar cómo a pesar del estrecho margen en el que siempre se ha movido,

 

su pluma no ha dejado de explicar

cómo la vida trepa por los árboles y cómo el grillo en su locura sigue el rastro de la melodía de su amada.

 

Todos tienen su debilidad

y la suya es escribir poemas. Durante años se sacudió de encima mil lazos mundanos, pero de la flaqueza de ver belleza en las cosas aún no se había librado:

 

acosado

por su insuficiencia alumino-silicato-potásica, orina apoyando sus manos sobre la encina.

 

Cada vez que se deleita

con un paisaje pintoresco como lo es el del Congost de Mont-rebei, cada vez que se reúne con antiguos amigos,

 

alza la voz

e improvisa una estrofa poética empaquetada con profundos suspiros, como si un dios acudiera ante él, emergiendo entre las esmeraldas aguas del rio, para avivar su inteligencia.

 

Desde que visitó

el moderno observatorio de Àger y vio las estrellas tiritar de frío por todos los rincones del Universo, pasa las horas en la montaña.

 

Cuando termina un nuevo poema,

asciende solo por las sendas paralelas al río para no desorientarse a causa de los efectos del áspero vino.

 

Recostado en el barranco

de limpias rocas y agarrándose de las tijas de retama comienza su canto alocado, que

 

asusta a los sagrados bosques y valles.

 

Las cigüeñas y los gorriones

le miran asombrados.

 

Temiendo convertirse en el hazmerreír de la gente,

siempre escoge un paraje solitario. De ese modo no es de extrañar que para un viejo poeta chino

 

la extrema aridez de las raíces agotadas

del Montsec sean elementos que en modo alguno deberían ser vistos como componentes hostiles -o simplemente despreciables- sino como la textura de una tierra colmada de brillantes auspicios,

 

cualidad que también hace de ella

un inesperado paraíso, por tratarse de un lugar donde se engendran y maduran los sueños:

 

¡Montaña afortunada, El Montsec,

que concibe el fruto de su divino deseo de tocar las estrellas con la mano!

¡Aunque no sea de noche!

 

                                                            Johann R. Bach

19 may 2014

Ya no podía mover su cadera...

      VIOLETA Y SU PAISAJE

 

Violeta siempre se aferró a su nombre

porque a diferencia de su sombra nunca la abandonó.

 

Ya no podía mover su cadera.

Deseaba que alguien entrase en la habitación y le tirara hacia arriba los hierros. Con un pequeño movimiento bastaría para evitar las llagas de decúbito. Se sentía como una mariposa moribunda al amanecer.

 

No quería morfina –les repetía a las enfermeras-

Tenía la boca pastosa y soñaba -más que desear- con racimos de uvas y regaliz. Escribió en un sobre en el que había depositado algo de dinero, un ruego: Háganme una misa con estos billetes.

 

Ya ves. No somos nada.

Tú un simple ramillete de violetas inmóvil en esa mesita mirando el agua de un vaso tapado con un pañuelo de papel, dando color a cuatro paredes que no son más que una mazmorra lejos de los campos llenos de luz donde naciste.

 

Te han segado, como a mí, las raíces.

 

Media vida dando fragancia

a mis padres, a mi esposo, a mis hijos… y ahora… sólo tú estás cerca para regalarme tu último aroma para consolarme.

 

Ya sé que me miras y te asombra

ver mis labios tintados de tu mismo color. Ese es un placer del cual muchas hermanas tuyas nunca conocerán.

 

Nadie me ha mirado, como tú, con tanto amor

desde que me rompí el fémur. La Medicina ha certificado de antemano mi derrumbamiento. Han colocado –lo sé- en la pizarra como una sentencia el diagnóstico: "Síndrome algo-neuro-distrófico".

 

Es una forma ampulosa más que elegante

de decir que mi fémur no sólo rechaza el tornillo de titanio destinado a sujetar las dos partes del hueso sino que no se puede soldar.

 

Todos creen que desconozco el resto,

como si no tuviera ya oídos para oír y ojos para leer en sus rostros un rechazo hacia mí mucho mayor que el del ligero metal.

 

Noto, por otra parte,

cómo mi tuétano se deshace y se diluye en mi sangre arrastrando hacia todos los rincones de mi esqueleto esos fragmentos que harán que en pocas horas emprenda contigo el viaje hacia el Ápex.

