19 ene 2013

POEMA PARA UN DÍA DE LLUVIA. EL HUMO DE LA MELANCOLÍA

EL HUMO DE LA MELANCOLÍA

 

Como en una locomotora de vapor

que resopla y echa humo, ordena al ingeniero y sus ayudantes echar carbón en abundancia; cerrar las válvulas y pasar lo más deprisa que se pueda sobre el puente del Leteo.

 

Repite en tu interior

Con la misma presión del vapor sobre la caldera: ¡No vayas, no vayas hacia el olvido! No exprimas el acónito, tenaz en sus raíces,

 

el vino ponzoñoso,

empecinado en sobrevivir en las cumbres nevadas amparado solamente en el color azul de sus pétalos.

 

No expongas tu pálida frente

al rojo beso letal de la belladona o al dolor de la dulcamara sin antes asegurarte que las válvulas se abrirán para dejar escapar la fiebre agazapada a su humo.

 

Quizá te puede apetecer alejarte

del agitado mundo de hoy en día y hacer un viaje lento y relajado a lomos del Viejo Tren de los Sueños. En ese caso, cierra los ojos y súbete a los antiguos silbidos que flotan sin necesidad de catenaria.

 

No hagas tu rosario

de escarabajos de té -Blatta orientalis- escondidos en las plantaciones de Ceilán ni le expliques tus penas a los murciélagos pues las sombras se acurrucan junto a tus sombras como un sueño excesivo.

 

Ármate de valor.

Aprovechando  la breve parada en la llanura, cuando el acceso de melancolía caiga y desde el cielo la humedad como de llorosa nube atraviese el humo que se disipa bajo las ruedas de la locomotora

 

Reanima tu abatida cabeza

cargada de flores con una gota de vinagre sobre tus labios y oculta el verdor de la colina, aunque sea momentáneamente con una rosa de la mañana.

 

Envía a la melancolía

a su residencia de verano. En este año ya no tiene lugar desde donde contaminar tu fino paladar después del estallido de las Uvas de la Alegría sobre tu lengua.

 

Copia la actividad

del único tren de vapor que funciona casi todo el año -a pesar de la invasión de las catenarias conectadas a las centrales nucleares-, en la compañía privada Ferrocarriles Oigawa, en la prefectura de Shizuoka.

 

Ese tren, como el Viejo Tren de los Sueños

va lleno incluso en días laborables de familias y aficionados a este tipo de transporte.

 

A ti poco te importa que los vagones de pasajeros

no tengan aire acondicionado, así que, durante el viaje, al abrir las ventanillas se puede contemplar

 

la mezcla de paisajes reales

con las victorias virtuales arrancadas a la melancolía de los campos de té, típicos del paisaje de Shizuoka.

 

Aspira el aire en el interior de los vagones

y siente como la locomotora de vapor desata su poder secreto que consiste en crear un sentimiento de camaradería entre los viajeros, aunque estos no se conozcan. Embriágate de él.

 

A la hora de la salida

suena un silbido, las alegrías se desatan, salen nubes de humo, y las grandes ruedas de hierro comienzan a rodar desde la estación de Kanaya. Es otro de tus viajes placenteros.

 

En el camino,

cuando el tren retumba sobre los puentes de hierro, los adultos y los niños de las riberas del río, miran hacia arriba y dicen adiós con sus manos al aire como desde el primer día que vieron un tren.

 

Los pasajeros les contestan

y el silbido de la locomotora mezclado con el humo también les envía saludos mientras se aleja de su vista.

 

El final de trayecto

está en la estación de Senzu, a 39,5 km., un viaje de 82 min. por el valle del río Oi un paisaje idílico.

 

Entrando en la estación de Shin-Kanaya,

donde muchos pasajeros y aficionados a los trenes están esperando como tú, deshacerse de los malos presagios, después de haber tocado sus sueños.

                                                                                            Johann R. Bach
                                                                                  www.homeo-psycho.de

 

 

 

 

TRES PALABRAS EXTRAÑAS

TRES PALABRAS EXTRAÑAS

 

Locura, melancolía, nostalgia,

¿tres palabras, tres enfermedades?

¿Tres estados pasajeros?

¿Tres válvulas de escape?

 

Tu locura

disfrazada como todas se introduce en tu alma como una palabra extraña, irreconocible de forma explícita.

