30 jul 2014

¡Qué puedes esperar de mí? Si eres lista aléjate de mí. Ni siquiera tengo el engreimiento de creer que mi conversación valga una birra.

BLUES PARA LAURA

Si eres lista, Laura, aléjate de mí.
¡Aléjate de mí! ¡Lo más lejos que puedas!

Si eres inteligente
no permanezcas junto a mí, pero si a pesar de todo prefieres una vida llena de percances

entonces coge mi mano y no la sueltes.

¡Mira! Todos parecen divertirse;
beben cerveza y fuman porros liados con maquinilla, sin embargo a mí todo eso no me dice nada:

No sé divertirme como ellos.
En mi país no hacía otra cosa que pasear por la playa y capturar pequeñas gambas y arañas de mar olvidadas por la marea en su retirada.

He ido a la oficina de desempleo
(aunque en el rótulo pone Oficina de Empleo), he cogido número y he guardado pacientemente en la cola,

Han llamado por su nombre a medio mundo,

pero ninguna mesa me ha llamado.
A mi lado se han sentado varias personas que ni siquiera me han mirado. Ni mis iguales tienen interés por mí.

Sólo un negro me miraba
con sus grandes ojos. Conozco bien esa mirada, quiere que le pague una birra a cambio de unos minutos de conversación.

Limpio jardines,
a veces trabajo de camarero y me pagan (en negro) a tres euros la hora porque, aunque comunitario, soy extranjero.

¡Qué puedes esperar de mí?
Si eres lista aléjate de mí. Ni siquiera tengo el engreimiento de creer que mi conversación valga una birra.

Laura amor, si eres inteligente
no permanezcas junto a mí, pero si a pesar de todo prefieres una vida llena de percances

entonces coge mi mano y no la sueltes.

                                                              Johann R. Bach

COMENTARIO DE KARLA

o si te atraigo no te sueltes de mi lado pues tú también me atraes y probaré el vaivén de tu ermitaña vida. Y te seguiré donde tú decidas. =)

COMENTARIO DEL AUTOR

BLUES PARA LAURA no es más que la letra de una canción escrita para unos amigos de carne y hueso como son François - el camarero de la foto - y Laura que después de conocerse en el Bar de La Virreina en Barcelona decidieron irse juntos a trabajar a Irlanda. Desconozco si aún siguen juntos.

la luna nunca luce sin traerme sueños de su larga cabellera y las estrellas nunca salen sin que vea sus brillantes ojos.

SUEÑOS DE MARINERO

 

Fue hace muchos años,

muchos años, en un pueblecito junto al mar, donde vivía una muchacha alegre que

 

tal vez conozcáis

por el nombre de Marta Guillamon;

 

vivía sin otro pensamiento

que amar y ser amada.

 

Era una niña diez años mayor que yo.

No pensábamos siquiera si éramos felices en aquel rincón junto al mar, pero amábamos con

 

un amor que era más que un amor,

Marta y yo,

 

Con un amor

que los alados serafines del cielo nos envidiaban a ella y a mí. A veces me desnudaba y colocaba un lápiz junto a mis genitales y me decía:

 

Cuando la tengas así de larga nos casaremos.

 

Sin embargo, un día,

en aquel pueblecito junto al mar, surgió un viento huracanado proveniente del norte, helado; y tras él una nube sobre la cual Marta viajó a una ciudad mayor.

 

Así que sus padres de alta cuna

la alejaron de mí para que estudiase y pudiera casarse con alguien bien dotado.

 

Los ángeles, ni la mitad de dichosos en el cielo,

nos envidiaban a ella y a mí; ¡sí!, ésa fue la razón (como todos saben en aquel pueblecito junto al mar)

 

de que surgiese aquella nube,

una noche helando y llevándose a mi Marta.

 

Pero era nuestro amor

mucho más fuerte que el amor de los que eran mayores que nosotros, de muchos más sabios que nosotros,

 

y ni los ángeles del cielo allá arriba,

ni abajo los diablos, bajo el mar, pudieron jamás separar mi alma del alma de la hermosa Marta Guillamon.