 

Respiro hondo

para sentir el precioso aroma que surge de tus pétalos única cosa que me ha de ayudar a cruzar esa puerta. Sé que ya se han preparado las silenciosas ruedas plegables para deslizar mi cuerpo por los pasillos.

 

¡Mira ramillete mío!

a mi hermana como se abanica. Tiene calor, suda, le falta el aire, y, sin embargo, yo tengo los pies fríos como tus tallos en ese jarrón; y, ni tú ni yo los podemos mover.

 

Todos se acercan al hospital

diciendo que vienen a verme, pero no es verdad: permanecen fuera de la habitación hablando de sus negocios, del último partido de fútbol o del último hombre del que se han separado.

 

Temen que mi aura tintada de fucsia les arrastre

a ellos también y hablan con el cura paseando arriba y abajo por los pasillos de esta Séptima Planta: la de los desahuciados.

 

¡Oh ramillete mío!

 

Permanece aquí junto a mí.

No tardaré mucho en irme. No pares de enviarme tu fragancia y graba en tu ADN mi rostro y mis lágrimas como último regalo. Cuando algún día nos volvamos a encontrar prometo plantar junto a ti decenas de margaritas.

 

Tú que estás junto a la ventana,

dime si ves una diminuta lechuza encaramada en el árbol más alto. Hace dos noches que está ahí como si se entregara ciegamente a la miel del sol del amanecer.

 

Dime ramillete mío si oyes como yo

a los ángeles cómo desatan con sus dientes los cielos, cómo respira el funcionario de gruesas cejas mientras aguarda pacientemente el momento en que el vuelo de la lechuza

 

le dé la señal para pulsar el timbre

que ha de poner en marcha la maquiavélica máquina, engrasada, con los depósitos de combustible llenos y los frenos recién revisados.

 

De la misma forma que yo respiro

impregnada de tu aroma, aspira la esencia de mis cabellos recogidos con mi última diadema. Imagina que mi olor es como el perfume sutil del naranjo.

 

Me he pasado la vida

oyendo nombres desconocidos –ninguno como el de Violeta-, soñando con paraísos, con nuevas tierras y paisajes, con nuevas locuras de los hombres que demostrasen su amor a las mujeres o de los dioses mientras me conformaba con ser una humilde vendedora de flores;

 

con una ciega voz

que, a tientas en la memoria anochecida, palpaba mejillas y ademanes que no me atrevo a decir que fueron besos.

 

Mi nombre –como su variedad tricolor-,

frágil como una mariposa, resuena ya en mis sienes como la música que me lanzas tú mi ramillete de violetas.

 

Avísame cuando se replieguen tus pétalos

para dejar caer también mis párpados.                      

 

                                                   Johann R. Bach                                                                   

 

SOY PINTORA Y DECIDÍ VIVIR DE MI TRABAJO...

El monólogo de Julia… Cuando el miedo se toca.

 

¿Depresión de Sepia?

 

-No saber es lo peor-

respondió Julia en medio de la conversación.

 

-A veces escucho incrédula

a la gente- continuó Julia- que cree dominar la filosofía, tan sólo porque conocen algunas frases que conforman la sabiduría antigua de culturas milenarias.

 

¿Qué es eso de que sólo tengo el presente?

Ya lo sé que sólo tengo este instante y este día, pero también te dicen que hagas ahora por lograr lo que quieres para tu futuro.

 

Si el futuro no fuera importante

entonces por qué mi psicóloga me pregunta en consulta: ¿Dónde y cómo se ve usted a sí misma dentro de cinco años?

 

Digo yo

que será para trabajar sobre las aspiraciones y motivaciones que plantee en esa respuesta en forma de sueños y elucubraciones, pero que responden a la idea de lo que quiero lograr.

 

-¿Y cómo puedo asegurarme el futuro que quiero?-

me pregunto a mí misma continuamente. Cómo, si a veces siento que todo es tan relativo que por mucho que pongas medios para controlar el curso de los hechos, éstos toman la fuerza del agua y modifican todo trazado o dibujo.

 

¡Dios, tengo tanto miedo a fracasar!

