29 dic 2011

BARCELONA NACIÓ CON LOS GRANADOS (Cap. 9)



Capítulo 9

·         Desaliento mental.
·         Latidos lentos e irregulares del corazón.
·         Debilidad anémica en muchachas emaciadas.
·         Tosferina. Cianosis           
LAUROCERASUS 15 CH

                            EL LAUREL

Tras cada pequeña ondulación
en el borde de cada hoja,
el laurel evita el destino
y como la sonrisa del viento,
tonifica tu corazón
recordándote el espíritu de Dafne.

Tu belleza es tal que has vivido
atrapada en tu propia piel
hasta que acorralada deseaste,
angustiada, solitaria y sin diadema,
que tu debilitado corazón
escapara a ese permanente acoso.

Muchos hombres te pretendieron
desconsolados por tu rechazo. Huías
de ellos como el rayo que abandona la nube
y le encomendabas a tu dios particular
que te librara de tus desmayos.

Cuando te faltaba el aliento
y las palpitaciones de tu corazón
empequeñecían como ondas de luz
de lejanas estrellas, la angustia
se apoderaba de tu sudorosa frente

y el desmayo era la respuesta a la ansiedad
del deseo de escapar de tu propia belleza.
Si el estar entre los humanos es mucho
y porque en apariencia todo lo visible
se desvanece, es que en realidad

eras necesaria aunque sólo lo fueras
por una vez. ¡Qué hermosa vez!
Haber sido esa una vez, aunque sólo
hubiera sido una sola noche,
esa noche parecería ser irrevocable:
tu transformación en laurel era inevitable
y ahora adornas la frente de emperadores,
dioses y personajes importantes
que rinden culto a tu belleza
y a la generosidad de tu corazón.
                                                   Elisa R. Bach

Gori, era un compañero del colegio, que el maestro se empeñaba en llamarle Gregorio. Era pequeño de estatura y remolón, por lo que siempre acababa castigado de cara a la pared o sin recreo. Cuando se puso enfermo mi madre me compró un TBO (cómic de la época) para que se lo llevara a su casa, porque mi madre era esa clase de personas que cree que hay que visitar a los enfermos. Gori se puso muy contento. Su pleuritis lo mantenía en casa, en reposo absoluto.  Al día siguiente lo expliqué en la escuela y Marta, una chica de unos doce años (en Cadaqués, todos los niños y niñas del pueblo íbamos a la misma clase, excepto los parvulitos que tenían un aula para ellos solos), propuso ir a visitar a Gori el sábado por la tarde.

Aquel sábado sólo acudimos a casa de Gori, Marta, Gemma, una niña de mi edad, dos hermanos gemelos de nueve años, mi hermana y Ferrán. Aquella tarde descubrí las cualidades de Marta. Empezaba a anochecer cuando nos propuso explicarnos un cuento. Estábamos todos sentados en la enorme cama de Gori (que debía ser la de sus padres), el techo de la habitación debía de estar a una altura de cinco metros y la poca luz que entraba por el balcón no llegaba a iluminar la parte alta de la estancia.

Marta, sabiendo que era la mayor de todos, desplegó toda su ciencia y comenzó a improvisar un cuento. Se lo estaba inventando en aquel mismo momento. Nos iba adjudicando a cada uno un papel en el cuento, definiendo el carácter de cada personaje (que éramos nosotros con nuestro propio nombre) a medida que la acción avanzaba. Así adjudicaba el papel de viejo sabio a Gori que impartía sentencias y consejos, a la gemma le daba un papel de niña divertida, curiosa y metementodo; a los gemelos les otorgaba el papel de espías que se podían cambiar uno por el otro sin que los demás lo advirtieran, a mi hermana la contentaba con el papel de la perfecta ama de llaves, etc…

El relato era apasionante pues todos queríamos saber cómo nos iríamos comportando a lo largo de la historia.  Marta se guardaba para ella el papel de madre superiora de un convento y era la que dictaba las normas de comportamiento y a mí me tenía por su secretaria.

Todo aquello hacía que en mi cabeza surgiera un mundo nuevo. Tardé muchos años en encontrar algo igual, pues en los libros que entonces estudiábamos eso era imposible. Estudiábamos todos, grandes y chicos con un solo libro que se denominaba "Fundamentos". En ese libro se suponía que estaban todos los conocimientos que debíamos aprender, ya fuera geografía, lengua (castellana por supuesto) o geometría.

Trabajando –muchos años después- en la Editorial Salvat cayó en mis manos un libro escrito por Plutarco en el que comparaba la vida de Alejandro Magno y de César  ("Vidas Paralelas"). Plutarco era un sacerdote, científico y escritor que servía sus oficios en el Templo consagrado a Apolo en Delfos de donde partieron los más famosos oráculos del Mundo Heleno. Se hizo famoso entre nosotros por los escritos científicos que dejó.

Muchas eran, como se puede pensar, las personas –escribe, Plutarco, en su libro- encargadas del cuidado del joven Alejandro, con el título de nodrizas y acompañantes y maestros; pero por encima de todos destacaba Leónidas (como la Marta de Cadaqués), un hombre de carácter austero y compañero de Olimpiada. Esta cercanía no disminuía la autoridad que implicaba una tarea tan noble y tan brillante; pero los otros por razón de su dignidad y de su parentesco, lo denominaban "el nodrizo"  preceptor de Alejandro. Y al que le atribuía, Leónidas, el aire y el título de acompañante a un tal Lisímaco, natural de Acarnania, que no poseía otra finura que la de apropiarse del nombre del Fénix, y a Alejandro el de Aquiles y el de Peleas a Filipo (el Bárbaro, padre de Alejandro) y así se hacía agradable a todos ocupando (Leónidas) un segundo lugar.

