1 jun 2013

un hombre acompañado de una mujer bastante más joven que él

22. LOS HOMBRES DE MI VIDA

        (SCHÄFFER EL ASMÁTICO)

 

 

  • Asma húmedo

BLATA ORIENTALIS C7 -  C9

 

Este junio está siendo particularmente húmedo;

llueve cada día y continuamente el paisaje se oscurece amenazando las esperanzas de los que gustan de pasear por el parque. La persistente lluvia origina el desprendimiento de millones de flores de los centenarios tilos creando un manto amarillo que destaca sobre el fondo grisáceo de los caminos del Treptower Park.

 

Sentada en una austera silla,

protegida por un inmenso vidrio, al abrigo del viento y la lluvia, frente al parque, observo apaciblemente. Escribo notas sueltas que luego, aún no sé cuándo, tendré que hilvanar.

 

Entra un hombre acompañado

de una mujer bastante más joven que él, rompiendo el silencio del café al toser; la mujer le ayuda a acomodarse en la cálida mesa de madera maciza situada frente a mí.

 

Tengo la sensación

de que los he visto ya en alguna otra parte, como si esa escena la hubiera vivido la semana pasada. No es difícil que haya sucedido eso en un lugar donde las escenas insustanciales se repiten ante la avalancha de inconvenientes del clima lluvioso.

 

El hombre se despoja de su impermeable

y su gorra, que su acompañante cuelga en el perchero casi sigilosamente; sigue tosiendo mientras intenta leer la carta del menú. Aparenta unos sesenta y cinco años, aunque es posible que sea algo más joven por su enjuta constitución.

 

Su acompañante, de aspecto más fuerte,

pletórica parece conocer, por su comportamiento decidido, cómo actuar en tal situación: pide un té para él y un latte machiatto para ella.

 

Ahora lo comprendo.

No los he visto antes. Niko me contó en cierta ocasión que había un hombre que padecía una bronquitis asmática que empeoraba en tiempo húmedo.

 

El hombre, cuando se sentía mal,

se aliviaba tomando un té caliente. Cierto día lluvioso se encontraba muy mal, no paraba de toser y le pidió a su mujer que le preparase un té.

 

Al tomar el té

el hombre se sintió tan extraordinariamente bien que le preguntó a su mujer qué le había puesto en el té. La mujer, no dando importancia al hecho destapó la tetera para demostrar que le había hecho un té sin nada especial.

 

Su sorpresa fue mayúscula

cuando descubrió que en el té se había cocido un intruso escarabajo.

 

Esta noche cuando Niko,

me susurre al oído lo obvio, cuando oiga sus gemidos, cerraré los ojos y sentiré más que aprenderé...

                                                                                               Marta Guillamon

 

Solía ir por el Destille

Medicinas para el alcoholismo

 

                                                 LACHESIS  C200

                                                 OPIUM C200

                                                 NUX VOMICA C15

 

En Defreggerstrasse junto a "Greta and Friends"

(es el nombre de una guardería) vivía una mujer que tenía toda la cara azul, desde los pómulos hasta el mentón. Sus almendrados ojos eran más enigmáticos que bellos.

 

Solía ir por el Destille.

Yo no había reparado demasiado en ella. Siempre la había visto en la sala de billar contigua al abigarrado comedor de la entrada en la que nunca entré.

 

En cierta ocasión la observé

detenidamente mientras tomaba una de esas descomunales cervezas berlinesas: su pelo era negro, abundante, grueso y algo descuidado. Su blusa exageradamente abierta formaba un gran escote que aliviaba su calor al tiempo que mostraba el comienzo de sus enormes senos.

 

Mike, el camarero me hizo un gesto

indicándome que bebía mucho. El alcoholismo de aquella mujer era evidente y su grado ya es bastante grave, pues se tambaleaba al andar...

 

La observé a través de la ventana

mientras subía con dificultad a su auto, un Smart que tenía aparcado en batería en la acera donde corresponde estacionar los vehículos en paralelo, consciente de su propia dificultad para manejar el coche.

