5 jul 2014

Necesitaba vencer al silencio primero y a la nostalgia inútil de lo que no ha de volver

La Soledad de una Universitaria.

 

El último invierno

me dejó el alma helada, herida, escondida bajo una piel nueva y un silencio cruel en la casa que debía abandonar. Sin flores marchitas, sin discos ajenos que devolver, con botellas a medias en la cocina y la nevera vacía, y mil proyectos destruidos me invadía la tristeza.

 

Reconstruí con calma

aquel rompecabezas, aquí los sentimientos, más allá las certezas, las dudas y las sombras flotando, llenándolo todo. Y no pude decidir seguir porque no había nadie esperándome en ninguna parte.

 

Atrás quedaban caídas

sobre hielos resbaladizos que no debí pisar jamás. El gran problema a resolver era que no tenía nadie en quien pensar. La tristeza me replegaba sobre mí misma, obligándome a refugiarme dentro de mi piel.

 

Tarde o temprano habría

de romper mi corsé como un reptil que crece. Deseaba que no sólo tristeza al final de la tarde, no sólo cansancio, me esperasen como obligados amigos. Deseaba no sólo esperar, esperar siempre una llamada, un abrazo dentro de un silencio, unas manos suaves recorriendo morosas mis distintas geografías.

 

Era difícil, lo sabía,

casi imposible -como una probabilidad de Murphy- arrancar mis motores teniendo tan bajas las baterías. Necesitaba sólo un fragmento de una estrella desprendido, unas llaves que me abriesen las puertas de otro barrio; el abrigo de un refugio de otros ojos;

 

ansiaba unos labios febriles

que me besasen despacio llenando cada hueco, como un gota a gota a un enfermo deshidratado, con su sola presencia; una palabra amable, una caricia como medicina, para seguir sintiendo, ansiaba.

 

Debía afrontar no sólo el olvido -el mío-

y la añoranza de otros espacios y otros tiempos; también debía eliminar o suavizar el resentimiento hacia los demás, el que acecha a las once de la mañana.

 

Necesitaba vencer al silencio

primero y a la nostalgia inútil de lo que no ha de volver en momentos en que todas mis energías estaban destruidas; Intuía que vendrían nuevas alegrías, otras gotas frescas sobre mis labios resecos, sobre mi piel dolorida, para levantarme como una margarita, para seguir sintiendo.

                                                                    Johann R. Bach

4 jul 2014

en pijama, me llevó a casa de una vecina, dos pisos más arriba.

Capítulo 1.    La pérdida de un ser querido

 

                                                                                       Treptower Park

 

•             El despertar de la conciencia:

              ALUMINA C15

•             La pérdida de un ser querido:

              IGNATIA C30

 

Me desperté sudando a medianoche;

mi hermano mayor me decía: despierta que te tienes que vestir. Oía voces en la casa que cuchicheaban. Al parecer la casa estaba incomprensiblemente llena de gente para ser medianoche.

 

Estaba entre aturdida y mareada;

entró en la habitación una tía mía que me cogió en brazos y me tapó con una manta y, en pijama, me llevó a casa de una vecina, dos pisos más arriba.

 

La vecina me había preparado

una cama enorme; me metió en ella, me dio a beber un zumo con un gusto extraño y me dijo que siguiera durmiendo. Por la mañana me desperté y pedí ir al colegio, pero me dijeron que estaba enferma y que debía permanecer en cama.

 

Mi hermano no se separaba de mí

y la vecina me preparó una rebanada de pan con mantequilla y un poco de leche caliente que me tomé con gusto, pero a los diez minutos la vomité. Fui al baño, mi hermano me sujetaba la frente mientras yo sufría unas arcadas que presagiaban más vómito.

 

Me vi en el espejo,

con la vista nublada; mi cara estaba pálida y a punto de marearme. La debilidad hacía que me flaquearan las piernas. Volví a la cama y volví a caer en los brazos de Morfeo...

 

Durante varios días

o semanas permanecí en cama y todo intento de levantarme era inútil pues al menor intento de ponerme en pie se me nublaba la vista y el desmayo se producía inmediatamente. Me sentía muy débil y me resigné a depender totalmente de los demás.

 

No podría decir cuántas semanas

permanecí en esa situación porque mi idea del transcurso del tiempo en aquellos días era aún muy tierna. Por otra parte si en aquellos momentos me hubieran preguntado qué quería no hubiera sabido qué contestar.