 

Acéptala como un error

de tu ADN. Porque hasta aquí nos han llevado los anteriores.

 

Tu melancolía

sólo tiene un color como una paleta de tinta de sepia derramada. Espera a que la aurora te llene de luz la retina y la música del nuevo día

invada tus oídos.

 

La nostalgia

te suena como una nota en el teclado de tu alma, como un mi bemol de Chopin.

 

Visita la Costa de A Morte,

come lacón con grelos y pulpo a la gallega; el pimiento rojo te espera.

 

Locura, melancolía y nostalgia,

si mucho te molestan, cámbialas como si fueran cromos; escoge por ejemplo cielo, rocas y mar

 

o manos, ojos y labios.

                                                                                                Elisa R. Bach
                                                                                    www.homeo-psycho.de

17 ene 2013

JUGAR A LAS COSAS

JUGAR A LAS COSAS

 

Marta Guillamón no sólo inventaba

Historias y cuentos con los que nos encandilaba a todos los niños y niñas y construía sus propios juguetes.

 

Ideaba mil y una maneras

de distraerse –o de jugar, si se prefiere. Un día que tú estabas llorosa porque te habían castigado sin recreo, te cogió de la mano y te dijo de ir a jugar.

 

Antes de comenzar el juego

te hizo prometer que no le contarías a nadie en qué consistía el juego hasta que no fueras muy, muy… muy mayor. Tu curiosidad se disparó como el relámpago que salta de una nube.

 

¡Mira a tu alrededor!

Allí un árbol, en mitad de la calle un charco, en el colmado hay dos señoras que hablan bajo una luz raquítica… Tú puedes convertirte en todo eso; puedes convertirte en cualquier cosa que veas,

 

incluso meterte dentro del humo del tren.

 

Al principio cuesta un poco,

pero luego le irás cogiendo gusto al juego y te divertirás aunque juegues tú sola. Eso se puede hacer con objetos, personas, recuerdos...

 

Marta empezó primero para enseñarte

cómo se empezaba el juego.

 

"Mira esas flores que brotan

junto a la tapia del huerto de la tía Julia. Son un poco salvajes porque crecen al lado de cualquier hierba. Están todas cerradas porque quizá les moleste la luz del día".

 

¡Métete dentro de una de ellas!

Imagina que estás durmiendo la siesta allí; a cubierto de los molestos insectos esperas a que se ponga el sol para abrirte. Con esas gotitas de agua de lluvia te peinas,

 

Te vistes con tus mejores hojas

porque hoy es fiesta y vas a ir a bailar al entoldado o si lo prefieres, puedes quedarte junto a la tapia escuchando tranquilamente la música.

 

Sólo hace falta que alguien

te ponga un nombre para que otro día recuerdes que aquí jugaste conmigo a "las cosas"

 

Te voy a bautizar con el nombre

de Mirabilis jalapa" y se te llamará familiarmente  "dondiego de noche".

 

"y sólo te abrirás cuando se ponga el sol".

 

Con las plantas y flores

es casi imposible aburrirse. Cuando seas un poco mayor descubrirás que hay lilas tempranas inquietas por ver salir el sol. Son muy amigas del dondiego de día, de las rosas blancas y rojas;

 

muy amigas de los tréboles

rojos y blancos que se arreglan para ver pasar la comitiva de los corderos.

 

Ahora me toca a mí.

A veces el juego no es tan agradable: ¿Ves al hijo de Ambrosio el pescador cómo sube despacio la cuesta? Cierro los ojos y me meto dentro de él:

 

"He bebido mucho vino

y las piernas me flaquean, voy haciendo eses para no caerme, por mi frente pasa un sudor frío, estoy mareada y tengo ganas de vomitar como aquella vez que le dí una calada al puro de mi padre.

 

La vista se me nubla,

necesito aire fresco en la cara y alguien a mi lado como tú que no huya al ver mis debilidades.

 

¡Uy, uy! ¡Qué malo puede ser

eso de emborracharse para evitar la tristeza! Vamos a casa que ya es tarde.

 

¿Jugaremos otro día? Claro que sí.

La próxima vez nos meteremos dentro de la maestra. Yo lo hice una vez cuando estaba con su novio bajo los olivos. Fue divertidísimo.

