21 sept 2013

Ese tiempo de espera...Hay que comprender que son ellas las que eligen

CARTA ABIERTA

DE MARTA GUILLAMON

A JOSÉ LUIS

 

José Luis hizo en Google una pregunta inteligente

–cosa rara en hombre- y la medité durante algunos minutos. Su pregunta fue: ¿Sólo nos enamoramos una vez?

 

Visité su Blog y

algunas otras sorpresas –lo reconozco- me llevé. La primera fue ver en una foto suya tres cosas: su calvicie –indicador hormonal masculino- el cartel de "CASTILLA LA MANCHA" en caracteres cirílicos –indicador de una cierta preocupación cultural- y una moto de cilindrada alta –afición que yo también comparto desde hace muchos años-

 

Entre sus objetivos, José Luis, apuntaba

la necesidad de encontrar una relación –se supone que amorosa- sin especificar nada más ni nada menos.

 

Ante esa bien conseguida síntesis

me he decidido a enviarle un mail abierto al público en general porque creo que algún que otro hombre inteligente puede andar suelto por ahí.

 

AMIGO JOSÉ LUIS

 

Te pido un poco de paciencia

para leer este mail hasta el final.

 

En mi opinión, para encontrar una pareja

con la que llegar a un acuerdo hay que conocer previamente el juego de las boinas, gorras, sombreros o chapelas.

 

El juego de las chapelas

consiste en lanzar al aire un número inferior de boinas al de participantes por ejemplo cuarenta aspirantes a obtener un gorro de lo veinte lanzados. Es decir, sólo veinte lo conseguirán por no haber más sombreros para cubrirse la cabeza.

 

Veinte de los participantes

se quedarán sin boina ese día. Al día siguiente se vuelven a lanzar las veinte boinas otra vez, participando la totalidad de los cuarenta participantes: otros veinte distintos de los anteriores afortunados conseguirán su gorra.

 

Algunos, por su habilidad,

conseguirán su chapela durante largas temporadas; otros –los más torpes-, difícilmente disfrutarán de algunos días de una gorra no hecha a su medida.

 

Normalmente el resto de participantes

tendrán cubiertas sus cabezas en temporadas de duración variable.

 

Es obvio que las mujeres no son boinas de quita y pon,

pero muchos hombres –por desgracia- las tratan así.

 

Si tenemos en cuenta el resultado

de algunas estadísticas en las que los hombres tienen de promedio a lo largo de su vida unas siete relaciones –llamémoslas serias- y las mujeres dieciocho comprenderemos que la habilidad de las mujeres para encontrar pareja es superior en el sexo femenino.

 

Mira José Luis, por mi parte

sólo te puedo decir que para encontrar pareja no está de más ser correcto y con la paciencia de un pescador de caña esperes a que te caiga sobre la cabeza una de esas preciadas boinas.

 

Ese tiempo de espera se puede acortar

si se comprende que las que eligen son ellas.

 

Tómatelo como quieras,

pero eso es el mundo. De todas formas en mail privado te envío los Blogs de unas cuantas amigas que también buscan pareja.

 

¡Suerte amigo!
                                                                 Con todo cariño

                                                                  Marta Guillamon

¡Fue un momento supremo!¡A las puertas del mundo!

          RECUERDOS  DEL  FARO

¿Recuerdas?

Éramos antiguas soledades, restos de vida, aún jóvenes como el aire junto al faro y nos entrelazábamos buscando calor cuando la noche entró en la sala adormecida arrastrando el silencio a pasos lentos,

 

los libros vigilaban tus manos,

el piano permanecía mudo en espera de tus caricias y tus besos eran tan quedos que una herida sangrar se oiría.

 

Rodaba en esos momentos una palabra insólita,

caída como una hoja de tu Otoño; pensamientos suaves tocaban tu frente despejada de arrugas tal manos frescas ¿Por qué caricias misteriosas como las primeras te hacían palidecer dulcemente?

 

Tus ojos parecían dos semillas

de luz entre las sombras blancas de una luna tras la ventana; había en mi alma un gran florecimiento cuando en mí los fijabas rompiendo la quietud del sofá con tus suspiros y tus manos asidas a la juventud.