 

Las autoridades de Berlín aconsejan,

como en todas partes, viajar en transporte público si se ha bebido alcohol para no poner en peligro su vida y la de los demás. El alcoholismo es un peligro para todas las personas, para una mujer, es fatal.

 

Desgraciadamente los alcohólicos

abundan en Berlín, y por lo que he leído el alcoholismo es una plaga que se extiende por todo Europa cada vez más, porque ni el tabaco ni otras drogas han podido sustituirlo.

 

De la fermentación de los hidratos de carbono (azúcares)

surge el alcohol en el interior del intestino, pero por lo visto esa producción es insuficiente desde los tiempos de Noé y muchas personas si no beben algo de vino no se alegran jamás.

 

En una primera fase,

dicen los expertos en toxicología, los alcohólicos ocultan su dependencia y lo pasan muy mal porque se avergüenzan de ello, se vuelven taciturnos, malhumorados cuando no tristes y sólo se alegran cuando beben.

 

La vecina de Defreggerstrasse

debe haber sufrido mucho antes de llegar a esa fase en que todo les da igual y en la que se han borrado totalmente los signos de su infancia, como si nunca hubiera sido niña.

 

El alcohol, disolvente universal,

borra con el tiempo hasta las sensaciones humanas primarias. Niko opina que la única terapia posible es la que realizan los grupos de las ligas antialcohólicas porque las estancias en clínicas de desintoxicación no evitan las recaídas.

 

Niko asevera que uno de los primeros  síntomas

que indican que el alcohol está empezando a hacer estragos en el cerebro es la mentira.

 

El que bebe

(y también el que se droga con otras sustancias) miente como forma de desembarazarse del control al que le someten familiares y amigos mientras aún los tiene.

 

Me gusta soñar

que llegará un tiempo en que la humanidad encontrará una solución para evitar el exceso en la ingesta de alcohol, el equilibrio de los ácidos en el interior del cuerpo, un tiempo en que la angustia y la ansiedad no nos lleven, inevitablemente, a las guerras.                                                                                                                                      

                                                                                             Johann R. Bach

 

31 may 2013

Me conmueve una mariposa

LA SONRISA DE MARTA GUILLAMON

 

Siempre fueron un misterio las fuentes

de la creatividad de Marta Guillamon. A veces, en momentos que estaba más locuaz dejaba ir una retahíla de datos inconexos para nosotros:

 

Me inspira (comienza ya uno de sus monólogos)

el Teorema de Porro, ese gran matemático y topógrafo que sabía mirar el mundo desde las cumbres geodésicas y los ciclos que siguen a pies juntillas los múltiplos de siete.

 

Me conmueve una mariposa

con sus alas abiertas, de par en par, como las páginas de un libro, el vuelo de las abejas y sus construcciones hexagonales, la caléndula que se cierra cuando se oculta el sol y se abre para tenderse ante él cuando la nube ha pasado.

 

Me estremezco

con la misma profundidad al escuchar un poema ante el misterio que desprenden las soledades, al escuchar Spiegel im Spiegel de Arvo Pärt, al comprobar cómo mi amigo el Cornezuelo de Centeno devuelve la alegría que se había desprendido de los hombros.

 

Amo la naturaleza por sus formas:

la amo en su más pequeña brizna de hierba, desde la humilde flor de la azucena, el olivo centenario y la cima majestuosa de mi propio Monte de Venus.

 

Veo belleza en todas las cosas

por su propio carácter. ¿Cómo explicar la belleza del mar cuando se ha nacido con arena entre los dedos de los pies?

¿No transmiten en sí, técnica,

sabiduría, arte y amor los dibujos de Leonardo? Independientemente del ángulo desde el que se miren, son como el aroma de la vida, una vida expresada por una pasión. Yo sobaoreo su espíritu refinado, civilizado, aristocrático; siento por ellos la sincera atracción que me lleva a describirlos poéticamente.