 

                                                                                          Sylvia M. Folch
                                                                               www.homeo-psycho.de

 

 

16 ene 2013

LA BATALLA DE LAS ANEMIAS. MAS ABURRIDA QUE LA DE LAS TERMÓPILAS

LA BATALLA DE LAS ANEMIAS

 

Marta Guillamón entró en el aula,

tomó asiento entre Victoria y Narciso, sacó de su bolso los apuntes de patología, se armó de paciencia como el que va a oír el sermón de la montaña.

 

Narciso sacó de su macuto

un diminuto espejo y con un carboncillo se pintó las cejas, mientras que Victoria se arremangaba su minifalda para exhibir las piernas más sugerentes de la facultad.

 

El profesor, reputado patólogo del Hospital Clínico,

no tardó en aparecer. Se le podría tildar de cualquier cosa menos de impuntual.

 

Con su pajarita roja

y una flor de papel en el ojal, su busto barbudo sobresalía por encima del cuello de la camisa. Su pelo negro, lleno hasta los bordes de brillantina le daba un aire distinguido.

 

Tanta cantidad de manchas oscuras

-empezó a explicar como en un abigarrado discurso político- en el campo visual de tantos y tantos ciudadanos de países retorcidos por el hambre,

 

han llamado la atención

de la Autoridades Sanitarias de todos los países y todos a una se han levantado contra ese problema como lo hizo en su día la luna al surgir del mar como Afrodita.

 

Como algo premonitorio,

las perturbaciones sociales se multiplicaban y habían llegado a crear un problema mundial insoportable: las anemias estaban ganando, una a una, todas las batallas tanto por tierra como por mar y aire.

 

Las viejas guerras de trincheras,

en las que se dormía más que se luchaba, habían quedado atrás y se había llegado a una situación en la que era difícil distinguir los amigos entre tantas montañas de basura.

 

En una soleada mañana

-proseguía el profesor, su impecable clase magistral-, en el preciso momento en que parecía que todo estaba perdido, las anemias llegaron a un acuerdo.

 

El encuentro se produjo en un país neutral.

Allí rodeadas por las lenguas de los glaciares no tuvieron más remedio que acabar con sus rencillas y echar a los organismos extremófilos de las profundidades de los lagos tectónicos sus hostilidades.

 

¡Eh Victoria! Cuchicheó Marta:

¿Has oído eso de las lenguas de los glaciares? Debe ser como chupetear un helado. Sí, Marta –contestó la apodada Piernas Largas.

 

El vasto territorio ocupado por las talasemias

-continuaba el profesor como una máquina- fue el escollo más difícil de superar: las anemias rojas por medio de su máximo representante el Hematite Maximus

 

presentaban argumentos de peso

–históricos, culturales y paisajísticos- que parecían hacer innegociable la reivindicación de la adjudicación a un bando o a otro la totalidad de aquellos parajes infestados de millones de microorganismos.

 

Monacita, la delegada de las anemias blancas,

tenía, con su cara de luna, el aire de una orgullosa y delicada princesa. Rodeada por un séquito de torios, cerios, lantanos, itrios y tántalos se negaba a retirar sus guardias blancos de los campos ocupados.

 

Oye Narciso, aparte de enseñar

las cejas porque no exhibes tu hermosa lengua roja para ver si el profe se encandila y frena un poco sus batallitas.

 

Por otro lado, para complicar aún más las cosas

–erre que erre el profe insistía en su exposición-, Hematite había firmado, desde hacía tiempo, un pacto secreto con la más potente de las cortezas vegetales del planeta para mantener

 

dentro del mundo de las sombras

a las leucopenias, enemigas irreconciliables del colectivo de las menopáusias alegres que no gritaban cuando se las arrastraba por los patios de los conventos.

 

Ni unas ni otras querían suplicar de rodillas

ante las justicieras obsidianas, glauconitas y adularias que desde sus carrozas de oro, plata y cobre, respectivamente,

 

pedían la guillotina

como camilleros perdidos en la niebla a los que no se les ve su blanco uniforme.

 

Afónicas de tanto chillar

sin que nadie les hiciera caso, las anemias decidieron mantener fuera de las discusiones de las asambleas a todos los déficits enzimáticos hereditarios que encontraban a su paso.

 

Entre los acuerdos más importantes

no incluidos en la letra pequeña destacaron los siguientes:

 

¡Aguanta Marta!