 

Realmente la sensación

que yo tenía de la situación era la de la recién llegada: no sabía lo que quería. Esa situación empezó a cambiar en una mañana fría, pero con un sol radiante en medio de un cielo despejado.

 

El paisaje abigarrado

por los árboles cargados de nieve, cedía bajo mis pies. La blanca reverberación de la luz del sol al atravesar el techo del bosque destacaba con el colorido de un carrito con un parasol.

 

Misteriosamente, en mitad de la nada

había un hombre vendiendo flores en el comienzo de la Kiefholzstrasse. Ese punto de color producía tristeza en lugar de alegría. El silencio del bosque nevado, la soledad del vendedor de flores y el aire frío de la mañana me entristeció.

 

Al llegar a casa le pregunté

a mi hermano porqué en ese lugar había un vendedor de flores. La lógica respuesta de que vendía flores para depositar en el lecho de las personas queridas en el cementerio me hizo comprender lo que había pasado:

 

mi madre habría muerto

aquella noche que me trasladaron a casa de la vecina...

 

Todo encajaba;

me habían ocultado la muerte de mi madre para evitarme mayores sufrimientos porque era pequeña y estaba muy enferma.

 

El vacío dejado por mi madre

fue inevitable aunque me ocultaran su muerte: yo la necesitaba y la llamaba constantemente tanto despierta como en sueños.

 

Quise ser como todos. Fracasé. No tuve más remedio que escribir para no volverme loco.

PASIÓN EN GOOGLE, EN PÚBLICO

 

MAIL A UNA ESCRITORA DESESPERANZADA

 

Nadie me lee. Me pregunto por qué.

Unos le echan la culpa a la crisis y quizá tengan razón porque yo siempre he estado en crisis.

 

No me quejo porque nadie

me haya recibido con los brazos abiertos ni porque los bancos no quisieron jamás darme un crédito con garantía hipotecaria.

 

Quise ser como todos. Fracasé.

No tuve más remedio que escribir para no volverme loco. Durante muchos años, es cierto, sentí desafección -la palabra más educada que sale de la punta de mi bolígrafo- y mi alma sólo se alimentaba de libros que cogía entre los que un sabio aburrido lanzaba.

 

Al principio escribía pequeñas anécdotas

que, a modo de requiebro o chiste, llamaban a la risa, después la cosa se puso seria cuando oí decir que sólo a los pobres les daba por ser poetas.

 

Me llamaban pobre poeta

cuando en realidad yo nunca fui pobre.

 

Lo puse por escrito:

yo no era ni pobre ni agresivo.

 

A medida que iba escribiendo

las chicas se apartaban de mí por lo de pobre porque muchísimas mujeres le tienen pánico a la pobreza. Yo les decía: ¡soy rico! ¡Sí sí, soy rico! y ellas huían despavoridas nada más empezar a explicarles mis bienes:

 

Tengo dos manos llenas de dedos,

unos pies delicados como la porcelana y unos pétalos deseando formar pareja con los tuyos, tengo una cabeza desprovista de dolores, unas pestañas que me sirven para peinar la lluvia y un corazón dispuesto a entregarse.

 

Ellas respondían

que además de pobre estaba loco. Aunque eso no me enfadaba, sí me entristecía. Nunca comprendí cómo una bebida hecha de una planta llamada zarzaparrilla podía ser la chispa de la vida.

 

Claro que el catecismo tampoco lo entendía

y no pasaba nada.

 

Después de más de cincuenta años

parece que la cosa ha cambiado para algunos (entre los que me cuento yo) porque poco a poco nos fueron buscando porque sabíamos escribir sin faltas de ortografía: periódicos, bibliotecas, editoriales solicitaban nuestros servicios como correctores.

 

Nos pagaban a tanto la hora,

es decir en negro, sin vacaciones, sin pagas extras, sin seguridad social, etc. etc. Viví durante unos cuantos años en el auténtico paraíso.

 

Hasta llegaron a enviarme al "extranjero"

como corresponsal. Aquello era la leche: además de los gastos pagados aprendía otro idioma.

 

Nadie me lee. No me quejo.

 

Tú, que eres una persona

que intenta comprenderme –seguramente porque me necesitas- insistes en preguntarme ¿de qué vivo? ¿Por qué rechazo las ayudas sociales si nadie lee mis poemas?

 

Cansado de argumentar

me sube a la cara un calor que no es enfado, es una mezcla de rabia e incomprensión y

 

mis venas en las sienes

toman el tamaño de mi dedo meñique. De mis fauces secas de vino sale entonces el monólogo que subiré al Blog en Google:

 

Aunque sólo una persona

como tú, mi amor, me leyera, me daría por satisfecho, dando por válida toda mi actividad de años. He escrito varias novelas de contenidos profundos que no las lee más que alguna persona despistada.