 

En una ocasión, periodista inglés,

joven, exagerado en sus maneras e ingenuo vino a verme diciédome que había atravesado el mar para verme, (algo trágico, pero bonito) y que le explicara el origen de mis poemas.

 

Pasados algunos meses

me enteré por un amigo común que le había desconcertado, que había regresado a Londres muy decepcionado de su viaje, porque yo le respondí simplemente con una sonrisa.

 

                                                                                          Johann R. Bach

Jugaban un rato conmigo y pronto me olvidaban

      ERA LA MÁS PEQUEÑA

 

 

Era la más pequeña

de los hermanos, la última. No me decían nada; dejaban que jugara con la arena sobre mis tobillos; era una niña callada, y además más chica que los demás.

 

Jugaban un rato conmigo

y pronto me olvidaban.

 

Pasaban gritando, sofocados,

enormes, riéndose de todo; casi nunca reparaban en mí. Un muchachote daba un puntapié a una pelota de trapo mientras sujetaba a mi hermana

por la trenza, única y bella.

 

Yo sentía ganas de llorar, pero

viendo su sonrisa, yo también reía.

 

Todos se afanaban en sus brincos,

lucían sus habilidades y voceaban. La masa inmensa de los muchachos,

agolpada, rojiza aumentaba mis latidos, y pálidamente yo los miraba me levantaba y caminando sobre la arena metía diminuta mis pequeños pies en el agua.

 

El balón iba de un lado a otro

seguido por mis ojos sin tocarlo. Me retiraba a sentarme en un rincón

sobre la arena impotente, admirando y temiendo las correrías.

 

Un chico enorme, exhausto, se sentaba

de vez en cuando a mi lado para descansar, me sentaba sobre sus piernas. Su sudor me llenaba de gozo mientras me cogía las manos y sus brazos me rodeaban suavemente. Me gustaba su olor.

 

Era la primera persona que me prestaba

unos minutos de atención.

 

                                                                                                 Johann R. Bach

La dulzura de la seda del párpado

Mis viajes de dama solitaria

 

Mis viajes de dama solitaria

descendiendo por la estratosfera como por una escalera de caracol se suman al antiguo color de las pupilas. Después de vivir en el Hospital ¿es que acaso volví a mirar igual?

 

¿No se fijó un color

como un extraño cúmulo de algas en mis viejas pupilas?

 

Lo mismo que en los pliegues

mínimos de mi piel se fosilizan besos y desdenes, así mis ojos filtran esa franja turquesa del mar que acuna islas en medio del Lago de los Sueños,

medusas de amatista al amanecer, blancura de navíos varados.

 

Mi piel es vertedero de memoria

lo mismo que el poema.

 

Pero quizá mis ojos

extrañamente abiertos y brillantes, después de tanto tiempo sin sol, de repente dibujen empapados de luz un boscoso archipiélago perdido en el Egeo.

 

La dulzura de la seda del párpado,

es la misma que la seda de la ingle o la de la seda roja del cielo de la boca, o la seda blanca, escondida, de la nuca.

 

Asaltan mi memoria los recuerdos

del deseo de besos en mis numerosos y pequeños lunares de la espalda, en la crisálida de seda del ombligo mientras la seda digital se enreda en el ovillo del pubis.

 

La piel como sedante

atempera mi memoria. Extendida al sol se renueva.

 

                                                                                             Johann R. Bach

No nací para sobrevivir rebuscando entre los contenedores

EL CAFÉ CON LA CHICA DE LA LIMPIEZA

 

Estoy desesperada. ¿Me comprendes Marta?

Si no fuera porque tú y otras vecinas me dais los vidrios para limpiar nos moriríamos de hambre.

 

Yo no nací para sobrevivir

rebuscando entre los contenedores. ¿Me comprendes Marta? Antes de llegar a eso me pegaría un barrigazo. ¿Me comprendes Marta? Sí, sí. Me tiraría desde lo alto de la Sagrada Familia.

