EL SUEÑO DEL PEQUEÑO ATLANTE
Duerme el pequeño atlante
con ojos de té y habla en sus sueños. Su madre con todo el amor del mundo le tiene cogida la mano para que no se sienta sólo;
con un pañuelo azul
le seca el sudor de la frente para que el exceso de responsabilidades aceptadas por su ADN no se frustren. Sabe que se defiende, en una pelea desigual, de sus compañeros de escuela.
En esa pelea escolar
no placentera, reconoce sus debilidades. Pero la acepta como necesaria para el crecimiento de sus cejas: extraordinariamente pobladas le ayudarán a vigilar el horizonte mientras espere que surja del mar una nueva generación de criaturas capaces de crear entusiasmo entre los humanos.
El pequeño atlante sueña
en convertirse, al crecer, en un guardián más de la ternura y la comprensión de todos los que aguantan en pie tormentas y vientos marinos que erosionan la orilla de nuestra civilización.
Johann R. Bach
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