16 may 2015

Montserrat en un haiku


MONTSERRAT                                        MONTSERRAT
El corazón de un paisaje                         El cor d'un país

Con niebla y lluvia                                Amb boira i pluja
no se oculta Montserrat.                       no s'oculta Montserrat.
Vive en mi corazón.                              Viu en el meu cor.
                                                                                                                                                                         Johann R. Bach

15 may 2015

Piensa como un pájaro que construye su nido, piensa como una nube, como las raíces de un viejo olivo,


ME HE ENTERADO QUE VOY A MORIR.

Hasta ahora me he resistido
a reconocer que odiamos más de lo que creemos, más de lo que sabemos y muchísimo más de lo que decimos;

no hay más que ver
cómo interpretamos las palabras: casi siempre como negativas, llenas de agresividad y desesperanza;

no hay más.

Me cansé de polemizar.
Quiero vivir de ahora en adelante; semiahogada y embalada como una cualquiera entre todas

las palomas cansadas
de respirar los gases de los tubos de escape del intenso tráfico, en cuyo último puñado de plumas

el desesperado tiempo gris de la paz
hace precipitarse al ojo del hombre.

Así quiero vivir:
con mi pequeño y grato periodo de lenta desintegración en el interior de mi corazón; y, así quiero despedirme.

Me he enterado de que voy a morir ¡Vaya noticia!

Estaba ya escrito
desde el día que me inscribieron en el Registro Civil, pero hasta ahora mi estúpido orgullo me hacía declarar que eso no estaba demostrado científicamente.

Estudié diferentes ciencias
con el único y secreto objeto de interpretar las aproximaciones a las certezas en favor de mi egoísmo.

Sí sí. No hay duda -me digo a mí misma-,
voy a morir: matemáticos y técnicos de la Sanidad a nivel mundial, han calculado hasta el número de latidos que me quedan.

He pensado detenidamente
–ahora que aún me siento algo lúcida- en cómo encajar esta noticia y me digo ante el espejo de la noche constelada:

Piensa como un pájaro
que construye su nido, piensa como una nube, como las raíces de un viejo olivo,

piensa como piensa cada una de sus hojas
hasta absorber tanta luz que se tiñe de verde;

piensa como piensan las sombras,
como piensa la resplandeciente piel del mar y su camisa a rayas blancas;

Piensa como las crisálidas
que sienten cómo surgen las alas bajo la corteza de sus hombros, como piensan los líquenes sobre una piedra y

un poco de madera podrida.

Miro en un reportaje de televisión
lo banalmente que en el diminuto grano de arena una ingeniosa vida fósil encerrada descansa después del viaje; y,

alucino al percibir con qué tranquilidad
lleva el enjambre desde los comienzos el mar primigenio que, después de tantos años de compañía,

me obliga a mirar la sencillez de un signo
en el que -como en cualquier ser- se refleja la verdad.

Me he enterado de que voy a morir ¡Vaya noticia!

                                                                Johann R. Bach


14 may 2015

El cielo rojo al derrumbarse el sol sobre el mar recuerda a los ojos grises que un día soñaste tú

EL ESPEJO DEL CIELO

 

En el cielo que reenvía tu imagen

desde otro mar está escrito el nombre de la tierra húmeda del país de los hórreos,

 

la sombra gris de los días,

el trayecto de los vientos y el misterio del agua que invade los ríos.

 

El cielo rojo

al derrumbarse el sol sobre el mar recuerda a los ojos grises que un día soñaste tú

 

haciendo crecer en ti

el deseo de esas manos que te han salvado del frío que devasta.

 

A menudo, sin ninguna razón lógica,

sientes que alguien se sienta a tu lado para tocar tu cuerpo, que te explica en silencio

 

el sentido de las cosas,

y, con humildad pides que no sea tan difícil el reencuentro de corazones de distintos mares.

 

                                                              Johann R. Bach


sin paisaje propio y una lengua prohibida.


NO VI ENTUSIASMO EN TUS OJOS

Como si hubieras comido
un arroz negro con la vista,

No vi entusiasmo en tus ojos.
Y no es que no escucharas mis temblorosas palabras sino que

yo mismo no oía mi propia voz
cuando lanzaba al aire la súplica de que me permitieras quedarme cerca de ti.

Tú recogiste el bolo
cargado con mi aliento palabras ahogadas con mi propio tartamudeo, inexpresivas, y recogí en cambio

el vacío que me quedó
entre el eco de la oración y mi oído.

No vi entusiasmo en tus ojos
como si un negro veneno cargado de cinc corriera por tu médula llenándola de indiferencia.

Encallado entre los sucios esqueletos desfallecidos
de barcos sobre una playa desconocida y ardorosa bajo el fuerte sol del mediodía,

con ojos quemados por la luz
sentí en el paladar el amargo sabor de la sal resignado como curtido y mudo extranjero

que consiente debido a su avanzada edad, 
a la cruel belleza de ser un hombre vencido

sin paisaje propio y una lengua prohibida.