 

PRIMERO:

 

Al mando de los generales

Cartilago 4 CH y Meduloss los ejércitos de Feldespatos cuadráticos y Apatitas deberían, en el plazo de una semana,  dejar de hostigar al sistema óseo de todas las naciones.

 

Oropimente y Cálcarea de Versalles

se encargarían de vigilar la entrega de los corrosivos ácidos y de velar por la ejecución de los acuerdos.

 

SEGUNDO:

La Lepidolita 8 DH y la Turmalina lítica 8 DH

se encargarán de repartir, junto a octavillas explicativas

carbonato de litio para todos –como una consigna- hasta obtener una cierta litemia.

 

Oye Vicky.

Esto ya no hay quien lo aguante. Si continuamos aquí este tío es capaz de largarnos el rollo de los antibióticos

 

¡Vámonos a enseñar las piernas al bar!

 

                                                                                      Elisa R. Bach
                                                                             www.homeo-psycho.de

14 ene 2013

EL UNIVERSO TIENE SED (clicad sobre la foto para ampliarla)

                              EL UNIVERSO TIENE SED

 

Un profesor de fisiología, con ánimo burlesco,

le preguntó a Marta Guillamón, por qué había tanta agua en el mundo. Marta sonrió y tomando un cierto aire de ingenuidad respondió:

 

porque el Universo tiene sed.

 

A continuación su sonrisa se acrecentó.

No se le ocurra –dijo Marta- suspenderme por lo breve de mi exposición porque si lo hace demostrará que Usted no sabe nada de las peripecias que debieron pasar el hidrógeno y el oxígeno

 

para llegar a un mínimo acuerdo.

 

El hidrógeno y el oxígeno se abrazaron

bajo los membrillos solares como dos amantes; sus electrones resbalaban sobre la piel de sus átomos como dedos húmedos.

 

De esas caricias nació un enlace covalente,

ligero, que originó millones de moléculas de agua que se expandieron por el universo con la misión de calmar la sed de un Cosmos ávido de aventuras.

 

El hidrógeno mismo

tuvo grandes dificultades en su nacimiento: ayudada de unos fórceps una Diosa del Amor, con maestría, lo arrancó del caldo de neutrones, protones, neutrinos, quarks, positrones… del verdadero Mar Solar;

 

se demoró por años en las montañas

deslumbrándose con las luciérnagas de litio para superar su soledad, convivió penosamente con los átomos de berilio y boro;

 

se embadurnó el rostro con carbón

y esperó con paciencia a que el nitrógeno arrastrara al oxígeno hasta la playa primigenia golpeada con gigantescas mareas de metano.

 

En esa playa –donde el hombre

echaría anclas millones de años más tarde- los relámpagos alumbraron el cielo durante unos pocos segundos y los rayos clavaron sus vestigios y el principio de un futuro.

 

Sí, sí. ¡No me mire con esa cara!

Sé que me va a objetar que el mar enfermó y que en la medida que envejece se va intoxicando con los minerales.

 

Eso es verdad,

pero durante millones de años los delfines y las alas de las gaviotas lo desgarraron y la energía del sodio cristalizada con el cauterizador cloro –unidos ambos con la fuerza ciclópea del enlace iónico-, cicatrizó sus heridas día a día.

 

Si no me cree, coja una caracola,

escuche cómo salen de su interior los suspiros del Viejo Mar y dicen: "Yo soy vuestra vida; tal vez no sea nadie, pero puedo volverme lo que queráis".

 

Por fin para dar de beber al universo

los ángeles firmaron el acuerdo esperado: por un precio módico se encargaron de sublimar los hielos de las altas cordilleras,

 

evaporar continuamente la piel de los mares,

de forma que hubiera agua dulce para todas las criaturas de cualquier planeta,

 

fundir los hielos en primavera

y mantener en equilibrio -a cuatro grados centígrados- los tres estados del agua: sólido, líquido y gaseoso.

 

El universo tiene sed.

Por eso hay tanta agua en el Cosmos.

 

Cada pléyade de estrellas

de lejanas galaxias se niegan a cerrar los en busca del encuentro secreto de las aguas bajo el hielo -la sonrisa del mar- de los cometas; exploran nuevos planetas y abandonan los pozos clausurados;

 

tantean con sus hilos de luz

las venas; ayudan con ellos a mantener su elasticidad allí donde acaban los nenúfares y el hombre que camina ciego sobre la nieve del silencio.

 

El Universo tiene sed.