 

¿Un ensueño entrañable?...

¿Un recuerdo profundo?...

¡Fue un momento supremo! ¡A las puertas del Mundo!

 

                                               Johann R. Bach

 

 

Muchas de tus amigas hablan, hablan y hablan... hasta marearse

 ¿VUELVE EL EXISTENCIALISMO?

 

Muchas de tus amigas hablan,

hablan y hablan… hasta marearse. A ti, por el contrario, te gusta guardar silencio porque te sientes plena y si hablas demasiado acabas sintiendo el vacío esa presencia invisible y hostil de la nada.

 

Esa sensación que hace de la nada la nada,

es difícil de expresar, es algo invisible que actúa constante-mente sobre tu entorno, pero que es incapaz de justificar satisfactoriamente y que sólo aparece en la descripción entre realista y onírica de una circunstancia particular como ejemplo, en un estado de guerra:

 

algo que corrompe el mundo

y produce injusticia y decadencia, que envenena las relaciones humanas y provoca soledad y alienación en mujeres y hombres; algo contra lo que se lucha, pero en vano.

 

Es en esos momentos

cuando reconoces que la vida pasada ha muerto y te alegras de que así sea porque su muerte te hace saber que hay algo que ha existido. La vida, cuando deja de ser vida, se pudre y tú te alegras que así sea porque su podredumbre te hace saber que no todo ha desaparecido.

 

Cuando caminas bajo la lluvia

ves en el fango el reflejo de cómo la vida ha sido abandonada sobre el suelo y de momento, ahí no pueden crecer los árboles enhiestos y frondosos; ahí sólo crece los hierbajos y admites como tuya parte de la culpa.

 

Esa hierba que crece

en los márgenes de los caminos no tiene raíces profundas y sus hojas parecen deshilachadas y no son bellas. Sin embargo, esas plantas absorben el rocío de la aurora, el agua, la sangre y la carne de mínimos insectos para poder crecer; y cuando llega el momento esos hierbajos son pisoteados y arrancados de cuajo hasta que se secan o se pudren.

 

Pero a ti no te importa,

pues todo eso te hace feliz, te hace reír y cantar. Adoras a esas rojas amapolas que se mezclan, como un hierbajo, con el trigo y no puedes soportar que sirva únicamente para decorar los campos.

 

                                                                                     Johann R. Bach

Sólo en la pared estaban inquietos los cuadros

   EN MEDIO DE LA NOCHE

 

Fue en medio de la noche

que oí unas carcajadas que, al parecer, no querían despertar a los que dormían, pero que se oyeron por las cuatro esquinas de mi firmamento.

 

Eran las dos de la noche

y ya no había gente por la calle. El estruendo de las carcajadas pasó instantáneamente de mis oídos a mi boca y la afluencia de humedad bajo la lengua me obligó a tragar saliva.

 

Creí que el silencio quería volver a pasearse

sobre el cuaderno de tapas rojas que en ese momento recogía e hilvanaba mis sílabas.

 

No fue así:

Un ruido seco como si un mueble se hubiera desmoronado me alarmó. Por un momento pensé que era mi estantería preferida que se había quebrado bajo el peso de los libros.

 

Revisé con una rápida ojeada

todos y cada uno de los muebles y todo en la amplia sala estaba en orden. Sólo se oía musitar a dos moscas detrás de la ventana. Tras el vidrio se habían apelotonado absorbiendo el calor a través del cristal.

 

El resto de objetos de cristal,

pequeñas piezas situadas sobre la estantería, y un par de caballitos de plomo de los soldados de infancias idas, continuaban inmóviles.

 

Un elefante de rojo jaspe

cumplía como desde el día que lo compré en una tienda de antigüedades su imperturbable misión de pisapapeles.

 

Junto al antiguo aparato de radio

un delicado velero dentro de su transparente botella, en su quietud, no daba muestras de especial zozobra.

 

Sólo en la pared estaban inquietos los cuadros

y la gran máscara de la vaca blanca parecía querer mugir. Un temblor casi imperceptible del estrecho tabique perturbaba sus estados de reposo.