Pero lo peor es que
No vi entusiasmo en tus ojos.

                                                               Johann R. Bach

11 may 2015

igual que la araña, construye su camino por el cielo.

CASI FLOTANDO

 

Casi flotando,

en el umbral de la gravedad la Amazona de Platino –humilde poetisa admiradora de Julio Verne-,

 

igual que la araña,

construye su camino por el cielo.

 

En parte oculta a sí misma,

se muestra a los demás –desde el interior de la vaina de los rayos de su astucia inaudita-

 

mortalmente visible.

 

                                                                     Johann R. Bach


10 may 2015

Basta una simple chispa del antiguo pedernal y sus llamitas radicales para que la oscuridad tenga ictericia,

UNA CIERTA SONRISA CABALGA AL TROTE



Piensa la Amazona de Platino
en la más difícil de las sonrisas: una simple sonrisa que se abre paso mientras cabalga al trote entre las estrellas.

De sus labios surge el dulce dibujo
dejando al descubierto las perlas guardianas de su lengua. Del ritmo de sus suspiros surge la música de los atardeceres.

Esa sonrisa está profundamente incrustada,
surcada en todos los sentidos por el filo del rayo laser del vendimiador del tiempo:

Es una sonrisa
a la que le falta sólo una arruga para desenredarlo todo y estar a punto para el nombre del Gran Arquitecto en su totalidad.

Basta una simple chispa del antiguo pedernal
y sus llamitas radicales para que la oscuridad tenga ictericia, la cortina levantada hacia los mares

un orzuelo de estrella.

Una sonrisa así
se queda en el rostro un poco más que la alegría de donde procede o bien es la sonrisa la que precede a la alegría

y desaparece
tras la imagen transparente de nuestra Amazona, dejando la cara toda para la alegría sola.

                                                             Johann R. Bach

qué puede haber en común entre el destino y el azar enamorado de la sorpresa…

EL COLOR DE LA NADA

 

El granado

con el cuello de la primavera degollado por la poda…

 

Y cae en lluvia fucsia

sobre los que están debajo mientras se besan y se miran a los ojos sin preocuparse de

 

qué puede haber en común

entre el destino y el azar enamorado de la sorpresa…

 

Y tal vez sólo uno de ellos murmurará,

no sin temblar un poco apuntando que este es el trozo de camino que nos queda por delante:

 

sin negar el árbol

hay que prepararse ya sólo para los arbustos cargados de granadas y la yerba.

 

Y esto es envejecer

en mitad de una crisis total: donde aún no se ha extinguido la vida gracias a los rojos arilos, se sucumbe a lo que queda.

 

El enigma se abre paso entre nosotros

-como la ansiosa lengua- y nos trae la necesaria pregunta:

 

¿Cuál es el color de la nada?  

Yo os lo diré: Es el color de PABLEMOS         

                                                                                                                                                      Johann R. Bach



Pero mataba los lobos con su atronadora voz durante los enojos matinales,


LA HUIDA DE LA VIUDA

¿Mercedes …?
Ya no me acuerdo de su apellido, pero no he dejado nunca de ver su figura,

una figura tan esbelta, tan majestuosa
que tal vez su peso bien pudiera ser insignificante para una báscula de precisión.

Pero mataba los lobos
con su atronadora voz durante los enojos matinales, dispersaba las nubes de tormenta con el pelo erizado por la electricidad estática

y de la fuerza de sus hermosos ojos
podría dar testimonio su cuñado, sorprendido un día en el jardín, precisamente cuando mostraba su pecho cubierto de excitante vello.

Mercedes estaba aquel día en la valla
y no hacía nada, sólo miraba, miraba como un mero testigo, algo malhumorada, y

miró descaradamente
hasta que el cejijunto hombre velludo bajó sus pantalones hasta las rodillas.

Aquella vez no intentó hablar con él
puesto que en otras intentonas, en el diálogo, de pronto él se sobresaltaba y no se le ocurría más que dar vueltas suavemente a

su anillo de bodas…

Aunque él lo hubiera entendido todo,
sólo atormentándose a sí misma sólo se podría refugiar en la melancolía su sentido de la añoranza, como si estuviera amenazada de caducidad.

Su mirada tropezaba con la de él
que esperaba que su desnudo fuera suficiente para atraer hacia sí a una viuda casi desesperada, pero al final del tupido bosque de su abdomen

un pequeño apéndice
–apenas un cacahuete incapaz de crecer-, mostraba realmente la incapacidad del cuñado que quería más sexo del que tenía y podía.

Aquel día Mercedes decidió
abandonar el pueblo, perderse en la gran ciudad y… borrar su pasado.

                                                                    Johann R. Bach