 

Sí, ya sé eso de que fracasar no es el problema

sino la actitud que asumas cuando te suceda. ¿Sabes qué? boberías, fracasar sí es un problema. Te deja sin fuerzas, dudas de ti misma, cambias el rumbo, dejas de creer que puedes,

 

fracasar es una mierda.

¿Y la gente a la que decepcionas? ¿Has pensado en eso? ¿Qué les dices?

 

Oh… no te preocupes,

lo importante es que tantas veces como me caiga me levantaré, ¿es eso lo que le dices a quien ha confiado en ti?

 

Sí, más vale que te levantes…

claro que más vale que te levantes; pero… ¿Sabe alguien lo jodido que se siente saber que puedes y que ni un maldito ser confíe y quiera darte una oportunidad?

 

¡Oh vaya!,

¡La cantidad de gente que tiene menos talento y triunfa! Es apabullante

 

La semana transcurría como siempre.

Cada mañana al ordenador, revisar los correos, navegar algunas de las principales redes sociales, informarse de cuánto barro sigue teniendo

 

España -ese mosaico- encima de sí misma

y dar gracias por tener qué comer o dónde dormir, porque cada vez más personas se ven privadas de estos derechos, que sin saber muy bien cómo, pasaron de ser derechos a convertirse privilegios y bendiciones por las que dar gracias.

 

-Estoy harta de Bárcenas, del caso Nóos, de los referendos y hasta de mí misma- se decía a sí misma Julia algunos de esos días en los que, el mismo suceso comentado en los principales medios de comunicación, llegaba a sus oídos cansados de escuchar tanto pesimismo.

 

-No tengo deseos de vestirme,

cuánto calor, quiero hacer deporte y no me decido, quiero huir y no puedo y lo único que hago, además de respirar, es pintar y pintar.

 

Sólo pintar para no vender,

sólo pintar para seguir siendo, quién sabe hasta cuándo, quién sabe si siempre, una perfecta desconocida.

 

Dudo de mí misma y lo detesto.

¿Por qué he dejado que el concepto de triunfo penetrara por mis poros e invadiera mi filosofía de la vida?

 

¡Ah claro!, porque soy un ser social

y me influyen los demás, lo que veo, lo que los otros desean, lo que se supone que da la felicidad. ¿Y qué es la felicidad? ¿Y quién soy yo? ¿Y qué quiero de verdad?

 

Vaya…

¡Cuántas preguntas sin respuesta, necesito volar!

Y el sol no se ha puesto aún por última vez.

 

                                                              Johann R. Bach

 

Cuando las mujeres aún tenían poder y elegían para su lecho a los jóvenes mejor dotados

        LA ÚLTIMA CARTA

Nunca pensé

que aquella iba a ser mi última carta a Inmaculada…

 

El invierno comenzaba a desgarrar el aire

y cuando salía de casa, sentía el viento frío del mar sin llegar a ser tramontana ni mistral.

 

Grandes flotas de nubes, oscuras como la noche, surcaban el cielo. El viento agitaba los olivos y los almendros sorprendidos aún con su dulce carga.

 

Era la hora de los búhos,

cuando todas las criaturas privadas de palabras querían hablar. Durante los últimos años estuve enfrascado en la ficción que ella era, pues qué otra cosa podía ser aquella Diosa del Amor, sino un sueño, un espejismo.

 

En mi imaginación la doté

de bellos atributos para poder reconocerla simplemente con el perfume de sus cabellos.

 

Quise crearla a imagen y semejanza

de la Diosa Isis para fijar aún más la ficción. Ambos participamos del juego, nos hacíamos ofrendas y nos dirigíamos súplicas como si fuéramos dioses nacidos de la promiscuidad entre los hombres.

 

Incluso llegamos a preguntarnos

si no éramos nosotros una ficción para los dioses, si no éramos su sombra y reflejo en nuestro eterno juego de citas y besos, de llegadas y despedidas, al igual que ellos que no cambiaban nunca.

 

Sin embargo, conocíamos nuestro sitio.

Reconocíamos que los dioses eran de una época anterior a la escritura y que eran símbolos de una época anterior a la historia,

 

cuando las mujeres aún tenían poder

y elegían para su lecho a los jóvenes mejor dotados para ser inseminadores privilegiados y tras un fugaz año de servicio, eran arrojados al mar desde las rocas.

 

Hallamos, tras nuestros múltiples escarceos amorosos

miles de respuestas sobre las cosas más simples y otras más complejas, sobre lo visible y lo invisible.