Marta además era la constructora de juguetes del pueblo. Con alambre lograba una guía para llevar rodando un aro o con latas de sardinas creaba, atándolas con un cordel, un tren de vehículos (los vagones) que nosotros cargábamos de arena. Con un yoyó hecho con dos grandes botones unidos por un grueso sedal o hilo de pescar, daba la orden de salida del tren. Con una goma de borrar hacía las ruedas que pinchadas por agujas a modo de ejes en cajas de cerillas simulaba los carros tirados por caballos imaginarios que en realidad eran pajaritas de papel como animales de tiro. Nos enseñaba a hacer barcos y aviones de papel con los que se libraban batallas a escondidas del maestro.

Marta con sus creaciones llenas de contenidos implícitos, nos enseñaba sin que nos diéramos cuenta la dimensión erótica del secreto; del secreto capaz de amplificar hasta el absoluto la impetuosa necesidad del deseo. A cada frase o acto suyo insistía en que le guardáramos el secreto. Además le daba a todo un punto de humor. En mitad de la calle, mientras nos enseñaba a saltar a la comba, de repente se paraba y nos preguntaba si le íbamos a guardar un secreto. Todos asentíamos con un movimiento de cabeza. Entonces se levantaba las faldas y soltaba un sonoro pedo. Reíamos.

Recuerdo que estando en la playa, nos dijo que si le guardábamos el secreto nos enseñaría los pelos que tenía entre las piernas. En otra ocasión nos dijo que había que comprobar si los gemelos eran iguales en todo, les hacía bajar los pantalones y con un lápiz comparaba las medidas de sus penes. Y nos decía que –siempre bajo secreto- acariciándolos suavemente cada día crecían hasta alcanzar el tamaño de un plátano. Todos –niños y niñas- creíamos que exageraba, pero nuestra curiosidad por las cosas que explicaba no tenía límite.

A veces el maestro, tenía conocimiento de nuestras fechorías y nos castigaba sin salir al recreo, pero maliciosamente lo hacía siempre que soplaba una fuerte tramontana con lo que nunca supimos si realmente nos castigaba. Todos conocíamos su fuente de información: Melitón. Melitón era un niño que se jactaba de ser el "chivato oficial" y estaba convencido que el maestro aplaudía sus chismes, pero con su actitud de pasar por alto muchas de las informaciones que le procuraba Melitón, desmentía tales honores.

En muchas ocasiones de mi vida pude comprobar como la voluptuosidad resulta aguijoneada cuando está rodeada de seguridad y lo que se emprende cuando uno puede decir: estoy a salvo de cualquier mirada. En ese momento el deseo brota con una impetuosidad sin límite y la impunidad que lo favorece acrecienta deliciosamente la ebriedad; sólo la conciencia está presente. Ese secretismo, se apunta mucho más fuerte, desde temprana edad –creo-, en las chicas y en todas aquellas amantes de la poesía, preocupadas por los misterios contingentes o distantes, gustan de apartarse en este retraimiento espiritual donde el amor es, a un tiempo, puro y concupiscente en lo absoluto.

¿Quién no ha buscado, alguna vez, la oscuridad de un cine, la soledad de un paisaje o simplemente aprovechar ciertos momentos en que sabemos que todos están fuera de casa y que tardarán en regresar? ¿Quién no ha aprovechado el anonimato para realizar alguna acción delictiva o simplemente reprobable? En el mismo París estaba de moda en aquellos años entre los estudiantes realizar pequeños hurtos de libros, discos, ropa, zapatos, platos y cubiertos de restaurantes… Todo a consecuencia de una explosión de erotismo de la época. El acto secreto (¿delictivo?) daba valor a personas tímidas e introvertidas y el riesgo a ser descubiertas exacerbaba su libido.

Cuando Yvette con su carácter juguetón se situaba junto a la puerta del armario haciendo gestos absurdos reflejándolos en el espejo yo sentía que la vida me ofrecería un número indeterminado de alternativas a cada momento, que constantemente habría de tomar decisiones que me modificarían, cogiendo unos trenes y desechando otros, y que sin embargo, cuando echo la vista atrás, me recuerdo de niña sustancialmente igual a como soy hoy: algo pasiva, obediente y más paciente que juiciosa, con brotes de rebeldía; todo lo contrario de Yvette que tiene un comportamiento voluntarioso y endemoniadamente activo como si quisiera soldar al argón los trozos de un espejo hecho añicos.

27 dic 2011

¿NAVIDADES POBRES?

Amenaza de Navidades pobres

 

El cuarto múltiplo de siete

muy conocido por la luna y por las mujeres,

vuelve a mostrar su misteriosa influencia

sobre la sociología y psicología: el estado

de ánimo se relaciona con la posición

 

-risa o llanto- frente  a los sucesos históricos.

 

Corría el año 392 –múltiplo de siete- al galope

una parte del Imperio fijó su sede en Milán,

la otra en Constantinopla.

Ambas acuñaron monedas diferentes

y la crisis económica y cultural

 

se cebó con la destrucción de Adrianópolis.

 

Teodosio frenó con esa división

la caída del agotado Imperio;

el declive, antes de entrar en la Edad Media,

duró 28 años -¿es otro demarrage el 2001?-

Dos nuevas potencias culturales

 

entraron en el Mediterráneo: Persia y Cataluña.

 

Lucio Domitio Aureliano pensó

dar marcha atrás a la rueca universal,

con un gesto de tropas rabiosas

soñó con detener la caída de su hegemonía.

Cuatro Césares abrazados

 

inmortalizaron su propia foto de Las Azores:

 

en el grupo escultórico en pórfido

denominado "Los Tetrarcas" dan su testimonio

en el Palacio Ducal de Venecia

y como un negativo oráculo indica

el camino que nunca debiéramos

 

haber emprendido al comenzar el siglo XXI.

 

No deberíamos ignorar

la previsión de la historia

condenando como una Merkel cualquiera

a sociólogos, psicólogos e historiadores:

La Edad Media, sin su sonrisa, ha comenzado.

