29 ene 2018

Quisiera olvidarlo todo,

EL MUNDO INFIERNO Y PARAÍSO



A lo largo de muchos años
me dijeron que exageraba al explicar las penurias que tuve que soportar en mi infancia. Dejé pues, de hablar sobre mis sentimientos guardándolos en mi corazón, pero he de dejar constancia de que

No me gustó ver cruces
miserablemente dibujadas con tinta roja girando en un cielo de tormenta. ¿A quién le gustaría presenciar tal Vía Crucis?

No me gustó ver tenias de nácar
en los intestinos de los niños emaciados hasta lo indecible de aquel Mundo Rural, garrapatas de esmeralda chupando el vítreo de sus globos oculares,

tampoco me gustó ver
el miedo devorando la materia gris de nuestro cerebro, el pánico extendiéndose sobre el barro de los campos y encharcándose en los caminos de carro.

No me gustó ver el infierno
y sus atrocidades ni los cielos abiertos y sus intestinos cargados de agua derramándose sobre nosotros.

No me gustó ver enloquecer
a la moral, a la inteligencia -menospreciada en todos sus extremos-, al fuego crepitar como los hambrientos estómagos, a la impotente luna gemir…, a los caballos relinchar de miedo a media noche.

No me gustó ver
rostros con los labios cuarteados permanentemente, ni los pechos negros de melancolía de las mujeres, caídos como ubres secas.

No me gustó ver…

El ser como anillo en el dedo de no ser,
todo en un instante en las orejas de la aguja
en un singular punto geométrico de mi hipotálamo.

Quisiera olvidarlo todo,
pero el Ángel Montserrat cree que es bueno recordarlo todo a modo de vacuna contra los colmillos de amenazantes bocas de mandíbulas abiertas, contra los ojos de tigre inyectados en odio, contra las tenazas de cangrejos gigantes y venenosas colas de escorpión…, contra diablos y monstruos que invaden nuestro incendiado campo del alma…

"El infierno -acostumbra a decir- está en nosotros,
pero también el paraíso".

                                                               Ermessenda