 

Pues la luna nunca luce

sin traerme sueños de su larga cabellera y las estrellas nunca salen sin que vea sus brillantes ojos.

 

Y así, durante largas noches yazgo,

siempre que puedo, tendido al lado de ella, mi amada, sobre la blanca arena

 

en aquel pueblecito

junto al sonoro mar.

 

                                           Johann R. Bach

 

29 jul 2014

brillaba, luminosa y fuerte, Astarté en un tranvía,

SALVE REGINA

La veía cada día en el tranvía.
Mis ojos se deleitaban en su pelo bien cuidado, en sus grises ojos bien conjuntados con sus labios rojos.

No sabía su nombre,
pero por su porte de reina la nombraba en mi diario como Regina.

De vez en cuando
no acudía a la cita que en mi imaginación se acordaba con un hasta mañana al apearse del tranvía dos paradas antes de la mía.

Yo sufría –o tal vez no- solo
en un mundo lleno de calladas quejas, y mi alma era una ola estancada hasta que la hermosa Regina

se convirtió en la alegría de cada día.

¡Ah, menos, menos brillantes
las estrellas de la noche que los ojos de aquella radiante muchacha!

Y nunca un copo de nieve
pudo rivalizar con el rizo más descuidado -si lo hubiera- de la bella Regina.

Ni siquiera la cabellera de un cometa
podía compararse con el rizo más humilde y desatendido de la Regina de brillantes ojos.

Me asaltaba la duda y el dolor
de saber que ella ni me veía. Ignoraba que yo la saludaba todas las mañana con el ¡Salve Regina! guardado en mi pecho.

Yo sentía su alma impregnada
en los fríos cristales de forma que suspiro a suspiro, brillaba, luminosa y fuerte,

Astarté en un tranvía,

Mientras siempre hacia ella
yo elevaba la mirada como cualquier muchacho que buscaba la perfección y en sus ojos grises la encontré.

                                              Johann R. Bach

COMENTARIO DE PATRICIA

En la ruta de la vida hay bellos paisajes que es imposible dejar de admirar... Los rostros se quedan aprisionados en nuestros sentidos queriendo gritar al mundo: "te necesito" " dígnate a hablar conmigo" . El destino , entonces callado, hace que se vire en una platónica estrella quedando en un rincón donde quizás se piensa, por qué no me atreví a soplar sus vientos, a caldear su porte, a dar la oportunidad de poder ser algo más que un bello recuerdo. >_<

COMENTARIO DE BARBARA

He visto lo bello de tus pensamientos y aunque me adules, sigo pensando que Patricia no quiere perjudicarte.... sabes que lo que escribo, se lo hago a un Mago cautivador de nuestros sueños, que es él el que pone lenguaje sobre mis dedos , y que a él le regalo lo que mi pensar escribe. Si con todo esto consigo elevarlo algo más al podium de los dioses, deja que lo eleve, porque es poco ese regalo que mi corazón le da. 

Eres puro amor escondido en el mundo, eres la balada de mi caminar en la vida, eres lo más bello que parió madre alguna.... y me quedaré corta aunque sin palabras , porque no existen para poder describirte. 


¿Tal vez fueron gritos aquellos besos?

A SARA VIOTTI

 

De la melancolía

causada por tantos y tantos cansados desdenes nos podría arrancar el mensaje que cada mañana nos damos en gran baúl de Google

 

temblando unos, avergonzados otros.

 

¿Cuál? Nos consumimos…

 

¿Desde cuándo

son las palabras (escritas) besos?

 

Durante mucho tiempo –siglos inacabables-

los besos han sido palabras;

 

abriéndose paso desde la puerta de dos hojas,

al salir, dichas con fuerza, abrieron con violencia los portones de los labios.

 

¿O tal vez fueron gritos aquellos besos?

 

Eran, sí, gritos

sobre las bellas colinas como son, Sara, las de tus pómulos.

 

Gritos lanzados por el cielo

en años juveniles de tormentas.

