10 ene 2015
Aún de regreso no me conformaba con haberte perdido por mi incapacidad de estar a la altura que mereces.
9 ene 2015
Llamemos, por ejemplo, a la inocencia zapato con suela agujereada;
UN SIMPLE ENTRETENIMIENTO
Si tenemos dificultad
para entender cómo evoluciona nuestro pensamiento
rebauticemos las cosas
con palabras surgidas de la soledad.
Llamemos, por ejemplo, a la inocencia
zapato con suela agujereada;
a la perplejidad,
habitación de pensión alquilada por horas;
al no tener forma de huír (escapatoria),
once y media de la noche;
a la indecisión,
un tren detenido en mitad de un túnel;
a la vergüenza,
una monja en un ascensor lleno de gente;
y a la paciencia,
cualquier palabra distinta de Job
(pues ya está cogida para decir empleo)
Johann R. Bach
8 ene 2015
el deseo, mano de hierro, que mantiene el timón,
Jugando al dominó con los metales
LOS METALES FICHAS DE DOMINÓ
Los que creen conocerme
dicen que no hago escritos de metales y que prefiero el estrépito humano al vuelo silencioso de la lechuza…
que sí, que sí, que en algunos deseos,
expresados en voz alta además de dejar constancia de la sabiduría del buho por escrito, deposito en él mi esperanza y
con incredulidad
devuelvo –recriminado por ello- las palabras que no llegaron junto con el oleaje de la sangre más íntima.
No hago leña del árbol caído. No.
Cuando no veo la solución me armo de paciencia y persisto como un niño tozudo.
Piensan algunos amigos que escribo
sobre temas diferentes cuando en realidad hablo siempre de lo mismo desde mundos diferentes.
Es muy raro en mí, por ejemplo,
escribir sobre la muerte o sobre la nada porque son cosas que bien podrían no existir.
Prefiero describir cosas comunes sin escándalo,
aunque común en mí no significa necesariamente sencillez y por ello me echan en cara la falta de una mayor provocación.
Ante los libros de otros
no adopto una actitud obtusa que me lleve a la conclusión -parafraseando a Mallarmé- de que ya he leído todos los libros
terrible frase exenta de toda esperanza.
Encuentro gozo al leer
a algún poeta que menciona el litio como el metal más ligero y por ello está relacionado con las funciones fisiológicas más nobles
alabándolo como un buen antidepresivo
o que simplemente llama la atención
sobre el fracaso momentáneo del grafito en los bordes del universo observable y que, por su lentitud, nunca llega a convertirse en diamante o
cuando con el mismo entusiasmo de un niño
admira el carácter del sodio auténtico metal combustible de delicados corazones y gran estabilizador de
la temperatura de la sangre humana.
Siempre he sabido
que la Tabla Periódica me esperaba
luchando por aflorar
ante mis perplejos ojos o balbuciendo en sueños con la boca llena de alumino-silicatos potásicos responsables en parte de
nuestra necesidad de amar.
Descubrir el cinc y sus propiedades
me hizo comprender la fisiología de la sensibilidad humana; el paladio metal de los carácteres palaciegos, la humildad.
Detrás de la plata
se esconde el carácter apresurado de los que nunca logran cumplir con su agenda: tienen miedo a morir dejando sin hacer la colada.
Los que no renuncian a hacerse ricos
están intoxicados por múltiples sales de oro y, aquejados por la hipertensión y fatales depresiones,
sobreviven como la palabra melancolía.
El platino se pega a los huesos como el titanio,
empequeñece todo lo que entra por las pupilas y hace creer que somos lo más grande despreciando cualquier noble manifestación artística:
sólo el senecio modera sus ambiciones.
Me encanta jugar al dominó
con la Tabla Periódica, descubrir el escondite del Lantano y cómo obligarle a que tire sus fichas y contribuya a paliar
las anemias de la blanca doble:
la insuficiencia renal y la anafrodisia.
Johann R. Bach
Juega a encontrar la solución
LOS METALES FICHAS DE DOMINÓ
Los que creen conocerme
dicen que no hago escritos de metales y que prefiero el estrépito humano al vuelo silencioso de la lechuza…
que sí, que sí, que en algunos deseos,
expresados en voz alta además de dejar constancia de la sabiduría del buho por escrito, deposito en él mi esperanza y
con incredulidad
devuelvo –recriminado por ello- las palabras que no llegaron junto con el oleaje de la sangre más íntima.
No hago leña del árbol caído. No.
Cuando no veo la solución me armo de paciencia y persisto como un niño tozudo.
Piensan algunos amigos que escribo
sobre temas diferentes cuando en realidad hablo siempre de lo mismo desde mundos diferentes.
Es muy raro en mí, por ejemplo,
escribir sobre la muerte o sobre la nada porque son cosas que bien podrían no existir.
Prefiero describir cosas comunes sin escándalo,
aunque común en mí no significa necesariamente sencillez y por ello me echan en cara la falta de una mayor provocación.