 

Nos pueden arruinar económicamente

 

durante los próximos 18 años

que nos quedan de crisis,

nos pueden recortar nuestra libertad

y decirnos que volveremos a vivir en la miseria,

pero nadie llegará a ser tan pobre

 

que no pueda regalar una sonrisa por Navidad

                                              Elisa R. Bach

22 dic 2011

BARCELONA NACIÓ CON LOS GRANADOS (Cap. 8)

Capítulo 8

 

·         Insuficiencia respiratoria

              OXIGENO 30 CH (200 CH)

 

Te faltó el Oxígeno 30 CH1

 

Comenzaba el verano,

como monjas tempraneras las golondrinas

alzaban sus tocas blancas y negras

y tú querías irte.

 

Me parecía imposible que tu cuerpo

a pesar de la luz del sol, quisiera reposo

y olvidara la ternura de aquellos días.

 

Porque todo era bello

cuando tú estabas entre nosotros,

y ahora sólo podríamos llevarte flores

y decirte adiós con música o con poemas

y revivirte entre sueños y alegrías.

 

Era un día de verano y tú querías irte.

Sobre la mesa había una chichonera2,

en la que guardabas los huevos de zurcir;

redonda y de ligero mimbre que tú

docta cigüeña, tan algebraica,

habías construido sacándole a las tardes

la raíz cuadrada.

 

Era un día tan bonito que la tristeza

nunca habría podido enamorarte.

Tan dulce era, que no podías saber

que el oxígeno te negaba la belleza

que los mismos dioses y los gorriones

te habían olvidado

porque las migajas

que se secaban en la ventana

apenas si daban para una mirada.

                                             Elisa R. Bach

 

(1)      Medicamento homeopático

(2)      La chichonera era una especie de casco hecho de mimbre que protegía la cabeza de los niños. Era redondo como un neumático de coche. Cuando los niños se hacían mayores se reutilizaba como cesto de costura.

 

Con frecuencia, mientras miraba la calidad de una estructura de gafas, me la imaginaba dotada de unos lentes con los que podías ver el futuro, pero poniéndolos del revés pudieras ver el pasado. Hubo un día que esa sensación era tan fuerte como la realidad: mirando las gafas del revés "vi"

a mi madre bajando del autobús jadeante, roja la cara y tambaleándose. Se tumbó en el suelo con una sensación de mareo como nunca antes lo había sentido.

 

En un último segundo de lucidez debió pasar por su pensamiento la sospecha de lo que estaba ocurriendo: mientras abría la boca para inspirar la última bocanada de aire, debió pensar en todos nosotros. Debió pensar que siempre hizo todo lo posible por aceptar la vida y de la misma manera se dispuso a dar el paso final, a pesar de la rapidez que su conciencia estaba pasando el umbral que conduce al Inframundo. Con una cierta sonrisa debió de aceptar el desenlace. No fue una maldición porque su sufrimiento fue mínimo. Todo pasó como si en unos pocos segundos todo el mar de sufrimientos en el que había vivido se hubiera apaciguado.

 

En aquellos días yo trabaja en la Editorial Salvat de correctora. Era un trabajo muy bien remunerado. Nos pagaban a razón de 50 Pesetas/hora. El trabajo consistía en leer atenta y alfabéticamente una enciclopedia tras otra, anotando en una ficha cualquier falta o errata. Trabajando diez o doce horas los sábado y otras tantas los domingos ganaba suficiente para pagarme la pensión de la Calle Joaquim Costa y mi manutención. Ganar mil pesetas a la semana cuando un obrero normal ganaba ochocientas cincuenta pesetas al mes da idea del nivel de vida de los afortunados que trabajaban en aquella época en la Editorial.

 

Por mis manos pasaron todas las sílabas, una por una de tres enciclopedias famosas en aquellos momentos. Yo siempre estuve orgullosa de la corrección "Salvat 4" y "Vector 1" (enciclopedias que se publicaban por fasículos) y "Universitas" una enciclopedia de pretendida calidad divulgativa, plagada de conceptos rancios y "demodés". El trabajo era aburrido, pero allí conocí a gente como Marco que estaba metido en política hasta el cuello y que luego participaría en la Asamblea Constituyente de lo que fue el SDEUB (Sindicato Democrático de Estudiantes de la Universidad de Barcelona) y Carles Urritz autor de la traducción al catalán de la famosa novela La Catedral del Mar. Él fue el corrector de ese título transformándolo en la Iglesia del Mar.

 

Cuando aquella insuficiencia respiratoria acabó con la vida de mi madre, ya hacía tiempo que no me hablaba con mi hermano. A partir de un momento de su vida (hacia los veinte años) mi hermano desapareció prácticamente de nuestra casa. Se había ido a vivir con una mujer bastante mayor que él, por eso cuando lo volví a ver en el entierro de nuestra madre, apenas lo reconocí. Sin pelo y con unos diez kilos de más su figura ya no me era familiar.

 

Mi hermana, a pesar de los novios que tuvo, siempre había reservado algunos momentos para visitarme cuando aún estaba yo en casa y posteriormente en la pensión. Estudió ATS para acabar pronto la fase estudiantil y se casó con uno de esos locos simpáticos de la época que bebía güisquis los sábados por la noche en la Pla Real y escuchaba música de jazz en el Jamboree; trucaba el motor de cualquier seiscientos que le pusieran en sus manos y bailaba de vez en cuando en el San Carlos al ritmo de "Los Sirex" y "Los Brincos". El "Bocaccio" era demasiado finolis para él.

 

Mi hermana tuvo con Toni un hijo que nació con una dificultad digestiva de forma que su vida no fue viable, muriendo a los seis meses. Tuvo luego dos niñas más antes de que Toni se estrellase con uno de sus coches trucados. Al verse viuda, entró a trabajar en la Residencia Generalísimo Franco (posteriormente, Residencia del Valle de Hebrón), reanudó los estudios de medicina, pero al licenciarse no abandonó su plaza de ATS. No podía renunciar a un sueldo doble del que le ofrecían como médico. Cuando vine a París perdimos el contacto. Desde entonces no he vuelto a saber de ella. A través de alguien que no recuerdo exactamente quién fue, me enteré que se casó por segunda vez con Eduardo, "un señor que vendía pianos". Pero no tardó en separarse de él porque maltrataba a las niñas.