 

A veces las releo yo mismo

y no siento la necesidad de cambiar un ápice lo que escribí. No importa que te lean muchos o pocos.

 

Quizá sea aún demasiado pronto.

Quién sabe si las cosas serán diferentes dentro de cincuenta años.

 

No eres de los que rectifican –me dices-

y no es así del todo:

 

Estoy dispuesto a rectificar lo que sea

si con ello deshago un entuerto. Pero -insisto- eres tú mi amor una mujer maravillosa, y realmente eres como una Diosa del Amor. Cualquier hombre podría ser feliz a tu lado.

 

No sé nada de ti.

Sólo puedo juzgar por la única foto que has colgado en tu Blog, pero apuesto a que no te fueron bien las matemáticas en el bachillerato.

 

Por lo que leo en tu sonrisa

me aventuro a decir que eres una persona que necesita hacer las cosas por sí misma y te cabreas cuando no te salen bien, porque en cada cosa que haces te pones a prueba a ti misma.

 

Me atrevo a decir que cuando te salen mal

no es porque no puedas hacerlas bien, es porque te precipitas debido a ese carácter explosivo que tienes.

 

Aparentemente eres una persona tranquila

que no pierde los nervios, pero basta que te pongan una fecha, una hora para el vuelo, un día preciso para un examen, etc. para que prepares las cosas con una semana de antelación porque no soportas las prisas de último momento.

 

Tienes un conflicto con el tiempo.

Tu agenda siempre está apretada y crees que no te dará tiempo de hacerlo todo.

 

Eres así mi amor.

Pero al mismo leo en tus mails que eres dulce como tú sola, agradecida hasta el delirio y, permíteme decirte que lo mejor de tu vida aún está por llegar. La fertilidad intelectual de tu pecho aún no ha salido; la otra la de la maternidad se acabó, es una etapa superada. No estuvo mal el tener tres hijos.

 

Dime que me equivoco,

dime que no deseas que tus escritos triunfen, que tus lectores te deseen incluso sexualmente, dime que me equivoco cuando sospecho que sale fuego de tus labios,

 

dime que me equivoco

cuando tus ganas de vivir pueden romper el cielo y tus manos apretarse hasta arrugar las nubes.

 

Dime mi amor, que me equivoco

al creer que sientes la pasión de la rebeldía de tu segunda juventud, la mejor.Dime si me equivoco cuando te digo que tienes dinamita dentro de ti, que tu pasión está punto de estallar junto a tu risa.

 

Dímelo. Dime que estoy equivocado

y corregiré mi apreciación de que eres una de las más dulces diosas del amor.

 

                                                              Johann R. Bach

3 jul 2014

¿Y ÉSO? ¿ES BUENO O ES MALO?

¿Y ESO? ¿ES BUENO O ES MALO?

Un magistrat de l'Estatut creu que el procés pot destruir Espanya i Europa

Rodríguez Arribas alerta que "Espanya es desarmaria i desapareixeria com a realitat històrica"

Va ser un dels membres del TC que l'any 2010 van redactar la sentència contra l'Estatut

 , Madrid | Actualitzat el 03/07/2014 a les 13:05h
El magistrat Ramón Rodríguez Arribas, al campus de la FAES.

Els arguments espanyolistes contra el procés català no deixen de sorprendre, i a mesura que s'acosta la data de la consulta sorgeixen noves tesis des de diferents àmbits i institucions. Aquest dijous, l'exvicepresident del Tribunal Constitucional espanyol (TC), redactor de la sentència de l'Estatut de Catalunya l'any 2010 i actual magistrat del Suprem, Ramón Rodríguez Arribas, ha exposat la seva particular visió de tot plegat. Ho ha fet en el marc del cicle de conferències del Campus d'estiu del laboratori ideològic del Partit Popular, la FAES, on ha alertat de l'efecte "contagi" que podria comportar la independència de Catalunya a l'Estat i a Europa.
 
"El nacionalisme és imperialista i contagiós. Si cedíssim i es produís la catàstrofe, no seria només la catàstrofe de la separació de Catalunya, contagiaria el País Basc, Galícia i, fins i tot, les Illes Canàries", ha subratllat Rodríguez Arribas en els poc més de deu minuts que ha durat la seva xerrada. En aquesta línia s'ha desenvolupat l'exposició de motius del magistrat del Tribunal Suprem per defensar la unitat d'Espanya: "Espanya es desarmaria i desapareixeria com a realitat històrica. Això no ho podem consentir", ha afegit.
 
