LA RISA DEL DUENDE
Un poco preocupada
porque ya llevamos setenta días sin lluvia, acerco mi silla de ruedas al Muro y saludo como siempre al viejo lagarto:
Buenos días amigo –le digo-,
parece que hoy no quiere salir el sol.
Buenos días amiga –me contesta.
En efecto, esta mañana Betelgueuse la Diosa del Puerto sostiene en sus rodillas un acordeón de murciélagos blancos. Aunque creo que hoy tampoco va a llover.
Con esta sequedad, las calles se llenan de gente ociosa.
Mira a ese hombre
que camina despacio porque no sabe a dónde ir tan temprano como los que no tienen trabajo ni ocupación ni responsabilidades. Se ha detenido junto al Muro.
Escucha.
¿No oyes la risa del duende
que de repente pone en libertad al abrir un paquete de cigarrillos? Es como la mosca que con su zumbido desparrama la sal de la moda.
Johann R. Bach