8 ago 2013

Desde siempre fuí alérgica al sol

    EL SUEÑO DE LACHESIS

 

No recuerdo bien como pasó todo.

¡fue todo tan rápido e inesperado! Me siento rara, flotando en este aire caliente y ese rayo de luz que se desliza, entre una de las rendijas de mi ataúd, como una serpiente, esa luz que me busca, será mi tortura.

 

Desde siempre fui alérgica al sol,

y, hasta aquí, dentro en esta caja, tengo que soportar la poca delicadeza de mi marido al no situarme a la sombra de los morales. Ya lo ves Sol, no poder ni aún aquí librarme de ti, oh luz, luz del Sol, del Sol de la tierra.

 

Desde aquí arriba,

desprendida de mi cuerpo, veo cómo todos se inclinan sobre mí para ver mis labios lívidos, finos, ribeteados aún por una línea blanca como si hubiera bebido leche. ¡Hipócritas!

 

Siempre creí que había un Sol distinto de los muertos.

¿Te he de soportar solamente por el único servicio que me prestas?¿tan caro cobras el indicarme si es de día o de noche?

 

La sangre se me agolpa

en las sienes formando un murmullo que no llega a ser como la música al romper las olas de los mares. No llega a ser un ritmo de descanso final, es un intermezzo.

 

Aunque pensándolo bien,

mientras te vea, luz del Sol, me seguiré viendo, desde lo alto, dentro de mi ataúd como otra persona cualquiera y seguiré sintiendo que estoy aquí todavía y ver que a pesar de mi accidente de automóvil el mar no se ha hundido.

 

¿Puede que todo no sea más que un sueño?

¿que mi despertar sea el más penoso? Noto que el corazón late muy lentamente; de forma deficiente para un ser vivo, pero suficiente para sufrir la luz del Sol en forma de calor.

                                                                                  Johann R. Bach

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