 

Sé que tengo una prima, Cinta, que se casó con un muchacho francés y se fue a vivir con a Tours. Nuria era una de los cuatros hermanos, hijos de mi tío Pedro (primo de mi madre), gran ególatra, cantante de ópera frustrado. Narcisa, hermana de Cinta, gran aficionada a la natación se suicidó, el hermano pequeño, Pablo, cayó de un balcón y su inteligencia quedó mermada en gran parte, pero sobrevivió; y, Carmen, la mayor, hizo unos cursos de contabilidad y se colocó en las oficinas de la Hispano Olivetti y desde entonces nada he sabido de ella.

 

El resto de familia por parte de mi madre, a excepción de mi tía Pilar (su hermana), hermanos, primos, tíos, etc. vivían distribuidos entre Alicante, Valencia y Mallorca y nadie les avisó de su muerte. Mi tía Pilar era la única que nos visitaba regularmente mientras fuimos niños y siempre nos traía algún regalo: un duro de plata, una harmónica, un pañuelo o simplemente alguna tableta de chocolate que obtenía del Hotel Ritz donde trabajaba en la lavandería. Se mantuvo soltera con un novio que era casado hasta que éste enviudó. Se casó finalmente con él y tuvo un hijo al que sólo habré visto media docena de veces. Las hijas de él – veinte años mayores que el niño- lo recibieron con mucho cariño.

 

Ramón, hermano de mi madre, siguió la saga marinera y llegó a ser Capitán de la Marina Mercante. Estuvo siempre destinado en Cartagena y no lo llegué a conocer. De él sólo sé que se casó y no tuvo hijos.

 

En Denia una prima de mi madre tenía una peluquería que era muy divertida, pero no pensaba en otra cosa que en ganar dinero. Se casó a la edad de 45 años con un director de un banco creyendo que por lo menos alguna pequeña parte del banco era suya porque le enseñó unos papeles haciéndose pasar por accionista del Banco. Pero una tía suya, Rosita –ignoro el grado de parentesco que yo tenía con ella-, se casó a los sesenta años con un labrador y vinieron a hospedarse a casa en su viaje de novios.

 

Otro primo de mi madre, José, parecía el rico de la familia. Fumaba puros todos los días y tenía una hija simpatiquísima, que debía ser también prima mía. José montó la primera fábrica de juguetes de Denía. Eran juguetes de plástico inyectado. ¿Quién hubiera podido decirme que yo sería una experta en control de calidad de toda clase de piezas mecanizadas y/o moldeadas por inyección a presión?

 

Por la parte de mi padre la familia también era numerosa. Mi padre era el número once de doce hermanos. El número doce emigró al Canadá y nunca llegué a conocerlo; al parecer murió de tuberculosis. Entre los doce, cuatro eran mujeres: María que se hizo monja, Margarita que se casó con un tal Ricardo que presumía de ser una persona adinerada y finalmente resultó ser un pobretón sin ganas de trabajar, Concepción, la mayor, que se desvivía por ayudar a todos los hermanos y Carmen que se casó con un oficial de la Guardia Civil teniendo siempre domicilios diversos; el último fue en Castellón.

 

Los hermanos de mi padre se llevaban muchos años entre ellos. El mayor de todos, Carlos, se colocó a trabajar de funcionario en los Juzgados de Barcelona. Murió siendo yo muy niña al caerse bajando de un tranvía. Con la pelvis rota llegó por su propio pié a casa y al enfriarse la cadera falleció. Manuel se casó con una maestra de escuela de Viladecans y era enemiga del trato social con la familia de mi padre; tuvieron dos hijos (primos hermanos míos), Fernando y Alicia.

 

Nunca tuve trato con ellos, pero llegué a saber que Manuel, de oficio zapatero remendón, era el que reparaba el calzado que sus hermanos menores destrozaban jugando a fútbol. Cuando se jubiló, dejó el taller donde había trabajado toda su vida y desde aquel momento empezó a ganar el dinero a espuertas haciendo calzado a medida por encargo.

 

 Otro de los hermanos, Juan, se casó con una mujer adinerada y tuvo con ella dos hijos Miguel que se hizo músico y emigró a Finlandia y Carlos, que se dedicó siempre al comercio (su mujer Inés tampoco quería saber nada del resto de la familia).

 

Desconocía cuántos primos y primas tenía y que según mi hermano se contaban por docenas. Al entierro de mi madre no acudió nadie. La enterramos en el Cementerio de Collserola y a la ceremonia vinieron sólo mis hermanos y algunos pocos amigos de la Facultad.

 

Con una familia como la mía, las dificultades nacían por todos lados, pero Yvette me ha enseñado que la risa, junto con el sueño y la esperanza son, probablemente, tres cosas que el cielo ha concedido al ser humano como contrapeso a las penalidades de la vida. La distancia entre todos mis familiares y yo era tal que nunca me sentí ligada a ellos. Ahora, por primera vez en mi vida siento que con Ivette he empezado a tener una familia.

 

Yo ya sabía que soñar de noche o, quizás mejor, a pleno día y bien despierta, me ayudaba a proyectarme hacia tiempos mejores, es decir, más complacientes en el orden material y también en el orden espiritual y me suavizaba el alma, pero Yvette me enseñó a vincularlo a la esperanza. Por eso cuando estaba gravemente herida a consecuencia de aquel desgraciado accidente provocado por la rabia y la humillación yo sabía que se recuperaría porque lo soñaba de noche en casa y de día junto a su lecho en el hospital. 

 

A menudo cuanto más absorta estaba en mi pasado, el sonido de una sirena me sacaba de mis pensamientos y mis recuerdos volvían a desaparecer. Era la hora de la comida. Normalmente íbamos varios compañeros a un restaurant tres calles más debajo de la fábrica. Los trabajadores y empleados íbamos a comer por turnos. El primero de 12.00 h. a 13.00 h. y el segundo de 13.00 h. a 14.00. Yvette y yo comíamos en turnos diferentes para evitar ir juntas. Casi siempre me acompañaban Bebert y Claude su mujer.