 

Las niñas me dan

un montón de dolores de cabeza y me llevan de culo. ¿Me comprendes Marta? Y para más "inri" mi pareja está otra vez sin trabajo. Fuma más que nunca. Y me siento afortunada porque no bebe.

 

La mayor sólo come

gracias a que mira a las golondrinas piar sobre los alambres de tender la ropa. ¿Me comprendes Marta? Se queda con la boca abierta y así consigo meterle alguna cucharada.

 

Mastica un poco, sin ganas,

y da vueltas y vueltas a cada bocado hasta formar una bola, a veces imposible de tragar y la escupe. ¿Me comprendes Marta? Mientras mira el televisor le doy puré y la mitad se le cae en el babero sin despegar los ojos de los dibujos animados.

 

Se alimenta casi únicamente de palitos de sal.

¿Me comprendes Marta? Está tan delgada que podría escurrirse entre los barrotes del balcón. Para evitarlo hemos puesto unas grandes jardineras con cactus.

 

Mi pareja me dice que tiene celos de él.

¿Me comprendes Marta? Y tal vez se esté dejando morir. A mí me parece imposible, pues sólo se llevan once meses y parece que juegan a gusto.

 

Aunque pensándolo bien…

Cuando vamos de paseo, a menudo algún turista me para por la calle. ¿Me comprendes Marta? Me pregunta si puede hacer una foto a las niñas. Yo las coloco a las dos, pero él sólo quiere retratar a la pequeña con su lacito a cuadros en el pelo y su peto azul y sus zapatitos blancos.

 

Nadie quiere fotografiar a una niña de mirada triste.

 

Cuando me enteré de que estaba embarazada

De la mayor quise deshacerme de ella. ¿Me comprendes Marta? Me pasé semanas enteras moviendo sofás y cambiando de sitio una y otra vez los muebles. Hasta soñé caer por las escaleras.

 

¡Erámos tan felices los dos solos!...

Antes de que me abandonara al quedarme embarazada por segunda vez. ¿Me comprendes Marta?

 

A veces me parece que comprenden

todo lo que hablo en voz alta. ¿Me comprendes Marta? Cuando me pasa eso por la cabeza tengo la sensación que los niños oyen hasta lo que una no llega a pronunciar jamás.

 

Y ven lo que nadie percibe.

¿Me comprendes Marta? Sólo que no lo dicen, lo llevan en los ojos.

 

Voy a continuar limpiando los cristales

antes de que me salten las lágrimas. ¿Me comprendes Marta?

 

                                                                          Johann R. Bach

Músico de profesión, bebía cerveza sin freno

21. LOS HOMBRES DE MI VIDA (Kunkel)

 

 

  • Anestesia pre/post  operatòria

              OPIUM C15

 

  • Mesenteritis

               BARYTA CARBONICA C9 

 

Herr Kunkel vive en un loft espacioso

en la Puschkinallee junto al Elsenbrucke. Lo conocí en el "Tapas 6" en una tarde lluviosa en la que él i yo éramos los únicos que nos habíamos refugiado en el local de Jens. No tuvimos más remedio que intercanviar algunas palabras, que per mi parte no fueron demasiadas.

 

Él, al contrario, bebía cerveza sin freno

y sus anécdotas parecían crecer en importància a medida que iba consumiendo la reputada cervesa alemana.

 

Músico de profesión,

debía rayar los sesenta y ocho anys. Tenía una complexión maciza, un rostro inexpresivo, casi sin arrugues i tenía los dientes propios de los berzos.

 

Su cabeza presentaba una calvície brillante

y peculiar en las sienes y en la coronilla. Els seus ulls desprovistos de viveza no invitaban a la conversación, porque de las coses que explicaba era difícil obtenir algo útil.