Però els efectes "devastadors" de la independència de Catalunya no s'aturarien aquí i podrien ser encara "més greus", segons Ramón Rodríguez Arribas. "La destrucció d'Espanya podria afectar la Unió Europea perquè podria produir un contagi a altres parts d'Europa", ha sentenciat. Per aquest motiu i per aturar el "desafiament" dels "separatistes catalans", ha acabat defensant "l'aplicació de la llei". "Tota la llei i tot l'ordre jurídic", ha conclòs.
 
Una la sentència "tova"

Ramón Rodríguez Arribas va ser un dels magistrats conservadors del Tribunal Constitucional que van aprovar la sentència de l'Estatut de Catalunya que declarava la inconstitucionalitat de 14 articles del text i que deixava sense validesa jurídica el terme nació. Una resolució envoltada de polèmica que va trigar quatre anys a veure la llum.

A més, ell concretament també va presentar un vot particular expressant la seva disconformitat amb la sentència perquè considerava que la manca "d'eficàcia jurídica" s'hauria d'haver estès també a la referència de "drets històrics". 

30 jun 2014

Pocas noches de luna me gustaron durante mi encierro en ese humilde cobertizo.

EL MONÓLOGO DE PAUL LAFITTE (VII)

 

Pocas noches de luna me gustaron

durante mi encierro en ese humilde cobertizo. El alfabeto de las estrellas que silabeaba cuanto me permitía el cansancio del día y del que sacaba otros conceptos y otras esperanzas me indujeron a escribir.

 

Pocas noches de luna me gustaron,

sin embargo, fueron suficientes para grabar en mi memoria la conjunción, como en un eclipse de sol, la tristeza, la soledad y la esperanza.

 

¡Suba abuelo! ¡Suba al camión!

Comprendo muy bien que no quiera abandonar su querido pedazo de tierra, pero piense que gane quien gane esta guerra su jardín de alfalfa y trigo será confiscado;

 

gane quien gane esta guerra

le enviarán a un campo de concentración el tiempo suficiente para debilitar su vigor y los nuevos propietarios de su hacienda se habrán consolidado como personas honestas y honradas.

 

¡Suba abuelo¡!Suba al camión!

Su verdadero tesoro son esas tres orgullosas margaritas que lamen sus propias heridas para que cicatricen pronto. Derrochan amor porque es su única oportunidad de sobrevivir.

 

Lo peor de la guerra está aún por llegar:

las fuerzas de ocupación violaran a millones de mujeres; encarcelarán  y torturarán a millones de hombres por el sólo placer de verlos sufrir. Millones de jóvenes estarán desocupados y alcoholizados y nutrirán las filas de la delincuencia.

 

En los países vencedores la vida no será mejor:

en las calles de París, por haber dado amor a soldados enemigos, se arrastrará a miles de mujeres desnudas, rapadas e insultadas; se les duchará en pleno invierno con los hidrantes públicos a los que sólo tienen acceso los bomberos.

 

Los pequeños países serán borrados de los mapas y sus lenguas prohibidas durante decenas de años o quizá siglos y las bocas de sus habitantes serán tapadas con la palabra libertad;

 

en nombre de la democracia

se les condenará a ser ciudadanos de tercera y miles de funcionarios serán expulsados de sus puestos: los alguaciles ya no hablarán la lengua de esos sacrificados lugares.

 

¡Suba abuelo! ¡Suba al camión!

¿Quién enseñará a sus hijas, aunque sea de forma parcial, a regar los campos? ¿Quién les enseñará a sortear las dificultades que se les vienen encima?

 

¡Suba abuelo! ¡Suba al camión!

Se hace tarde y las princesas no deberían ver el infierno que va a caer sobre nuestros hombros. Le necesitamos para que nos conduzca por los caminos que sólo Vd. conoce palmo a palmo;

 

le necesitamos para que nos aliente

con su sabiduría; para que, con sus palabras, crezca nuestra esperanza; le necesitamos para sobrevivir.

 

¡Suba abuelo! ¡Suba al camión!

¡Coja el volante y no pare hasta sacarnos de este mar de fuego y odio!

 

                                                               Johann R. Bach

29 jun 2014

Pronto os requerirá mi mano, mi mano, pequeño monstruo intenso.

A los míos

 

Los diablos han vuelto, amigos.