 

Bebert, que en realidad se llamaba Robert, era un mecánico ajustador, que estaba acomplejado por su corta estatura y por las gruesas lentes de una miopía de alta graduación. De unos cincuenta años se había casado recientemente con Claude, una hija de campesinos, que no había salido nunca de Bernais. Cuando se conocieron Claude sólo pensaba en marchar a París; y, no pasó mucho tiempo en arrepentirse de su matrimonio. Bebert la vigilaba constantemente. Sus celos se hacían patentes en cualquier conversación que Claude mantuviera con algún compañero, por eso le tranquilizaba que yo fuera a comer con ellos cada día.  

 

Claude tenía el tipo de una diosa, pero su cara de pómulos hundidos y su prognatismo exagerado de la mandíbula inferior junto a un carácter soso y conversaciones triviales y/o superficiales mantenían a raya a todos los compañeros del taller. Cierto día, me pidió que la acompañara al banco a hacer unos ingresos de dinero. A las doce en punto cogimos el 2 CV de Claude y fuimos al Banque du Comerc. En cinco minutos salíamos del banco hechas ya las gestiones.

 

Al subir al coche Claude me puso su mano sobre mi rodilla. Sus ojos le brillaban y los párpados superiores parecían haberse aflojado. Acerqué mis labios a los suyos y su lengua resbaló sobre la mía. Le introduje dos dedos en su vagina mientras que con el pulgar acariciaba su enorme clítoris. Le asaltaron múltiples orgasmos. La técnica empleada por Yvette daba buenos resultados no sólo conmigo. Comimos apresuradamente en diez minutos un plato combinado para estar de regreso justo a la una de la tarde para reanudar nuestras tareas.   

 

21 dic 2011

AMPLIACIÓN DE NUESTRO BOTIQUÍN DE URGENCIAS

                                 BOTIQUIN

Medicamentos homeopáticos de urgencia para el viajero

 

 

·         ACONITUM 9 CH: fiebre. Estados febriles iniciales. Instalación brutal, súbita, después de un enfriamiento; por golpe de aire seco; sin sudores. Agitación y ansiedad. Neuralgia facial. Aconitum es el agudo de Sulfur. Debilidad cardiaca. Manos y pies fríos.

 

·         ACTEA RACEMOSA 9 CH: Dolor de cervicales. Empeora con la llegada de la regla. A más regla, peor se encuentra. Persona parlanchina.

 

·         ALFALFA 4 DH: En caso de deshidratación 4 gránulos cada 5 minutos.

 

·         ALLIUM CEPA 5 CH: Rinitis. Conjuntivitis. Tos.

 

·         ALOE SOCCOTRINA 15 CH: Diarrea

 

·         ANTIMONIUM CRUDUM 9 CH: indigestión. Remedio de acción gástrica. Lengua blanca, vómitos, náuseas. Erupciones agrias después de una comida abundante. Es el remedio de los glotones sujetos a indigestiones. Contestan a las preguntas casi gruñendo, aunque son muy románticas. Obesidad por exceso de alimentación.

 

·         ANTIMONIUM TARTARICUM 9 CH: Dificultad para expectorar. Sequedad pulmonar.

 

·         APIS 9 CH: inflamación. Se denomina "la cortisona de los homeópatas". Remedio de la inflamación rosada, con dolores punzantes y calor intenso que mejora con el frío. Ausencia de sed. Todo tipo de edemas. Inflamación aguda de la garganta. Edema de Quincke. Picaduras de insectos. Alergia desatada por la presencia de harina (alergia de los panaderos). 

 

·         ARGENTUM NITRICUM 9 CH: Trastornos digestivos y del sistema nervioso. Fobias y miedos (útil en aviones, entre multitudes, etc.). Individuo de facciones hundidas con muchas arrugas en la piel. Deseo compulsivo de chocolate. Rechaza los alimentos fríos. Afonía por inhalación de humo de tabaco.

 

·         ÁRNICA 9 CH: Remedio de traumatismos (físicos y psíquicos); fatiga mental o física. Después de un esfuerzo físico (un partido de tenis,...). Afonía súbita. Hipertensión. Retinopatías agudas.

 

·         ARSENICUM ÁLBUM 9 CH: intoxicación por comer pescado (por comer carne Nux vomica) o hielo. Gastroenteritis, diarreas y vómitos. Es el mejor remedio sin duda de las intoxicaciones alimentarias. Temores nocturnos. Falta de resistencia física o psíquica. Útil en alta montaña.

 

·         AURUM 9 CH: hipertensión y mal humor en reuniones familiares. Preventivo de suicidios.

 

·         BELLADONNA 9 CH: fiebre e inflamación. Inflamación con calor, rubor y dolor. Fiebre alta de 4Oº con sudores y postración. Sed intensa. Gran remedio de la insolación junto con APIS. Útil en trabajadores de parquins.

 

·         BELLIS PERENNIS 15 CH: El mejor medicamento para los traumatismos en el útero y la mama junto con Conium.

 

·         BRYONIA 9 CH: Dolor de rodilla. Dolor por cólico nefrítico. Lumbago. Diarrea al menor movimiento. Anginas.

 

·         CALCAREA CARBONICA 200 CH: Cólico nefrítico.

 

·         CANTHARIS 9 CH: quemaduras. Herpes labialis con flictema. Quemaduras superficiales con ampollas, con síntomas de escozor, picor, ardor, Cistitis y Uretritis. Micción sanguinolenta. Enuresis en la posición de decúbito.

 

·         CAULOPHYLLUM 200 CH: Falta de fuerza al cerrar la mano. Espasmos vaginales con mucho dolor por miedo.

 

·         CAUSTICUM 9 CH: Ampollas en los talones por andar. Afonía. Malestares diversos a las 6 de la tarde.

 

·         COCA 15 CH. Falta de oxígeno. Mal de altura. Insomnio en altitud

 

·         COCCULUS 9 CH: mareos. Remedio del mareo en los transportes con náuseas, cólicos y vómitos y lipotimias que se agrava al aire libre, a diferencia de TABACUM que tiene los mismos síntomas pero mejora al aire libre, y PETROLEUM que se agrava con los olores fuertes de carburantes, per que mejora comiendo algo.