 

Herr Kunkel era

lo que podríamos llamar una persona de éxito en todo aquello que se refiere a su profesión: consiguió hacerse un lugar en el mundo de la música gracias al soporte de una famosa discográfica; ganó dinero en cantidades imposibles de gastar y sus hijos pueden presumir de ser persones importants, aunque solo sea en el Alt Treptow.

 

En cierta ocasión después de una actuación

en un concierto en París  vomitó  todo lo que había cenado. No le dio importancia, pero al dia siguiente también vomito lo que había desayunado y al mediodía tampoco pudo probar bocado: vomitaba todo lo que comía.

 

Se fue directo al hospital.

Allí le diagnosticaron una mesenteritis aguda. Los médicos le aconsejaron una intervención quirúrgica urgente, pero al músic no le hacían gracia las persones extrañas y aún menos si eran médicos. Se empeñó en regresar a Berlín y operarse  con médicos "conocidos"de La Charité.

 

La operación se realizó con éxito

y no presentó dificultad alguna: el ganglio mesentérico, que con su inflamación  obstruía el tránsisto del intestino delgado, fue extirpado.

 

 Aun así, herr Kunkel no estaba satisfecho

porque después de la operació no conseguía evacuar, y él lo atribuía al hecho de que alguna cosa no había ido bien en la intervenció quirúrgica.

 

Tres dias más tarde el artista salía del hospital;

su alta se produjo immediatamente después d'una deposició abundant producida por  un fármaco homeopático.

 

De hecho, el problema del tapón (parálisis)

del intestino  no era otra cosa que el efecto postoperatorio de la anestesia, pero Herr Kunkel aún continua desconfiando de l'eficàcia de la Medicina...

 

Yo, desconfio de la inteligencia de los individuos macizos... que pensen que todos los médicos son iguales y que desconocen que hay muchas teràpies... todas ellas pertenecientes a la Medicina.

            

                                                                              Johann R. Bach

El "Esclavo Köhler" habla por los codos ...

20. LOS HOMBRES DE MI VIDA (Köhler)

 

 

                                                                                          Treptower Park

 

  • La hipertensión

              BARYTA CARBONICA C6 - ARSENICUM IODATUM C15

 

Escribo sentada,

bajo los asilvestrados árboles de la terraza del "Destille". De frente tengo la bien cuidada masa árborea del Treptower Park. Los toldos de las pérgolas se encuentran curvados por el agua acumulada de la reciente tormenta, envejecidos, fatigados por el peso excesivo en sus espaldas.

 

La dejadez de la terraza contrasta

con los trabajos de conservación diarios que se le dan al parque; ese es su encanto: precariamente amueblada, goza de una paz increíble sólo rota por la sirena de alguna ambulancia.

 

En la mesa de al lado, el Esclavo Köhler

habla por los codos con sus dinosáureos amigos. A Köhler se le apoda "Esclavo" porque cuando se le pregunta si tiene trabajadores a su cargo o es autónomo contesta, con verdadero sentimiento, que él es un esclavo para indicar a un tiempo su obrerismo ideológico y su cualidad de trabajador.          

      

Le acompañan en la ingesta

de sus sucesivas cervezas cuatro amigos cuyo peso conjunto bien podría exceder la media tonelada. Hablan en voz alta sin importarles que en la mesa contigua esté yo.

 

Su queja común es el sobrepeso

y la hipertensión arterial; nunca lo que comen, lo que fuman o lo que beben. Sobreviven sin preocuparse de sus familias, de su economía, ni de su salud:

 

el sobrepeso es molesto

porque continuamente ven en la televisión programas terroríficos que señalan su peligrosidad; la hipertensión es un problema porque se lo dicen los médicos, en realidad su despreocupación es total y, por otra parte, no importa porque siempre habrá quien se mal ocupe de ellos.

 

De hecho Köhler y sus amigos

siempre fueron de constitución maciza, con problemas de lentitud en su hacer y en su pensar, tímidos en general y siempre con problemas amigdaláceos.