 

                                                            Johann R. Bach

28 jul 2014

A los setenta… ¡Por fin la luz! A partir de átomos, puntos de coordenadas que se doblan en los espacios,

           MÚLTIPLOS  DE  SIETE

Siete años tardaste en aprender
a hacer el lazo de los zapatos heredados de tu hermano. Los cordones ya desgastados por el uso resbalaban fácilmente sobre los calcetines y su forma de ocho horizontal crecía y crecía como el espacio.

Hasta los catorce no te fue necesario
dibujar ese signo y otros sobre un cuaderno de hojas con fondo cuadriculado llenas de ecuaciones de segundo grado. En esos momentos crecías y crecías como las hojas de un guisante germinando.

Las chapucillas con cilindros
y cónicas y las reflexiones sobre los péndulos de compensación para medir exactamente el transcurrir de los minutos, formaban parte de una sed inextinguible de conocimientos. Tu imaginación despertaba a impulsos de intensidad irregular, pero imparable.  

A los veintiuno descubriste la noche
y la Banda de Moebius que completó tu colección de figuras construidas con delicada papiroflexia. Empezaste a frotarte las manos porque las piezas del puzle de la vida empezaban a encajar.

Entretanto el amor llamaba
a tu ventana como la zarpa del helor de un crudo invierno. A partir de rombos, triángulos y pirámides construiste un jardín inteligente a falta de un diamantino edén en el que hasta los insectos pudieran acudir al festín de la miel.  

A los veintiocho te atreviste
a decir tímidamente para tus adentros: ¡Eureka!. Creíste haber encontrado la piedra filosofal, pero no querías parecer ridículo y no comentabas públicamente las locuras filosóficas que se te ocurrían;

las otras, las de la especie,
ya no estabas a tiempo de ocultarlas: ya te habías convertido en padre y habías inventado la palabra ser –palabra dura e incolora.

A los treinta y cinco sólo
los cambios de domicilio te salvaban de la hoguera que los vecinos preparaban pacientemente.

No les gustaba tu forma
de apartar las hojas cálidas con manos vivas y cómo pisoteabas las estampas que ellos consideraban sagradas.

Los viajes
y el perfeccionamiento de varios idiomas a la vez te ocupaban horas y horas. Te cultivaste como si fueras a vivir toda la vida. Aún te costaba romper a llorar y diluir en tus propias lágrimas el espacio y al igual que el tiempo, no detendrías tu enloquecida carrera.

A los cuarenta y dos años
no viste amor en sus ojos. Empezaste a sentir aquella lluvia de reproches sobre tus hombros como la humedad de la niebla. Tus versos, tus besos, tu sueldo eran insuficientes.

La atracción newtoniana
ya no funcionaba como cuando erais unos perfectos desconocidos. Tuviste que tomar la decisión de ganar dinero como la imitación de un proceso que conduce al suicidio.

Tus cabellos te iban abandonando,
eran cada vez menos abundantes en la cabeza mientras el vello brotaba en todos los poros de tu pecho. La sensibilidad de tu piel quería evitar el vacío a tu alrededor que era cada vez más fuerte.

En esos años
ya no confiabas en tus cinco sentidos: el mundo podría quedar reducido al tamaño de una avellana mientras que pequeños planetas cegados por su propia sangre podrían crecer y dar paso al nacimiento de un sol.

A los cuarenta y nueve el exilio
te salvó el pellejo, la modestia volvió a tu corazón, empezaste la larga travesía del ecuador de tu vida y a saber lo que querías. El listón quedó fijado en los ochenta y cuatro por los cálculos de Quetelet.

A los cincuenta y seis comprendiste
a tu padre y a tus hijos; supiste de sus limitaciones y los reconociste como seres humanos que sufrieron lo suyo.

Y en cuanto a tu madre
pensaste que ella nunca cambió:

esperó siempre vuestro regreso
vestida con su blusa blanca moteada de lunares azules y sus ojos grises en el umbral de todas las puertas, con la sonrisa haciendo juego con las perlas de su collar.

Comenzaste a recordar
que le gustaba el café, la tranquilidad y las películas de Humphrey Bogart; y, como si los estuvieras viendo, sus movimientos de cabeza desaprobando tus primeros versos.