 

·         COLOCYNTHIS 9 CH: Dolor abdominal agudo. Punzadas histéricas en vientre izquierdo que mejoran doblándose por la cintura (derecho: Magnesia phosphor).

 

·         CHAHOMILLA (niños: 9 CH, adultos 200 CH): calmante. Inflamación e hiperestesia. Dolores abdominales por exceso de gases. Agitación extrema con hiperestesia al dolor (cólicos intestinales, dismenorreas y dolores intolerables...). Útil para desintoxicar a personas muy medicalizadas (en diálisis o en postoperatorios p. e.). Es el medicamento infantil más importante (dentición, digestión, nerviosismo, sueño).

 

·         CHINA 9 CH: hidratación. Remedio de las hemorragias de cualquier tipo, como también de las diarreas con mucho gas motivadas por frutas verdes, que contienen restos alimentarios, con gusto amargo y meteorismo abdominal total. Repone las pérdidas de líquidos orgánicos. En 7 CH es útil en la hipotensión. También cura muchos acúfenos y tinitus.

 

o             Combinado con SÉCALE y SABINA en las reglas abundantes.

o             Con ARSENICUM ÁLBUM y VERATRUM ÁLBUM en las diarreas.

o             Con COLCHICUM y LEDUM PALUSTRE en las crisis de gota.

o             Con PHOSPHORUS y MlLLEFOLIUM en las epistaxis.

 

·         DROSERA 9 CH: tos. Quintas de tos sobre todo tumbado en la cama. Tos blanda con vómitos y cianosis. Disnea y espasmo laríngeo.

 

·         EUPATORIUM 9 CH: Gripe. Dolor de huesos. Virus intestinales. Dolor de cabeza y dolores oculares.

 

·         EJE CORTICO-HIPOTALAMICO 7 CH: Angustia, preocupación, ansiedad. 4 gránulos cada 5 minutos (4 tomas)

 

·         EUPHRASIA 9 CH: Conjuntivitis.

 

·         GELSEMIUM 9 CH: Gripe. tranquilizante. Nerviosismo, miedo, trac ante un acontecimiento importante. Se acompaña de poliuria, diarrea y temblores. Miedo a volar o a los exámenes usar en 30 CH.

 

·         FERRUM PHOSPHORICUM 9 CH: Antiinflamatorio menos grave. Dolor en el hombro izquierdo. Escolares con dolor de cabeza.

 

·         HEPAR SULFUR 9 CH: inflamación y supuración. Inflamación dolorosa al menor contacto, sobre todo al frío, con supuración de instalación brutal. Tos dolorosa perruna. Conjuntivitis. Laringitis aguda a frigore dolorosa. A emplear en dilución alta (15-3O CH) si es aguda, súbita. Después de una extracción dental. En individuos que siempre llevan la contraria 200 CH y/o juegan con cerillas o con fuego.

 

·         HYPERICUM PERFORATUM 9 CH: Dolor de lugares ricos en nervios. Aplastamiento de nervios (ciática, herpes doloroso). Tétanos. Lésiones en médula espinal. Pinzamientos y dolores neurágicos (corren por los nervios).

 

·         IPECA 9 CH: tos y vómitos. Tos coqueluchoide en quintas con náuseas y vómitos. Lengua limpia. Asma infantil con grillera. Náuseas de origen digestivo. También eficaz en hemorragias, pequeñas o grandes, con sangre roja viva brillante.

 

·         IGNATIA 30 CH: Sensación de ahogo con una bola en la garganta. Pérdida de una persona querida. Se ahoga en un lugar con humo de tabaco.

 

·         KALIUM CARBONICUM 200 CH: Dolor de espalda, debilidad y sudoración (en la tercera edad). Meteorismo en la parte alta del abdomen.

 

·         LACHESIS 9 CH: Laringitis. Problemas psíquicos en la menopausia. Mejora con la regla. Celos. Alcoholismo.

 

·        LACHNANTES 7 CH: Tortículis. Dolor de cervicales

 

·        LEDUM PALUSTRE 9 CH: Picaduras de medusas e insectos. Traumatismos con objetos punzantes. Puñetazo en un ojo.

 

·        LUESINUM 15 CH: Insomnio de noches en blanco.

 

·        LYCOPODIUM 9 CH: Problemas digestivos. Es el medicamento de las convenciones. Bodas, bautizos, cumpleaños. Meteorismo en la parte baja del abdomen.

 

·        MERCURIUS SOLUBILIS 9 CH: inflamación y supuración. Es uno de los grandes remedios de acción general, utilizado tanto en agudo como en crónico. Y figura en primer escalafón de las enfermedades infecciosas del niño (rinofaringitis, anginas que afectan al oido o síndromes alergo-infecciosos respiratorios (bronquitis asmatiformes). Le agrava el frío, el calor y los cambios de temperatura. Sudoración abundante. Halitosis. Colon irritable.

 

·         NATRUM CARBONICUM 200 CH: Debilidad en tobillos y muñecas. Dolor en el primer metacarpiano (por agotamiento en una escalada).
 
·         NUX VÓMICA 9 CH: indigestión. Síndromes gástricos y digestivos por abuso de alimentos, alcohol, medicamentos, tabaco... Remedio de nuestro tiempo, de los excesos, del sedentarismo activo, de la precipitación, de la impaciencia, del estrés. Lengua sucia blanca, meteorismo gástrico, nauseas, vómitos, colon irritable.

 

·        OPIUM 15 CH: Para recuperarse de un coma o para prevenirlo (por alcohol, operación o intoxicación por inhalación de gases). Estreñimiento postoperatorio. Atonía física y psíquica después de un disgusto (estupor) Somnolencia. Delirium tremens. Glaucoma.