 

Fue en medio de la noche

Cuando, de repente, sentí por enésima vez el misterio de los suspiros de la especie que atravesando las paredes hacían titilar de placer a los insomnes vecinos.

                                                                               Johann R. Bach

 

20 sept 2013

...come más que una lima y su cerebro funciona con la rapidez del rayo

LOS NIÑOS NO MIRAN EL RELOJ

 

Cuando llegué a este hospital

encontré a faltar los ciruelos rojos, los cipreses y las plantaciones de manzanos, los campos de trigo y las laderas de girasoles.

 

Aquel edificio descomunal sin grietas

me pareció más granítico que los bloques de las plazas y aceras modernas destinadas a que nadie se asiente en ellas.

 

Sentía la angustia

como se extendía dentro de mí, como el corazón se fatigaba y mis ojos que habían aprendido a mirar desaprendían al ver aquel dibujo técnico en lugar de algún bello paisaje.

 

Una blanca caricia de luz

me recordó aquellos naranjos que me alegraban los inviernos llenando de color mis ojos y de esencia sutil de azahar mis pulmones.

 

En la mañana imaginaria,

también la Luna y el Sol se entremiran,  pero en ausencia de invierno, aunque las temperaturas al otro lado de la ventana estén cargadas de hielo.

 

Recuerdo tu amabilidad

que junto a tu paciencia, a tu simpatía y a tu cariño poco a poco fue ganando terreno hasta separarme totalmente de aquel silencioso abismo sin final conocido.

 

Me acostumbré

a que tus manos retornaran a mis labios cada noche de todas las noches prescritas por un reloj cómplice del baile de las constelaciones.

 

                                                                                  Johann R. Bach

 

La vida en el hospital pasa como un soplo si no levantas la cabeza de tu trabajo, pero en mi caso es imposible que eso suceda. El trato con niños me obliga a sentir lo que ellos viven y todos mis pensamientos y los suyos están exentos de aburrimiento.

 

Son como gatos que juegan con su ovillo. Se entrenan para enfrentarse a su futura soledad, meditan a una velocidad endiablada y observarlos da vértigo y por ello los queremos frenar porque nosotros los adultos hace ya mucho tiempo que enlentecimos nuestras funciones.

 

El tiempo para los niños es distinto que para los mayores. Su mundo es más real que el de la gente madura. Su percepción del tiempo transcurrido entre dos sucesos se aproxima mucho más a la cadencia del movimiento de las constelaciones.

 

En efecto, en las personas mayores el tiempo pasa lentamente en el presente aunque la sensación que se tiene del tiempo pasado sea la expresada por muchos filósofos: "Tempus fugit".

 

Según muchas observaciones la percepción sobre el tiempo transcurrido entre diversos sucesos tiene que ver con el metabolismo de nuestros cuerpos. En general las sensaciones sobre la "velocidad del reloj" depende del sistema endocrino. Javier, por ejemplo, es un muchacho que se pela de frío y al mismo tiempo no soporta el calor.

 

Sufre una discrasia en la formación de la grasa subcutánea; es decir, no tiene nada de grasa bajo la piel por lo que está desprotegido ante el frío o el calor. Su metabolismo está acelerado por disfunción del tiroides. Se mueve constantemente, come más que una lima del cinco y su cerebro funciona con la rapidez del rayo.

 

Sin embargo Claudia, también nerviosa, se encuentra de maravilla con las bajas temperaturas y no soporta el calor del verano, sus orejas suelen estar rojas como sus labios, tiene algo de sobrepeso y su abdomen es voluminoso.

 

Los demás niños la siguen en sus juegos; se encuentran a gusto en su compañía porque parece tener solución para todo. Su optimismo es cautivador y sólo se muestra agobiada cuando se acalora.

 

Lucía no soporta el invierno y se encuentra eufórica en verano. Con sólo diez años ya ha tenido la primera regla. Prematuramente conoce ya el dolor de riñones, el sentirse triste con la menstruación y con la ausencia de luz intensa y música a la vez.

 

Es como si los compases de la música rítmica le ayudaran a "medir el tiempo". Claudia parece conocerla mejor que nadie; baila con ella al son de Rock and Roll para animarla.