 

El invierno comenzaba a desgarrar el aire

y yo te escribí una carta de amor a ti mi Inmaculada Dama de mis Sueños y no pude imaginar que sería la última.

 

                                                             Johann R. Bach

18 may 2014

Mig cel vermell i tot el riu maragda

UN XINÈS AL CONGOST DE MONT REBEI

 

El sol moribund

estén el seu llum sobre l'aigua.

 

Mig cel vermell

i tot el riu maragda.

 

¡Encantadora nit

a mitjans del mes cinquè!

 

Perles de rosada,

i la lluna, un arc perfecte.

 

                                                         Johann R. Bach

Medio cielo rojo y todo el río esmeralda

UN CHINO EN EL CONGOST DE MONTREBEI

 

El sol moribundo

extiende su luz sobre el agua.

 

Medio cielo rojo

y todo el rio esmeralda.

 

¡Encantadora noche

a mediados del mes quinto!

 

Perlas de rocío,

y la luna, un arco perfecto.

 

                        Johann R. Bach

AVENA SATIVA Y ALFALFA REMINERALIZAN ORGANISMOS DEBILITADOS

Las Plantas

 

Mi amor suele pedirme regar,

en su ausencia, las plantas. Las plantas –me dice- son familiares; sólo humedad me suplica para ellas.

 

Torpe de mí,

me cuesta entender lo obvio: pocos minerales y escasas gotas es suficiente. La alegría florece.

 

Árnica resiste la adversa climatología

de alta montaña. Viento, frío, nieve, de la cota alcanzada no desiste. Su mal aspecto indica sufrimiento genético.

 

Caléndula bajo una nube está triste,

protege su alma encerrándose bajo sus pétalos; vuelve a reír en el preciso momento que el sol aparece triunfante de nuevo; se desnuda y se tiende para recibir ultravioletas caricias, quiere cicatrizar heridas producidas por humillaciones recientes.

 

Azucenas y margaritas

que alegran los campos se levantan inmediatamente, buscando altura después de ser pisoteadas, reponiéndose pronto de disgustos y afrentas. Ayudan calladamente a nuestra recuperación.

 

Camomillas, Valerianas,

Amapolas y Melisas calman los nervios de forma suave y precisa como si conocieran a fondo nuestro sistema vago y circulando a través de esa autopista del nervio neumo-gástrico llegan a impedir auténticas úlceras pilóricas y duodenales.

 

Lycopodios y amanitas curan impotencias;

con ellos muchos vecinos, algo ya envejecidos, superan su falta de confianza

en ellos mismos, alivian los sueños pesimistas y pesadillas imaginarias.

 

Avena sativa y Alfalfa remineralizan

organismos debilitados y convalecientes convirtiendo el futuro en algo alegre y digno de ser esperado; y, el Diente de León junto a Gayuba se entremezcla con las calabazas de forma que su alianza calma el calor genito-urinario permitiendo un sueño continuo  y reparador.

 

También el poema nace

cuando la lluvia resbala entre las diminutas ramas de árboles y arbustos. De cada hoja escurre el agua hasta bañar, ya venciendo, a troncos y tijas.

 

Bajo las lágrimas de las nubes

las raicillas del enebro van perdiendo su funda de tierra; el agua las despoja y se quedan temblando, mas no a merced de la corriente.

 

Junto a Fray Junípero1, al reuma hacen frente.

 

Pero ¿Qué quieren las plantas

de nosotros? ¿Apetecen el roce o la distancia sólo expuestas a la mirada? Aficionadas a nuestra ignorancia, hojas y ramas se entredicen, se entremiran.

 

Son las criaturas que susurran continuamente,

tan propicias a los murmullos como las más vivas de las aguas. Cada hoja diminuta muestra como paneles solares de silíceo en sus caras contrapuestas

 

y en sus infalibles aristas

todo lo que la historia continua ignorando. Cada planta es políglota, doctorada en señales, a impulsos sin cesar, variable se balancea según el lenguaje del viento como una anémona Pulsatilla y experta entendida en vuelos y en suaves danzas se baña con la música de la lluvia y se nombra a sí misma La Flor de los Vientos 

                              

                                  Johann R. Bach

(1)     Juniperuscomunis es el nombre científico del enebro