 

·        PHOSPHORICUM ACIDUM 9 CH: Diarreas sin debilitamiento. Astenia en personas que han crecido rápidamente. Agotamiento por estudio. Abandono de los estudios por agotamiento con caída del cabello (200 CH)

 

·         PHOSPHORUS 9 CH: Hemorragias. Miedo al dentista.

 

·         PHYTOLACCA 9 CH: Anginas de color granate. Otitis media. Aprieta los dientes. Mastosis. Anginas de color granatoso.

 

·         PULSATILLA 9 CH: Mucosidad abundante. Manos y pies fríos.

 

·         PYROGENIUM 9 CH: infección. Conocido como "el antibiótico de los homeópatas" es el remedio de los estados infecciosos sépticos con falta de reacción. También se utiliza en caso de intoxicación alimentaria junto con ARSENICUM ALBUM. Empezar con una dilución alta 15 CH. Es característico el pulso débil con fiebre alta o viceversa.

 

·        RHUS TOXICODENDRON 9 CH: dolores musculares y articulares. Afectación articular, sobre músculos y tendones. Con rigidez dolorosa a la inmovilidad (mejora con el movimiento). Torceduras, esguinces, tendinitis... que tengan esta modalidad.

 

·         SAMBUCUS 9 CH: tos. Tos brusca con disnea intensa, tos laríngea en quintas, tos seca.

 

·         SENNA 5 CH: Subida brusca de acetona en los niños por abuso en la ingestión de frutas.
 

·         SEPIA 200 CH: Rigidez de la espalda y nuca. Dolor de luxación de las caderas (derecha). Preventivo del aborto del 5º mes al 7º. Excoriación de la vulva y entre los muslos. Orina muy ofensiva. Hinchazón hidrotópica del abdomen. Chorros de orina cuando tose.

 

·         SILICEA 9 CH: Problemas pulmonares. Supuración. Bartolinitis aguda.

 

·         STAPHISAGRIA 9 CH: Heridas con cortes limpios como con un cuchillo o bisturí. En 200 CH ante una humillación.

 

·         SULPHUR 9 CH: Ingesta excesiva de farináceos y/o huevos. Dolor agudo en varices. Dolor de trigémino.

 

·         VENA 4 CH: Arteriopatías (Claudicación intermitente, calambres en las piernas andando, nadando o en la cama) 4 gránulos cada 5 minutos hasta la recuperación.

 

·         VERATRUM ÁLBUM 9 CH: diarrea. Diarrea imperiosa súbita con sudores fríos, deshidratación aguda por pérdida liquida. Síncope después de la deposición, y un estado de extrema debilidad, con frío notable de todo el cuerpo.

 

·         ZINCUM METALLICUM 200 CH: Gran calmante de los nervios.

POSOLOGIA: En las diluciones bajas se puede administrar 1 gránulo 3 veces al día durante varios días si es necesario. En las diluciones altas basta con una dosis única de 8 gránulos. En las diluciones muy bajas se puede administrar el medicamento varias veces cada 5 o 10 minutos.

15 dic 2011

BARCELONA NACIÓ CON LOS GRANADOS (Cap. 7)

Capitulo 7

 

·         El paternalismo

SULFUR 200 CH

·         El maternalismo

STAPHISAGRIA 200 CH

 

El amor anhelado

 

¿A quién explicarle que mis demonios

se conjuran y me obligan a escribir?

 

No podría vivir sin escribir, sin explicar

que a menudo sobre mis oídos

una dulce melodía,

que acompaña siempre a la imagen

de los Coros de los Ángeles,

me impide ver todo aquello

que flota como nubes blancas

delante de mis ojos a excepción

de dos maravillosos puntos magenta.

 

¿Quién me hubiera oído

si yo hubiera gritado en momentos

en que desde el Círculo de los Tronos

ya habías decidido

lanzarme al Inframundo

despojado de mis sandalias aladas?

 

Me lavé los pies

con  mis propias lágrimas

y mis demonios se expandieron

por los espacios interestelares

como una gigante roja

quemando el poco oxígeno

que aún conservaba de tus besos.

 

Como en una alegoría

que no me abandona nunca

los dos rubíes que durante meses

mi lengua limpió de impurezas

como un privilegio, siguen brillando

como púlsares lejanos.

                              

En mitad de la noche,

los demonios de esta noche,

montados sobre el viento

lleno de espacio vacío,

me muerden el rostro

y sólo me consuela saber

que existes mi amor,

aunque sólo sea

como amor anhelado.

                        Elisa R. Bach

 

Lo que más destacaba en Daniel era una larga cola de caballo atada con una goma roja haciendo más visible un pelo estirado, lacio y canoso. Pero eso no era lo peor. Sus luengas barbas amenazaban continuamente su pecho adornado con un sol enorme atado al cuello con una cadena de un pobre dorado que mostraba a las claras de que no se trataba de oro. Tampoco su dentadura escapaba a la pésima impresión de su imagen: dos dientes de oro (éste sí debía ser auténtico) encajaban mal con el resto de dientes amarillentos.

 

Daniel, según Yvette, era escultor. Tenía su taller en un semisótano de la Rue Rochechouart y se quejaba de que cada vez que llovía se le inundaba de agua debido a la pendiente de la calle. Era una excusa perfecta para justificar no dejarnos ver su taller. Mientras desayunábamos en el "Café du Comerce"  de la Rue de Clignancourt, justo en la esquina de la Rue Pierre Picard, Daniel no paraba de dar su opinión sobre cualquier pequeño detalle hasta el punto que me pareció que quería presentarse como si fuera mi padre, pero por debajo de la mesa intentaba abrazar mi pie con los suyos.

 

Evidentemente Daniel era el prototipo de hombre para llegar a comprender la indiferencia y falta de libido de millones de esposas resignadas a su función de madre y de ama de llaves de sus propias casas. Tipos como Daniel explican la existencia de la reacción femenina ante tales atributos puede llevar a una exageración y teorización del "deber ser", en cierta medida necesario para la educación de los hijos, pero que pasados los años, muchas mujeres no pueden escapar de esa manía por la limpieza, por lo que ellas creen sobre el "deber ser" y se muestran críticas con cualquier detalle que no ven como correcto.