 

Desde el desarrollo aritmético de la civilización árabe el sistema métrico decimal ha ido invadiendo todos los dominios de las "ciencias métricas" excepto en el campo de la medición del tiempo. ¿Por qué? En la antigüedad el número sagrado era el 12 debido a las observaciones que del cielo hacían los sabios.

 

Las constelaciones eran 12 y su cadencia marcaba el año solar y las estaciones. El año quedó fijado en 12 meses, al día le asignaron 24 horas (un múltiplo de 12), se dividió la hora en 60 minutos (múltiplo de 12) y éste en 60 segundos (también múltiplo de 12). Los adultos necesitamos mirar con frecuencia el reloj para todos nuestros actos porque hemos perdido la noción del tiempo. ¡Qué placer jugar con niños!

 

También nuestro Hospital se rige por las constelaciones del Zodiaco. Aunque aquí ha desaparecido la división del día y la noche y las estaciones tampoco existen nuestros ritmos vitales siguen siendo circadianos y necesitamos para orientarnos un Zénit y un Nadir aunque sean convencionales. Ellos nos marcan el horizonte y el azimut los puntos de luz en el cielo.

 

Se expande el universo, enfriando y suavizando el calor de las estrellas

La noche. Siempre la noche.

 

Explico por enésima vez

como a cualquier recién llegado a este singular Hospital la real vida nocturna.

 

La actividad del día artificial

no me corresponde describirla y/o alabarla a mí

 

La noche en el Hospital

es el corazón del mundo, un mundo diferente del que conoces: habitado por solitarios seres, derrama soledad por los poros.

 

 

El desnudo, silente latido,

revive en tu gesto y te agradece tu presencia, aplaude tu vitalidad y espera tu alegría como un premio al esfuerzo.

 

Tus manos enloquecidas

dibujarán líneas dignas de la mejor caligrafía. Aquí en el Hospital en lugar de destruir miradas las besaremos como una bendición.

 

Merma la Luna rápidamente,

se despide hasta el próximo trimestre y giran, lentos, los satélites alrededor de Júpiter y los anillos de Saturno se inclinan bellísimos.

 

Se expande el universo,

enfriando y suavizando el calor de las estrellas, entre los astros lejanos el fluido elástico del espacio se regocija como un aliento primigenio.

 

La noche en el Hospital

es un refugio y el sueño nos protege de la locura como si Alguien lo hubiera programado así.

 

El hambre y la sed son,

durante la noche, estados de ánimo a los que hay que enfrentarse cada veinticuatro horas.

 

En los ojos, flota

una fragilidad sin fin; las lágrimas  queman, se seca el grito, ya no cabe más dolor.

 

Sólo el beso nos permite

continuar el viaje eterno alrededor de nuestra Estrella.

 

                                                      Johann R. Bach                                      

18 sept 2013

Estamos en el año 2.0_ _ y Marta Guillamon dice que sigue enamorada ...

TARDE DE INVIERNO

 

Es una tarde de invierno.

 

Tú hablas,

Dices que las noches son extrañas en Cadaqués.

 

Piensas de repente

-no sabes por qué- en la casa de Marta: en Torre Valentina, cerca de la carretera, en el desorden turístico de antiguos bosques abandonados entre telarañas de orugas.

 

Empiezas a contarnos esa historia;

la manera en que aún sigue dentro de ti; y, dices como alguien que anda junto al mar y tiene sobre su piel la sombra de los pinos:

 

estamos en el año 2.0_ _…

y Marta Guillamón dice en un mail que sigue enamorada. ¡Ah! Gary Cooper y su Árbol del Ahorcado.

 

Es una chica extraordinaria:

Hay un túnel que une su corazón y la música de los bosques y las olas.

 

Un día escribió:

ya nada me separa de ti; y, otras cosas misteriosas sobre la vida. Por ejemplo: 28 de julio; el cielo es muy azul; puede que algunas gaviotas escapen del jardín del mar y salten por encima del horizonte al oír los truenos.

 

En otra página dice:

Ahora los dos estamos en silencio.

Tú miras:

la playa, la marea, el sol rojo como una viña en otoño, donde alguien se ha lavado las manos.

