27 ago 2011

Elisa envia un poema sobre la necesidad de oxígeno

Te faltó el Oxígeno

 

Comenzaba el verano,

como monjas tempraneras las golondrinas

alzaban sus tocas blancas y negras

y tú querías irte.

 

Me parecía imposible que tu cuerpo

a pesar de la luz del sol, quisiera reposo

y olvidara la ternura de aquellos días.

 

Porque todo era bello

cuando tú estabas entre nosotros,

y ahora sólo podríamos llevarte flores

y decirte adiós con música o con poemas

y revivirte entre sueños y alegrías.

 

Era un día de verano y tú querías irte.

Sobre la mesa había una chichonera1,

en la que guardabas los huevos de zurcir;

redonda y de ligero mimbre que tú

docta cigüeña, tan algebraica,

habías construido sacándole a las tardes

la raíz cuadrada.

 

Era un día tan bonito que la tristeza

nunca habría podido enamorarte.

Tan dulce era, que no podías saber

que el oxígeno te negaba la belleza

que los mismos dioses y los gorriones

te habían olvidado

porque las migajas

que se secaban en la ventana

apenas si daban para una mirada.

                                  Elisa R. Bach

 

(1 La chichonera era una especie de casco hecho de mimbre que protegía la cabeza de los niños. Era redondo como un neumático de coche. Cuando los niños se hacían mayores se reutilizaba como cesto de costura.

25 ago 2011

Elisa envia un poema que refleja el estado de ánimo después de una fiesta mayor del barrio y con algo de resaca

Después de la Fiesta Mayor

 

Florece la luz en el aire;

es la siembra del cielo;

un gorrión canta en la mañana

antes de que el barrio se despierte.

 

Entre dudas para tomar una decisión

-en que emplearás hoy tu tiempo-

ensayas movimientos de manos y párpados

para recibir la luz primera.

 

Escuchas a un hombre vociferar

mientras recoge botellas en la calle,

ignora que tú lo observas desde el balcón.

Es el mismo hombre que cada día

ayuda a maniobrar al camión de la basura

 

junto a los contenedores hinchados de fiesta.

Oyes el chillido del vidrio;

es como los cántaros de vida

rompiéndose en las manos de Hércules,

y, vives una sensación agradable.

 

El susurro del viento entra por el balcón

lleno de música

de la última noche de la Fiesta Mayor

y esparce sus últimas notas

y calla ante el silencio de la casa.

 

Igual que el cuerpo se dirige al alma

prestándole forma,

prestándole consuelo y pena

el cuerpo quiere ser útil

y el alma se abre de par en par.

 

Volviendo a la habitación

él te recordará que no estás sola

y entreabriendo los pliegues

de esa luminosa flor astral

en medio de tus piernas

 

tocarás la luz de las estrellas.

                     Elisa R. Bach

La sexualidad a los setenta años y la pubertad retardada

"…El dicho popular "La letra con sangre entra" fue aplicado (en sentido figurado) para educar a los jóvenes de muchas generaciones. Hoy en día, lo que es "sangre por la letra", afortunadamente, está en desuso total, pero siguen existiendo agresiones a  menores, como las del padre de Diego, que se deben denunciar..." La Profe de mates

"…Esta semana en A Coruña, se produjo un caso horrible de agresiones ( con muerte) a niños indefensos…" Montesinos

"…Muy bien el poema "Después de la Fiesta Mayor". Me gustaría que hubiera una voz en off que lo leyese..." Bea.

La sexualidad a los setenta y la pubertad retardada

"…Pasar de estar en la cárcel a colaborar como perito en asuntos de menores no sé si será una rehabilitación en sentido estricto, pero sí es una suerte tener esa oportunidad. Pienso que nunca es demasiado tarde para que Elisa cambie su estrategia: madre a los sesenta,  hormigueo erótico a los setenta..., tiene las tablas suficientes para representar su papel en el más difícil de los ambientes…" Marta

"…El corto poema me ha encantado. Las tonalidades y formas que tienen las uvas, las cerezas y las fresas siempre me han parecido preciosas y además...¡qué sabores!; ahora que Elisa lo ha explicado, ya entiendo, estas frutas son  "El beso de cada día…C. A Coruña

"…Estoy rodeada de amigos que comienzan su tercera edad y últimamente observo en algunos de ellos, notables cambios de carácter: se han vuelto inflexibles, se muestran intolerantes con la familia y están muy bordes en casi todos los sentidos. El capítulo 13 me ha llevado a pensar que la agresividad aumenta con la edad, por lo que, con urgencia, voy a recomendar a los de mi panda las dosis oportunas de Hyosciamus 200 CH. Gracias Elisa, una aportación muy valiosa incluso para conservar la amistad…" Fuensanta.