Ahora mismo acaban de penetrar en esta vida de nuestro tercer milenio; más la palabra que revoca,

 

Bajo la palabra que despliega,

ha vuelto a aparecer

 

-también ella-

para conjuntamente hacernos sufrir.

 

Con la ley en la mano

todos nuestros sacos de huesos irían a parar a la cárcel. Sólo los alemanes se empeñan una y otra vez en convertir cada calle en una galería de celdas de una descomunal prisión.

 

                                    A los míos

 

Por mi parte

sólo puedo deciros que en mi espacio donde el sol vuela bajo, tan bajo como las gaviotas, la noche los apaga a ambos mientras los amo.

 

Como almendra dentro de su huerto

respiro la brisa del mar y siento como apacigua el fuego que brota de mi piel como el hielo al caos.  

 

Alcanzo con la vista

todos los muros del jardín y puedo observar el dulce pasear de las lagartijas entre los rojos ladrillos.

 

¿Mas qué vale el deseo

sin vuestro enjambre y celo?

 

Se apaga el ranúnculo bulboso

sin el color del prado. Que aquí, en esta pequeña península del Cap de Creus, rodeada de olivos, vides y granados, resiste la tranquilidad, lo sabe el mundo entero.

 

Verano, mar,

espacios, amantes escondidos, todo un menú donde los gorriones entrenan sus vuelos y repiten unos a otros: "libre, libre, libre, libre, …"

 

Pronto os requerirá mi mano,

mi mano, pequeño monstruo intenso. Pero a excepción de vosotros, ¿qué belleza… qué otra belleza?

 

                                                        Johann R. Bach

Paul se preguntaba en qué quedaba la realidad sin la caricia dislocadora de la poesía.

LA ESPECIAL FUGA DE PAUL LAFITTE  (VI)

 

LA ESPECIAL FUGA DE PAUL LAFITTE 

 

La tarde había completado

la mitad de su recorrido. En ese mismo instante el enjambre de los cielos iba a caber enteramente en su mirada. La silueta de dos guardianes con paso rápido desaparecía en el horizonte.

 

Todo estaba en su sitio.

Los presagios eran buenos y sus manos se cerraban como si pudiera coger con ellas las estrellas flagelarias. Desnudo de cintura para arriba se recostó sobre la paja removida.

 

Pensó en su niñez,

en cuando tenía diez años solamente: el mar le engastaba y el sol cantaba las horas sobre el reloj sosegado de las aguas. La despreocupación y el dolor habían empotrado al gallo en el tejado de las casas y se aguantaban juntos.

 

Oyó cómo sigilosamente se abría la puerta

del cobertizo. Una silueta femenina se deslizaba como un fantasma en pena. Era Sofía. Paul levantó la manta para acogerla. Se situó junto a él. Por su rostro las lágrimas corrían a chorro.

 

Sus manos estaban heladas

y las palabras se le habían quedado en el pecho. Las caricias sobre su pelo no eran suficientes para borrar su tristeza infinita. Finalmente la palabra fatal salió de sus labios:

 

"Tot" (muerto), Hans istgestorben.

Er starbbei den Kämpfen in der Normandie. Dieterauch? Ja. (1)

 

Paul se preguntaba

en qué quedaba la realidad sin la caricia dislocadora de la poesía. En aquel momento decidió fugarse con los restos de la familia. Convencer al abuelo sería lo más difícil.

 

Se confió a Sofía arriesgándose

a que sus planes fueran frustrados, pero la sinceridad de su tristeza no dejaba lugar a dudas. Los abrazos de aquella noche eran una señal más de que la fuga podría tener éxito.

 

El bombardeo del amanecer le sorprendió

apretujado al mejor regalo de la naturaleza. Se vistió rápidamente y salió al encuentro del abuelo que corría a poner a cubierto el camión. Las luces del cielo aún no se habían encendido.

 

Paul Lafitte cargó

ante la mirada atónita del abuelo las latas de gasolina. Sofía se encargó de darle los detalles de la fuga. Creyó estar alucinando en medio de aquel infierno, como si Dios hubiera vivido demasiado tiempo entre ellos.

 

Las estrellas del amanecer

que habían sido soberanas en su mirada hasta aquel mismo día quedaban ocultas por el fuego y el horror. Los ángeles habían decidido comenzar de nuevo para hacer posible aún otra vez el amor.

 

                                                        Johann R. Bach

 

(1)     Traducción: "Muerto… Hans ha muerto. Ha caído en los campos de Normandía. ¿También Dieter? Sí.