A los sesenta y tres escribías
sin parar con la locura del que cree que no va tener tiempo suficiente en los veintiún años restantes para amar y al mismo tiempo explicar cómo la primera parte de tu vida te pareció huérfana de caricias.

A los setenta… ¡Por fin la luz!
A partir de átomos, puntos de coordenadas que se doblan en los espacios, cabelleras de cometas que se peinan una vez cada setenta y cinco años, púlsares que presumen de medir el tiempo,…

puedes construir la infinitud
y entregarte de lleno al amor y erigir puertos y cabañas rodeadas de naranjos y viñas, de frágil duración, lugares donde el tomar el café entre sonrisas amables permite ver la vida desde un ángulo desconocido.

A los setenta y siete te pudiste
permitir el lujo de renunciar a la fama y concentrarte en escribir, durante los siguientes siete últimos años –que no es poco-, todo aquello que los demás no pudieron o no quisieron ver.

Sobre una tabla con siete cuerdas
depositaste tus lagrimitas ya disecadas y con tu rígido puño de rebelión y temblorosa caligrafía sobre papel inmaculado en una noche fría estuviste escribiendo

tu amarillo y ridículo testamento ológrafo.
Secreto, aún sin fecha, pero con la rúbrica extendida al margen de cada hoja, lo guardaste en un cajón de la cocina. Abogados y jueces se desvivirán por desentrañar su validez. ¡La voluntad sobre todo! (la Willenstheorie de Descartes). ¡Faltaría más!

¡Ah! ¡Ese listón de los ochenta y cuatro!
Tan duro de pasar, pero qué suerte haber llegado entero.
                                                                                                                                              Johann R. Bach

COMENTARIO (Leo P. Hermes)

Tres ciclos del cuarto múltiplo de siete determinan en nuestra vida, por orden, lo dulce, lo salado y lo amargo. Lo prohibido es el factor común a todos ellos.

El cuarto múltiplo de siete o ciclo de la luna
se compone de veintiocho ciclos circadianos o de veinticuatro horas -la noche y  el día-

El ciclo de las semanas,
de siete días, corresponde a cada fase de la luna. El Universo nos mete todo en paquetitos (clústers), con cintas de colores (los siete del Arco Iris) donde se ha grabado en cada una de ellas música con siete tonos (las notas musicales).

Y por último
los tres ciclos del cuarto múltiplo de siete componen una resultante de doce ciclos de siete años –en total ochenta y cuatro años- debido a que el número mágico es el de las constelaciones (el doce).

Así los dioses nos conceden
una vida corporal, de libertad erótica, por absurdo que parezca. Las semillas cosechadas, almacenadas en la infancia estallan con las primeras gotas de lluvia y concluyen hasta que se seca la última fruta.

COMENTARIO DE PATRICIA

Esa perfección nacida bajo el signo del siete, que cruza siete mares hacia un lado y otros siete hacia otro.
Hace que tus dedos sean puro sentimiento escrito, de una vida que disfrutas de su esplendor, de la búsqueda de un universo encontrado en las dos semanadas (7y7) . Tú eres ese barco al que nos aferraríamos porque nunca nos dejaría a la deriva. Y tus naranjos de flores de azahar hacen un perfume con fragancia de deseo .
El vaivén de tus sílabas plateadas bajo el manto de la luz, hacen llevadera nuestra existencia entre agujas de pino y romero.

Mi alegría es ver esa sonrisa de oreja a oreja pasear por las avenidas de los susurros, y ese descanso una vez la blanca espuma del mar cae gota a gota en la arena que la absorve para que no quede marca de lo existido y solo su fragancia traiga el recuerdo de lo evocado.

¡Mmmmm maravillosos sietes de la vida de un errante con corazón latente en cada rincón de nuestro loco mundo!!

bosones sacando a bailar a otros bosones sobre inmensas pistas de baile como átomos,

VIDA SECRETA EN EL MONASTERIO (Poema)

Tu vida en el Monasterio
se parecía bastante a la de las piedras: por fuera eras como una adivinanza que nadie sabía cómo resolverla. Vivías inmóvil la mayor parte del tiempo.