Ante los libros de otros
no adopto una actitud obtusa que me lleve a la conclusión -parafraseando a Mallarmé- de que ya he leído todos los libros
terrible frase exenta de toda esperanza.
Encuentro gozo al leer
a algún poeta que menciona el litio como el metal más ligero y por ello está relacionado con las funciones fisiológicas más nobles
alabándolo como un buen antidepresivo
o que simplemente llama la atención
sobre el fracaso momentáneo del grafito en los bordes del universo observable y que, por su lentitud, nunca llega a convertirse en diamante o
cuando con el mismo entusiasmo de un niño
admira el carácter del sodio auténtico metal combustible de delicados corazones y gran estabilizador de
la temperatura de la sangre humana.
Siempre he sabido
que la Tabla Periódica me esperaba
luchando por aflorar
ante mis perplejos ojos o balbuciendo en sueños con la boca llena de alumino-silicatos potásicos responsables en parte de
nuestra necesidad de amar.
Descubrir el cinc y sus propiedades
me hizo comprender la fisiología de la sensibilidad humana; el paladio metal de los carácteres palaciegos, la humildad.
Detrás de la plata
se esconde el carácter apresurado de los que nunca logran cumplir con su agenda: tienen miedo a morir dejando sin hacer la colada.
Los que no renuncian a hacerse ricos
están intoxicados por múltiples sales de oro y, aquejados por la hipertensión y fatales depresiones,
sobreviven como la palabra melancolía.
El platino se pega a los huesos como el titanio,
empequeñece todo lo que entra por las pupilas y hace creer que somos lo más grande despreciando cualquier noble manifestación artística:
sólo el senecio modera sus ambiciones.
Me encanta jugar al dominó
con la Tabla Periódica, descubrir el escondite del Lantano y cómo obligarle a que tire sus fichas y contribuya a paliar
las anemias de la blanca doble:
la insuficiencia renal y la anafrodisia.
Johann R. Bach
6 ene 2015
No, no te he olvidado, a pesar de haber cambiado, dulce luz de aquel tiempo, primicia de la tierra.
REYES MAGOS
Hay jolgorio en la primera planta.
Los niños de toda la familia se han reunido como todos los años en este día único en todo el año.
Hoy es el día en que los Reyes Magos
llevan en sus bolsas de reparto, trenes eléctricos, muñecas que hablan, Play Stations…
Miro por la ventana;
hace sol y frío al mismo tiempo y no participo de esa alegría porque nada ha seguido tan bello.
Yo era demasiado pequeño en aquel tiempo.
Una tarde
-no recuerdo si era Navidad o fin de año-, en casa quisieron bailar, de pronto y
enrollaron a toda prisa la vieja alfombra roja.
¡Qué luz inunda aún mi memoria
de toda aquella escena!
Y ella entonces bailó.
Sólo a ella veíamos. Y por momentos la perdíamos de vista porque su aroma se había transformado en mundo y en él nos sumergíamos.
Yo era demasiado pequeño en aquel tiempo.
Porque ¿cuándo he tenido años suficientes
y he podido dominar su aroma?
¿Cuándo para poder desligarme
de ese indecible vínculo, y caer, libre, como cae una manzana?
Sí sí, ¡aquello siguió siendo tan hermoso!
La esencia sutil de azahar inundaba la sala, que se abría al jardín.
Cómo se ha salvado el día aquel.
Nada lo ha borrado de mis sueños como si fuera mío o cosecha que no acaba.
Eso es para mí la posesión:
que sobre nosotros –niños inteligentes, pero niños- haya volado la posibilidad de ser felices.
Tal vez ni siquiera eso.
Imposibilidad, más bien;
sólo un simple barrunto: aquel tiempo, aquella sala junto al jardín… ¡Qué inocentes los valses de aquel tiempo fugaz!
¡Qué engaño puro!
En ti, ya adulta, cuánto pienso.
No como entonces, que era un niño asustado y tú una elegante profesora de matemáticas,
sino desde hoy,
casi como un querubín, en su alegría.
Si aquellas horas ya son indestructibles,
qué edificios podía alzar en nosotros la vida si al fin y a la postre estamos hechos de aromas y luces.
Lo recuerdo todo, pero…
Yo era demasiado pequeño en aquel tiempo. Aun siento cómo entre mis dedos mínimos, desecha casi, sujetaba una flor azul de caulophyllum.
No, no te he olvidado,
a pesar de haber cambiado, dulce luz de aquel tiempo, primicia de la tierra.
Todo lo que prometías
con tus fórmulas aritméticas se ha cumplido, desde abriste mi corazón sin violencia.
Temprana imagen fugitiva que advertí:
porque he conocido la fuerza alabo la ternura, ternura que me estos niños alegres en el día de los Reyes Magos
me trae tu recuerdo.
Johann R. Bach