 

Aún con todo, la peor consecuencia

que arrastran desde su infancia es la cerebro-esclerosis (o esclerosis cerebral) que produce senilidad prematura y su manifestación más patente es el déficit endocrino tiroideo y genital: su cuello es abultado y macizo; su próstata hiperplásica.

 

Köhler y sus amigos suelen beber cerveza

casi exclusivamente en la terraza del "Destille" cuando hace buen tiempo porque son frioleros y la humedad de los entretiempos (otoño,  primavera) no les invita precisamente a ir a recoger caracoles.

 

Sólo se angustian cuando deben apresurarse,

como sucede a muchos berlineses, debido a su escasa producción de adrenalina: su hipofobia es tal que no quieren tener ninguna clase de obligación, ni trabajar, ni tampoco ir al médico (no sea que les encuentre alguna enfermedad real).

 

Distraída con la observación

de esos tipos no me he apercibido que Maja ha dispuesto el descomunal café; típico en ella. Luego ha llegado Niko y la alegría ha vuelto a invadir todo mi cuerpo.

 

No hay duda.

 

En el parque anidan

decenas de miles de pájaros que construyen sus nidos, pían sin parar  como en un inacabable concierto polifónico, alimentan a sus polluelos y comparten la fantasía con sus parejas:

 

Hay vida y pasión más allá de la arteriosclerosis...

                                                                                                  Johann R. Bach

 

 

30 may 2013

EL RECHAZO A LA SOLEDAD Y A LA COMPAÑÍA

El rechazo a la soledad  de  Arsenicum album

 

El rechazo a la compañía de

la solitaria Kalium carbonicum

 

En Baumschulenweg hay una relojería

que es más taller que tienda. Allí su propietario Jens pasa jornadas interminables, sin clientes, poniendo en orden todo el ya ordenado taller.

 

Es un maniático de la limpieza

y del vestir cuidado. Pasa revista a cualquier detalle del taller una y otra vez. Cuando entra algún cliente se desvive por atenderlo.

 

Es un hombre delgado

con la piel muy blanca. Sus ojos parecen asustados, sus cejas producen caspa continua e inevitablemente, cosa que molesta mucho a Jens porque le frustra su pulcritud.

 

Es friolero y se queja

del clima de Berlín. Tiene la piel seca y su olor explica sus temores. Es un olor nauseabundo, como a cadáver. Toda la tienda tiene su mismo olor. Él no lo nota.

 

Su carácter quisquilloso

mejoraba sustancialmente en verano y se tornaba más tolerante, de forma que hasta llegaba a proponer ir al cine los jueves por la noche… porque era el día barato…

 

Ayer me encontré a su mujer

en el Veracruz, el bar mexicano de Elsenstrasse, tomando un café. Me confesó que estaba dejando pasar el tiempo y que cuando dejaba la tienda sentía placer incluso observando el tráfico parada frente al semáforo.

 

Su marido Jens,

la agobiaba con su manía con la limpieza y el orden, la obligaba a hacer una dieta vegetariana porque la carne le originaba náuseas y diarreas.

 

En casa Jens no le daba un minuto de respiro.

Jens le daba órdenes a su mujer continuamente, sólo la dejaba tranquila cuando atendía a algún cliente. No puede estar solo, me decía ella suspirando.

 

Para Jens la religión lo era todo.

Predecía la hora de su muerte; sólo el sexo se escapaba de ese círculo de ideas. Su libido parecía no tener límites, pero Charlotte no soportaba las relaciones sexuales sin cariño y, a menudo le entraban ganas de vomitar cuando Jens la penetraba. Jens era tacaño hasta para regalar caricias.

 

Contaba a menudo el dinero

de la caja, tenía los extractos de las cuentas bancarias en el primer cajón de su mesa de trabajo y el inventario estaba al día. 

                                                                                                                    

Jens no quiere la soledad, Charlotte no soporta su compañía...

                                                                                            Johann R. Bach