EL BARBERO Y SU AYUDANTE
En el antiguo barrio de Torresana (Terrassa)
un barbero y su ayudante recorrían los campos de limoneros y almendros con la esperanza de encontrar algo que llevarse a la boca.
Eran como una auténtica estampa
del Quijote y Sancho por lo que no es necesario detenernos en sus figuras. El barbero comunista, el ayudante sin ideas… aparentemente.
Cierto día se presentaron en el Ayuntamiento
con un enorme saco diciendo que querían hablar con el alcalde. El puertas viendo que eran inofensivos los hizo pasar y avisó al Secretario.
El Sr. Carenys, farmacéutico del barrio "Las Arenas" y conocedor de todos los habitantes de Torresana los recibió y se llevó una gran sorpresa al ver que
en el interior del saco el Barbero y su ayudante
llevaban una enorme boa con la pretensión de cobrar por aquel hallazgo dos mil pesetas.
El Sr. Carenys hombre de gran empatía
se llevó la mano al bolsillo y les dio el dinero que pedían por la boa recién muerta pues no se desprendía de ella olor alguno.
Varios meses después del hecho,
en mitad de una borrachera colectiva en una tasca confesaron entre grandes carcajadas que habían robado la boa de un circo que había pasado por la ciudad.
Eso da pie a pensar
que hay que recuperar la memoria de ciudades sexuales o montañas en las que la prometedora lujuria sonaba no hace tantos años cada vez más y más alto.
Como allí, entre muchos barberos y ayudantes,
también en nosotros palpita una nada lo bastante sencilla para dar prioridad a la ausencia… a las puertas del mundo.
Podríamos preguntarnos
¿cuándo, a partir de qué momento hemos de anotar en nuestro diario las anécdotas aparentemente carentes de importancia?
Ese punto de partida no es aún amor.
Y el mismo amor no es todavía un alma, pero hay que comenzar por algún lado ¿no?
Johann R. Bach
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