                                                                                          Johann R. Bach 
                                                                               www.homeo-psycho.de 

 

13 ene 2013

TRES PALABRAS EXTRAÑAS

                                               Corcubión

 

TRES PALABRAS EXTRAÑAS

 

Locura, melancolía, nostalgia,

 

¿tres palabras, tres enfermedades?

¿Tres estados pasajeros?

¿Tres válvulas de escape?

 

La locura,

disfrazada como todas, se introduce en tu alma como una palabra extraña, irreconocible de forma explícita.

 

Acéptala como un error

de tu ADN. Porque hasta ahí te han llevado las anteriores.

 

Tu melancolía

sólo tiene un color como una paleta de tinta de sepia derramada.

 

Espera a que la aurora

te llene de luz la retina y la música del nuevo día invada tus oídos.

 

La nostalgia

suena como una nota en el teclado de tu alma, como un mi bemol de Chopin.

 

Visita la Costa de A Morte,

come lacón con grelos y pulpo a la gallega; el pimiento rojo te espera.

 

Locura, melancolía y nostalgia,

si mucho te molestan, cámbialas como si fueran cromos; escoge por ejemplo cielo, rocas y mar o manos, ojos y labios.

 

                                                                                            Elisa R. Bach
                                                                                www.homeo-psycho.de

 

 

 

LA LLUVIA EN NOIA

LA LLUVIA EN NOIA

 

Elisa R. Bach, nuestra heroína galáctica

ya había llamado la atención sobre la falta de lluvia en el espacio. No se cansaba de decir que si no fuera por la lluvia apenas sí habría ruido alguno;

 

ni el tableteo de las gotas en el tejado

que se confunde con el latir de nuestra propia sangre, ni el jadeo que el aire crea dentro del árbol, cuyo tronco poroso y protector filtra la lluvia como una niebla hecha de gotas diminutas.

 

Cada vez que Elisa bajaba a nuestro planeta

como una Diosa del Amor buscando a su Atlante bajo las nubes, quedaba perpleja y sobrecogida ante la corriente de agua del Rio San Xusto luchando contra la pleamar

 

queriendo desaguar,

junto al Rio Tallara en Noia. Si no fuera por la lluvia eso sería imposible, y, las ruedas de los taxis pasarían como el viento por el asfalto y

 

todo ese chapoteo que excita a los amantes

al refrescarse con el agua no sería más que una casta quietud;

 

El cielo sería privado de esos enormes,

testigos que cuelgan invisibles hasta que nuestra necesidad de ver los vuelve incandescentes formas, que ante nosotros pasan.

 

Sin la lluvia,

los eslabones de la vida quedarían sueltos, a la deriva, como muchos niños, un sueño hecho polvo.

 

Si no hubiera lluvia no tendríamos

la sensación de que alguien es testigo desde los cristales de la ventana de un amor terrenal sin límites, con código secreto.

 

                                                                                                Elisa R. Bach
                                                                                www.homeo-psycho.de

LA LENTITUD DEL PASEO

                         La sonrisa y la filología

 

LA LENTITUD DEL PASEO

 

¿Cómo es posible tanto placer

en tan pequeño espacio?¿Qué clase de gruta de sílabas es ésa que alberga sabores y dulzura, codicias y gemidos, y el maravilloso discurso de los labios?

 

Bajo la cripta de tu cráneo,

la imperfección goza de su luz, exhala a un tiempo prodigios, tu edad y tu sexo femenino;

 

atrae ojos llenos de ansiedad

y otros labios que huyen de la soledad.

 

La nube transparente

y cálida de tu aliento es suficiente para hacer estallar una risa gemela, devolver el placer agonizante, de realzar la imagen en los secos días de Pentecostés, pero incluso

 

esa nube saliendo a lo ancho

de la posada de tus labios

 

puede llenar de humedad

a los olivos y al melancólico que yace debajo de ellos.

 

Un aire proveniente de otras cavernas

anuncia mediante jadeos la resolución: la cima se halla cerca y es mejor saborear con lentitud el paseo, detenerse examinando los postes de la parra, los guijarros,

 

las ramas (hay diferencia entre

una rama y una rama con grillo cantando), entretenerse adrede y eso

como si la pasión necesitara morir de éxtasis, incluso si la pasión está completamente sola.

 

                                                                                           Elisa R. Bach
                                                                                www.homeo-psycho.de