"…Muchos de los relatos de la novela tocan asuntos de actualidad y el de esta semana está en la línea. Casi a diario se leen noticias sobre agresiones y actos crueles de padres a hijos, aunque es cierto que no siempre los padres son de la cuarta edad. La historia de este capítulo, con final feliz gracias a la intervención del Juez de Guardia, me parece una interesante llamada para profundizar en este tema…" Santiago

"…El dicho popular "La letra con sangre entra" fue aplicado (en sentido figurado) para educar a los jóvenes de muchas generaciones. Hoy en día, lo que es "sangre por la letra", afortunadamente, está en desuso total, pero siguen existiendo agresiones a  menores, como las del padre de Diego, que se deben denunciar..." La Profe de mates

"…Esta semana en A Coruña, se produjo un caso horrible de agresiones ( con muerte) a niños indefensos…" Montesinos

"…Muy bien el poema "Después de la Fiesta Mayor". Me gustaría que hubiera una voz en off que lo leyese..." Bea.

La sexualidad a los setenta años y la pubertad retardada

 

"…Es una novela muy cósmica…" H. Alemania

"…Me gustaría que los capítulos fueran más extensos, porque justamente cuando empiezas a comprender de qué se trata, se acaba…" Rafael. Argentina

"…He entrado en esa página y la encuentro muy rara…" H. País Vasco

"…Me llamo E. y vivo en Mallorca, tengo setenta años y he pasado por una experiencia sexual muy parecida a esa en que la excitación es tan fuerte como cuando era joven…" E. Mallorca

"…Uno de mis hijos tuvo ese problema… Los testículos no le bajaron hasta los diecisiete años… "A. Huesca

"…Me llamo R. trabajo en un geriátrico y me ha sorprendido saber que esa agresividad en la cuarta edad tenía una solución tan sencilla como Hyosciamus. He buscado información sobre esa medicina en Google y efectivamente he hallado abundantes coincidencias… me sorprende que nadie de los que trabajan conmigo sepa nada del tema… pero la agresividad la palpamos todos los días…" R. Madrid  

Elisa nos envia un poema: EL REGRESO

El regreso

 

Tuve muchos amigos

que paulatinamente los dejé ir

y me asombró verlos tan confiados,

tan pronto como en el olvido,

tan justos, tan distintos a su fama.

Pero sólo tú, tú regresas; me rozas,

me rodeas y quieres darme algo

que quieres que guarde:

¿una cajita de plata tal vez

en la que otra diosa del amor,

Gudrun, depositó un único beso?

 

No me quites lo que aprendo lentamente.

Aunque sólo sea esta vez, yo tengo razón;

y tú te equivocas si, enternecida,

sientes nostalgia por alguna cosa.

No estás aquí

pues vivimos en mundos distintos,

pero aún más lejos te creí.

Y me desconcierta que seas justamente tú

quien yerra y viene

como una luna…  llena de Arenys de Mar;

tú que me has transformado

más que cualquier otra mujer.

 

Creí que mi ausencia no te importaba,

y el que tu poderosa voluntad

nos interrumpiera oscuramente,
desgarrando hasta el más vacío de los espacios

no te quitaba el sueño:

sólo yo debería estar aterrado:

ese es nuestro asunto, y ordenarlo será

la labor que debemos hacer con todo.

Pero que tú misma te aterraras aún ahora

allí donde no tiene validez terror alguno1;

que de tus vastos territorios berlineses

pierdas algunos días, que vengas

 

a esta humilde Barcelona

nacida entre granados

donde todo son sueños. Que tú, dispersa,

dispersa y escindida por primera vez,

no hayas acogido el surgimiento

de otros mundos, infinitesimales quizá,

como los mediterráneos

te sientas arrastrada

por la silenciosa gravitación

de una inquietud cualquiera

me despierta a menudo por las noches

como el asalto de un loco noruego

disfrazado de policía.

 

Me gustaría creer que vienes

por generosidad y exuberancia,

porque estás tan segura de ti misma

como como el olivo de la vida;

pero no: tú suplicas.

Y eso me penetra hasta los huesos

atravesándome como el ruido de una sierra.

Si tú cual un fantasma,

me hicieras llegar algún reproche

que me atormentara

cuando de noche me recojo

 

a mis pulmones, a las entrañas,

o a la más débil aurícula de mi corazón,

tal reproche no sería tan cruel

como este ruego. ¿Tú qué pides?

Dime, ¿Debo viajar? ¿Has olvidado algo

como mis libros o mis medicinas

que sufren y me reclaman?

Sabes que me gustaba

el uso que hacías de las frutas plenas.