Era tu estrategia
pasar inadvertida. De día parecías soñar al borde del abismo y ni el fuego ni la lluvia podían comprenderte; pero de noche, si alguien hubiera hecho oído sobre tu corazón habría escuchado fiestas clandestinas allí dentro,

bosones sacando a bailar
a otros bosones sobre inmensas pistas de baile como átomos, y, fuegos artificiales en los cielos domésticos surcados continuamente por electrones.

Apenas les dabas ocasión
o la espalda, se despedían de la tierra para unirse iónicamente a otros mundos metálicos o covalentemente para licuarse y resbalar por la piel de los mares; y, después de rodar cuesta abajo persiguiendo a un sol donde se aprietan protones y neutrones incubados por ángeles.

A veces te sorprendían
en una de esas fiestas saludando con relámpagos secretos, probando con ello que eras pariente lejano de las nubes ionizadas y el castigo era inmediato:

tres días de aislamiento
completo en tu celda con el agua y el pan racionados. Después de vivir algunos de esos castigos descubriste que no eran tan duros;

como a muchas otras
te gustaba traspasar la gelatina del silencio que cubre las cosas, tropezar dos veces con la misma pareja, viajar sin salvoconducto al interior del núcleo el país de las heridas.

Hasta ahora
los bosones callaban -lo mismo que tú-, jamás respondían: hechos de silencio, cuando se les nombraba, realmente, al pie de los ríos o pasando sobre ellos el agua como los créditos de un largometraje, los arrojábamos a nuestro propio tejado.

                          Johann R. Bach

COMENTARIO DE PATRICIA

Precioso poema de sentimientos que están ahí y como la naturaleza hay que aplacarlos. La pena es que la pillaran. Pero seguiría dándose ese placer de vida que hace que la soledad del monasterio sea menos dura de llevar....
Vivan los bosones y fuegos artificiales que se dejan ver y sentir de vez en cuando!!!!!!, viva la fiesta que te deja el cuerpo sonriendo !!!!!
Vivan las palabras salidas de un corazón sencillo, apasionado y humano que es imposible no querer!!!

27 jul 2014

Los mareos y la náusea, el despiadado dolor han cesado

EL AMANECER DEL POETA

¡Por fin un respiro!
La crisis, el peligro ya ha pasado (no es una frase de un pepero), y la prolongada ascites ha terminado por fin;

y la fiebre llamada "vivir"
se ha estabilizado cambiando el pronóstico reservado por el de "en vías de mejoramiento".

Desgraciadamente sabes
que te han dejado sin fuerza, y ningún músculo mueves yaciendo cuan largo eres,

pero ¡no importa!,
tú sientes que a la larga te vas a poner mejor.

Y descansas con tanto sosiego ahora,
en tu cama que cualquiera que te contemple podría imaginarse que estás muerto,

podría sobresaltarse
al contemplarte creyéndote muerto.

Los lamentos y gemidos,
los suspiros y sollozas están ahora callados como aquel horrible palpitar del corazón: descontrolado, angustioso…

Los mareos y la náusea, el despiadado dolor han cesado con la evacuación de los líquidos aprisionados junto a tus vísceras

y que enloquecían tu cerebro,
con la fiebre llamada "vivir", que ardía día y noche en tus sienes.

Ya has conseguido beber
en el rio naftalino, has bebido del agua que aplaca o mitiga tu sed. Ahora duerme y descansa.

                                                              Johann R. Bach

COMENTARIO DE BÀRBARA

Descansa pues al amanacer de tus instintos vitales, pues la vida todavía transcurre en eterno palpitar. Tus pensamientos una vez descanses fluiran de esa hermosa montaña llamada cuerpo , produciendo un seismo de gran magnitud prosaica y poética que será imposible resistir....

Esa foto es increíble, me gusta , y sigo diciendo que no sé como no te caes de esa cama que es más pequeña que tú... =)
No debes moverte en toda la noche.
Creo que no dormiría pensando en que te ibas a caer. 

COMENTARIO DE LEONOR

Ese torso del poeta derrotado. Lo recorro de arriba abajo, y cada vez envidio más a Margarida =).
Pero una envidia sana sanota