 

Esa actitud las convierte en unos seres críticos y perfeccionistas de tal forma que cualquier contradicción que se les atribuya a sus indicaciones se la toman como una situación humillante. Yo no tendría un compañero así aunque fuera el último hombre del mundo. A su lado destacaba fuertemente la blanda y fina sonrisa de Yvette: igual que resplandor de marfil viejo, como nostalgia o nieve navideña en patio oscuro o como claro de luna en un libro muy querido. En ese momento me sentí afortunada.

 

A pesar del carácter de Daniel y su poca disposición al trabajo Yvette pensaba que era un buen artista y que valía la pena tener un poco de paciencia con él. Después de prometernos que nos acabaría un antiguo encargo fuimos a husmear un rato al Marché aux Pouces. Quizá, debido la prisa, no encontramos nada interesante y regresamos a casa.

Aquella noche, tuvimos de invitados a Mr. Brechbühl y su mujer, Monique. Justo a las ocho de la noche llamaban al timbre. Yvette miró el reloj y no pudo reprimir su comentario: ¡Ah! La puntualidad de los relojes suizos. Tan sólo abrir la puerta abrazó a Mr. Brechbühl y besó a Monique, se colgó del brazo de él y lo acompañó hasta el amplio salón para presentármelo. Hizo una mueca, estirando los labios hacia adelante ofreciendo el beso porque era ciego. Monique me dio tres besos a la francesa.

 

La cena se desarrolló en una atmósfera de buen humor en la que Mr. Brechbühhl escuchaba con gran deleite las historias de Yvette, que como siempre, estaba pletórica. En un momento dado recordó la primera estancia que hizo en Lausanne. Fue durante unas cortas vacaciones de Navidad. Allí había conocido a aquel simpático matrimonio y desde entonces la amistad se mantuvo durante años.

 

Mr. Brechbühl y su esposa vivían en la Place du Nord cerca de la Catedral de Lausanne. Él se quedó ciego a la edad de 12 años a causa de una infección en un ojo que posteriormente se le pasó al otro.  Fue operado sin éxito varias veces.  Ingresó en una escuela de la Société Cécital (cécité significa ceguera), una especie de ONCE española, donde los ciegos que no desean vender números de sus loterías cursan estudios de masajes, música, comercio u otros oficios para los que su hándicap es su principal virtud.

 

Mr. Brechbühl se dedicaba a la venta ambulante de productos para el hogar como líquidos para la limpieza, delantales, aerosoles con olor a pino para vaporizar en las habitaciones, cepillos para la ropa, Champús y jabones para el baño, etc. Se hacía acompañar por algún estudiante que llamaba a la puerta del posible cliente-colaborador de ciegos. La misión del acompañante, a modo de lazarillo, era saludar a la persona que les abría la puerta de forma que Mr. Brechbühl supiera, por el saludo, -Bon jour madame o Bon jour Mademoiselle- si se trataba de una chica o una señora mayor. A partir de ahí comenzaba su discurso para ofrecer los productos de la Société Cécital.

 

En caso de ventas en firme, el estudiante sacaba un bloc de pedidos y anotaba los productos correspondientes, nombre y domicilio donde se entregarían posteriormente, entregando a continuación una copia a la persona interesada. Por la tarde una sobrina entregaría el pedido en aquel domicilio y cobraría el importe acordado. Ese tipo de comercio estaba exento de impuestos para ayudar, con unos precios inferiores a los del mercado, a los ciegos.

 

Monique, tenía en la planta inferior un piso de seis habitaciones que, aprovechando su proximidad a la catedral, las destinaba a servicio de hotel para turistas. Con esas dos fuentes de ingresos subían con cierta holgura a sus dos hijos. Conducía un pequeño DAF automático para el que no necesitaba permiso de conducir y con él acompañaba a los niños a la escuela situada en Prilly. Era la típica ama de casa que, a pesar de todo, seguía adelante, hiciera el tiempo que hiciera, con una rebanada de pan con mantequilla en la mano y la otra al volante.

 

Mr. Brechbühl era un hombre de cara redonda, como si se hubiera quedado estancado en su niñez, de carácter dulce y paciente y optimista de puertas afuera. Ese carácter acentuaba aún más su aire de persona inofensiva, que cree que en este mundo todo se puede arreglar con buena voluntad. Su vientre bastante voluminoso denotaba el exceso de comida grasa, a base de quesos y embutidos. Con la apariencia de unos cincuenta años estaba satisfecho de la vida y se desvivía por mantener contacto con numerosos amigos.

 

Monique, algo mayor que su marido, daba la impresión de haberse casado con él a una edad en que la vida por alguna razón no la había tratado bien. Resentida y como mal menor se casó como el que por miedo a no encontrar otro tren al que subirse, se había aferrado al furgón de cola y aceptar lo que otras personas no hubieran aceptado.

 

Este juicio, podría parecer duro y cruel, pero lo hice después Yvette le acariciara, en la cocina, sus glúteos introduciendo una mano entre ellos. Reconozco que aquello me excitó, pero no estaba celosa porque Yvette ya me había acostumbrado a esos detalles. A partir de ahí observé más detenidamente el rostro de Monique. Sus ojos azules, claros como el cielo, brillaban como los de una mujer ansiosa de echar los dados. Era como si hiciera ya tiempo que no tenía relaciones con su marido. Más tarde me enteré que dormían en habitaciones separadas. En la cara tenía una gran mancha roja que se extendía por encima de la nariz hacia los pómulos en forma de mariposa. Su pelo era fuerte, y crespo; cortado como si fuera un hombre, dándole un cierto aire masculino.

 

Después de la cena y con los besos de rigor se despidieron algo cargados de alegría y vino tinto. Un taxi los recogió para llevarlos al hotel donde se hospedaban. Yvette me invitó a ducharme con ella como en otras ocasiones y después de secarnos, completamente desnudas nos dormimos abrazadas como dos almas gemelas que se necesitan una a la otra.