Las ponías frente a ti

y equilibrabas su peso con colores

y así como a las frutas

veías también a los niños.

 

Finalmente te viste a ti misma como fruta,

te arrancaste de tus vestidos, te pusiste

ante el espejo y te dejaste hundir en él,

hasta la mirada; ésta quedó asombrada;

pero no dijo: esto soy yo, sino: esto es.

Así deseo conservarte, así como tú te colocaste

en el sillón, con mi aliento

profundamente dentro de tu ambarino cuenco

y más allá de todo.

Pero, ¿por qué vienes ahora tan distinta?

¿De qué deseas retractarte?

 

Si vienes, hazlo a la luz de una vela.

No temo mirar a los ángeles ni a las diosas

en mitad de noches consteladas.

cuando vienen, ellas también tienen derecho,

como las otras cosas,

a permanecer en nuestros ojos.

                                                               Elisa R. bach

24 ago 2011

Elisa advierte sobre el consumo exagerado de oxígeno mediante el poema Aire contaminado sobre París

Aire contaminado sobre París

 

Caminabas sobre plazas y calles de ese París

escenario infinito de monumentos y rincones

exentos de niños a excepción de algunas tardes

de los Jardines de Luxembourg donde pasean

tristemente los poneys como un sueño eterno.

 

Bajo tierra la luzbélica modista Rusty Faux
anuda y retuerce los inquietos vericuetos

de un caluroso metro que transporta

apresuradamente las almas, inventado

lazos y volantes con las vías, reuniendo

frutas artificiales y flores de plástico

-teñidas falsamente con colores pastel-

para sombreros baratos y reutilizables.

 

Pero había una plaza que no conocías.

Como un cuadro impresionista se erigía

sobre una alfombra de arena turquesa

donde las bolas se deslizaban pesadas

buscando su meta y el aplauso

de los jubilados jugadores.

 

En esa plaza jóvenes amantes observan

desde los cómodos bancos de madera

cómo los delgados árboles desprovistos

de nutrientes suficientes resisten

absorbiendo luz y aire contaminado

de una nube roja radiactiva

subproducto de la energía atómica.

 

Comparando a los dinosaurios,

que en otras épocas, sobrevivieron,

gracias a su menor necesidad  de oxígeno,
predices una época dura para aquellos

saltimbanquis, ciclistas y otros deportistas

que consumen oxígeno

con la misma desmesura que ingieren

grasas e hidratos de carbono.

 

Esos árboles, con sus cualidades

siempre ocultas, siempre ahorradas,

desconocidas para nosotros, pero

eternamente válidas nos sonríen de verdad

y nos invitan a imitarles.

 

                                     Elisa R. Bach       

Elisa nos envia un poema sobre el Gran Circo del Mundo

Los trapecistas

 

Los viste llegar, saliendo del colegio,

descargaban frenéticamente fardos,

ataban animales a los pinos,

y aireaban sus carros desgastados.

 

Ajenos al mar azul que los observaba

aquellos hombres musculados se movían

con gran agilidad, colocaban puntales

de hierro y atornillaban planchas metálicas

con una endiablada destreza;

 

las mujeres desplegaban toldos verdes

recibiendo, a modo de gritos, órdenes

que ignoraban su delicadeza femenina;

los músculos de sus brazos parecían cuerdas

trenzadas sobre sus finos huesos.

 

En sus ojos no se vislumbraba alegría

y me pareció que detrás de esa actividad

llena de voluntad que flotaba en sus rostros

se ocultaban unas almas errantes

sin objeto y sin destino.

 

Viejos levantadores de pesas y trapecistas

marchitos y arrugados, encogidos

dentro de una piel que parecía
haber contenido antaño, a otras personas

y ahora ya sólo tocaban el tambor

anunciando las maravillas del Gran Circo,

 

manipulaban cestos de mimbre

cargados de ropa mojada

y acercaban a los animales algo de forraje,

y, en un rincón un payaso tocaba

un viejo acordeón adelantándose a su función.

 

Tú, con la caída de la tarde,

como sólo la conocen las frutas,

te desprendías de tus lágrimas

con un sentimiento de piedad infinita

y nunca más, desde entonces,

volviste a pisar un circo.

 

                           Elisa R. Bach

21 ago 2011

La violencia gratuita: La crueldad de Hyosciamus

Hola a todos/as

Esta noche se ha subido a la web www.homeo-psycho.de  el capítulo 13 de "Niños a la Deriva". en este capítulo Elisa describe hasta qué punto puede llegar la crueldad y recomienda la medicina homeopática HYOSCIAMUS tanto para su tratamiento como para su prevención, sobre todo en la Cuarta Edad.

Leo P. Hermes