LA SEQUEDAD DE LA SUPERFICIE MARCIANA
Estudió mecánica de fluidos,
asignatura hueso por extensa y admiró los escritos de Arquímedes se asombró ante los trabajos de Venturi.
Quería conocer
las tormentas de viento solar de la luna; hizo cálculos vectoriales de variable imaginaria y revolvió libros en varias bibliotecas sobre Plutarco.
Ahora ¡míralo!
Camina y conduce con una mano la moto, mientras con la otra saluda a transeúntes desconocidos. Está contento: lleva, abrazada, de paquete a su amor.
Se les ve paseando junto al mar.
Nada hiere tanto como su música amorosa a personas que se horrorizan al ver tanta cintura con brazo, tanto brazo con querer y, sin embargo, nada hay tan ajeno a su música como él.
Las ruedas avanzan silenciosas
bajo las órdenes de un motor de explosión sometido al segundo principio de la termodinámica: produce calor que impregnará su entorno más frío.
Que le hablen a él de sequedad
en la superficie marciana mientras atraviesa la mañana sobre su caballo alado. Nada le roza excepto la cara de su amada apoyada en su espalda.
Johann R. Bach
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