5 ago 2013

EL TE EN UN DÍA LLUVIOSO

22. LOS HOMBRES DE MI VIDA

        (SCHÄFFER EL ASMÁTICO)

 

      EL TE EN UN DÍA LLUVIOSO

 

  • Asma húmedo

BLATA ORIENTALIS C7 -  C9

 

Este junio está siendo particularmente húmedo;

llueve cada día y continuamente el paisaje se oscurece amenazando las esperanzas de los que gustan de pasear por el parque. La persistente lluvia origina el desprendimiento de millones de flores de los centenarios tilos creando un manto amarillo que destaca sobre el fondo grisáceo de los caminos del Treptower Park.

 

Sentada en una austera silla,

protegida por un inmenso vidrio, al abrigo del viento y la lluvia, frente al parque, observo apaciblemente. Escribo notas sueltas que luego, aún no sé cuándo, tendré que hilvanar.

 

Entra un hombre acompañado

de una mujer bastante más joven que él, rompiendo el silencio del café al toser; la mujer le ayuda a acomodarse en la cálida mesa de madera maciza situada frente a mí.

 

Tengo la sensación

de que los he visto ya en alguna otra parte, como si esa escena la hubiera vivido la semana pasada. No es difícil que haya sucedido eso en un lugar donde las escenas insustanciales se repiten ante la avalancha de inconvenientes del clima lluvioso.

 

El hombre se despoja de su impermeable

y su gorra, que su acompañante cuelga en el perchero casi sigilosamente; sigue tosiendo mientras intenta leer la carta del menú. Aparenta unos sesenta y cinco años, aunque es posible que sea algo más joven por su enjuta constitución.

 

Su acompañante, de aspecto más fuerte,

pletórica parece conocer, por su comportamiento decidido, cómo actuar en tal situación: pide un té para él y un latte machiatto para ella.

 

Ahora lo comprendo.

No los he visto antes. Niko me contó en cierta ocasión que había un hombre que padecía una bronquitis asmática que empeoraba en tiempo húmedo.

 

El hombre, cuando se sentía mal,

se aliviaba tomando un té caliente. Cierto día lluvioso se encontraba muy mal, no paraba de toser y le pidió a su mujer que le preparase un té.

 

Al tomar el té

el hombre se sintió tan extraordinariamente bien que le preguntó a su mujer qué le había puesto en el té. La mujer, no dando importancia al hecho destapó la tetera para demostrar que le había hecho un té sin nada especial.

 

Su sorpresa fue mayúscula

cuando descubrió que en el té se había cocido un intruso escarabajo.

 

Esta noche cuando Niko,

me susurre al oído lo obvio, cuando oiga sus gemidos, cerraré los ojos y sentiré más que aprenderé...
 
                                                                                                                                                               Johann R. Bach

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