 

Piensas en Marta Guillamón.

piensas en su miedo; en esa forma en que a veces ves a una mujer que huele una rosa; imaginas a esa dama vestida de negro;

 

cómo esa rosa crece

hacia adentro de esa Diosa del Amor, cómo la invade poco a poco con su aroma dulce y enfermo.

 

Es una tarde de invierno ideal

bajo la lluvia de Platja d'Aro para soñar con un viaje a Paris o con un verano en el barrio de Gracia y cenas en el puerto de Barcelona.

 

Tú lo comprendes muy bien.

Es un viento que viene del mar, un viento fresco y seco que llena el corazón de homotéticos arpones y de sueños ahogados.

 

El mundo –escribes-

es un lugar digno de ser vivido aunque haya terrazas vacías donde el viento devora lentamente los restos de la noche.

                                                                                      Johann R. Bach

 

 

 

Ese tren, como el Viejo Tren de los Sueños va lleno incluso en días laborables

EL HUMO DE LA MELANCOLÍA

 

Como en una locomotora de vapor

que resopla y echa humo, ordena al ingeniero y sus ayudantes echar carbón en abundancia; cerrar las válvulas y pasar lo más deprisa que se pueda sobre el puente del Leteo.

 

Repite en tu interior

con la misma presión del vapor sobre la caldera: ¡No vayas, no vayas hacia el olvido! No exprimas la Capucha del monje (el Acónito), tenaz en sus raíces,

 

el vino ponzoñoso,

empecinado en sobrevivir en las cumbres nevadas amparado solamente en el color azul de sus pétalos.

 

No expongas tu pálida frente

al rojo beso letal de la belladona o al dolor de la dulcamara sin antes asegurarte que las válvulas se abrirán para dejar escapar la fiebre agazapada a su humo.

 

Quizá te puede apetecer alejarte

del agitado mundo de hoy en día y hacer un viaje lento y relajado a lomos del Viejo Tren de los Sueños. En ese caso, cierra los ojos y súbete a los antiguos silbidos que flotan sin necesidad de catenaria.

 

No hagas tu rosario

de escarabajos de té -Blatta orientalis- escondidos en las plantaciones de Ceilán ni le expliques tus penas a los murciélagos pues las sombras se acurrucan junto a tus sombras como un sueño excesivo.

 

Ármate de valor.

Aprovechando la breve parada en la llanura, cuando el acceso de melancolía caiga y desde el cielo la humedad, como de llorosa nube, atraviese el humo que se disipa bajo las ruedas de la locomotora

 

reanima tu abatida cabeza

cargada de flores con una gota de vinagre sobre tus labios y oculta el verdor de la colina, aunque sea momentáneamente con una rosa de la mañana.

 

Envía a la melancolía

a su residencia de verano. En este año ya no tiene lugar desde donde contaminar tu fino paladar después del estallido de las Uvas de la Alegría sobre tu lengua.

 

Copia la actividad

del único tren de vapor que funciona casi todo el año -a pesar de la invasión de las catenarias conectadas a las centrales nucleares-, en la compañía privada Ferrocarriles Oigawa, en la prefectura de Shizuoka.

 

Ese tren, como el Viejo Tren de los Sueños

va lleno incluso en días laborables de familias y aficionados a este tipo de transporte.

 

A ti poco te importa que los vagones de pasajeros

no tengan aire acondicionado, así que, durante el viaje, al abrir las ventanillas se puede contemplar

 

la mezcla de paisajes reales

con las victorias virtuales arrancadas a la melancolía de los campos de té, típicos del paisaje de Shizuoka.

 

Aspira el aire en el interior de los vagones

y siente como la locomotora de vapor desata su poder secreto que consiste en crear un sentimiento de camaradería entre los viajeros, aunque estos no se conozcan. Embriágate de él.

 

A la hora de la salida

suena un silbido, las alegrías se desatan, salen nubes de humo, y las grandes ruedas de hierro comienzan a rodar desde la estación de Kanaya. Es otro de tus viajes placenteros.

 

En el camino,

cuando el tren retumba sobre los puentes de hierro, los adultos y los niños de las riberas del río, miran hacia arriba y dicen adiós con sus manos al aire como desde el primer día que vieron un tren.

 

Los pasajeros les contestan

y el silbido de la locomotora mezclado con el humo también les envía saludos mientras se aleja de su vista.

 

El final de trayecto

está en la estación de Senzu, a 39,5 km., un viaje de 82 min. por el valle del río Oi un paisaje idílico.

 

Entrando en la estación de Shin-Kanaya,

donde muchos pasajeros y aficionados a los trenes están esperando como tú, deshacerse de los malos presagios, después de haber tocado sus sueños.

                                                                             Johann R. Bach

 

 

Ya sabes, finalmente, todo son afanes de amor ...

Deja hacer a nuestras manos

 

Dime mi amor

¿Qué deseos crees que podrían reclamar nuestros ojos todavía? ¿Y qué otros los labios?

 

Deja hacer a nuestras manos

atlante de mis sueños, déjalas que cierren la tristeza, déjalas que desaten la vida en esta parte del mar.

 

¿Querrías compartir

un amanecer cosido a sueños mientras se despierta la gente; una lluvia de sol sobre los ciruelos de las calles mientras nos amamos?

 

¿O quizá la luna batiendo las alas

una vez fecundada la piel?

 

Desátame las manos

para que hagan la cama sobre tu cuerpo con sábanas de ternura, para que puedan detenerse por los escondrijos que olvidaron mis besos y luego, lentamente, asciendan a pasar la noche junto a tu corazón.
 

¿Puedes notar?

Tus manos al abrigo de mis caderas, el dintel de las piernas abriéndoseme a su exhorto, el pecho temblándome en su madriguera.

 

Ya sabes, finalmente,

todo son afanes de amor desbordándose a golpes sobre la corteza de los hombros mientras nuestros ojos de té se miran enamorados.

 

Más tarde

mientras enhebras el sueño, mis manos sedientas de tinta buscarán arias suaves entre geografías descarriadas y entre versos y palabras de cuadernos venerables dibujarán letras con una caligrafía de sonrisas dormidas vaciando la amargura de los sueños, sobre la memoria anónima del mundo.

                                                                                       Johann R. Bach

...las voces se agitan... en la callejuela junto al bulevar de Pére Lachaise.

LLAMAR A CADA COSA POR SU NOMBRE

 

Ya no bastan cuatro frases hechas,

aprendidas de antiguos comediantes, ya no tenemos quince años saliendo de los sueños de la infancia.

 

Dentro de las cancelas cerradas

en la amarilla llama del mediodía -cuando callan las estatuas y los mitos aceptan- las voces se agitan, al principio pura, tranquilamente y después atronadora y rápidamente en la callejuela junto al bulevar de Pére Lachaise.

 

Descubren de pronto los eternos secretos;

a veces -con naturalidad aplastante- son terribles y temibles como tumbas y otras veces de nuevo como tumbas otra vez.

 

Como caricias de lejanos y finos dedos

llaman a cada cosa por su nombre: llaman al agua de la fuente, boca; a los negros y altos árboles, olvido; a la noche entre las rieras, cordón umbilical;

 

llaman a los ojos llorosos, "amiga";

a los frescos labios rojos, hojas; a los dientes amorosos, pesadilla; a los purpúreos lechos de amor, abismos; a las negras aguas del puerto, lámpara;

 

llaman a las anclas enmohecidas, treno del sueño;

ponen alas de colores a la triste mirada de Orfeo; en sus manos (de Orfeo) ponen abanicos, desgarran  sus encendidas faldas, adornan sus cabezas con encajes muy delicados (en el pecho de Orfeo clavan banderas);

 

 

echan en el caos de los oráculos, sangre;

y, vuelven a llamar a las palmeras tizones; se detienen con sollozos en la palabra martillo; llaman silencio a las "puertas del Monasterio";

 

en lugar de muerte dicen, música en las sienes;

denominan bosque de la noche a tu corazón y lata y fría tristeza, al invierno.

 

ya no bastan cuatro frases hechas

aprendidas de antiguos comediantes; ya no tenemos quince años saliendo de los sueños de la infancia.           

 

                                                                  Johann R. Bach