7 sept 2013

Sólo se anima en las noches que hay música en su local

Depresión hipofoliculínica

 

 

  • La depresión hipofoliculínica:

              SEPIA C200

 

En Friedenau hay un pequeño restaurante

que está regentado por una mujer lusa que intenta, por encima de todo, crear un clima de simpatía y alegría para atraer una mayor cantidad de clientes. Para ello contrata a menudo algún conjunto (dúos sobre todo) para que cante en el local o en la terraza cuando hace buen tiempo.

 

El tramo de calle

en la que se encuentra el local, es alegre, con tiendas entre las que se encuentra una floristería y otros tres restaurantes más.  Si giramos la esquina, ya en Dickhardtstraße, nos toparemos con tres esquinas a la Rheinstraße con otro restaurant en cada una.

 

Si añadimos que entre las tiendas

destacan un anticuario, una relojería, una tienda oriental, otra sueca y una gran frutería podemos hacernos una idea del colorido de ese rincón frente al Rathaus de Friedenau.

 

En esa calle (Hedwigstraße)

los árboles son enormes y el empedrado obliga a los vehículos a circular lentamente, de modo que se logra un cierto encanto y un ambiente acogedor que se muestran incluso en los días de lluvia.

 

A pesar de lo idílico del lugar,

Maria la lusa, sufre una depresión profunda fácilmente observable en sus ojos negros y tristes. Es morena con pelo largo y descuidado propio de una persona que tiene depresión y que muestra indiferencia hacia los demás por lo que ya no le importa su imagen. Es delgada, de corta estatura aunque se sostiene fuertemente sobre sus piernas.

 

Madre de tres hijos,

dos mayores de más de veinte años y una niña de 6 de un segundo matrimonio contraído con un traumatólogo alemán, atribuye su depresión a la relación con este último marido del cual quiere separarse.

 

Toma antidepresivos

que no le sientan nada bien y además, desde que los toma no tiene ni una pizca de líbido y la cara se le hincha convirtiendo el amago de sonrisa en una mueca donde la indiferencia equivale a enseñar los dientes.

 

Sólo se anima en las noches

que hay música en su local. Baila entre las mesas de sus clientes, desatando la admiración de todos por su danza exótica. En esos momentos hasta

 

brota alguna sonrisa de sus labios

y sus caídas boqueras parece que quieran mejorar su rictus y los párpados se le disparan hacia arriba mostrando un brillo no habitual en ella.

 

Algún cliente cree, y con razón,

que María contrata a los músicos para ella misma, al objeto de resistir a la tentación de huir, de abandonar todas sus obligaciones familiares y profesionales.

 

Sus hijos mayores le ayudan

en el restaurante y es de suponer que ello detiene sus ganas de desaparecer del idílico enclave de Friedenau. Cuando el folículo de Graff desaparece de no pocas mujeres se apodera un frío que les hiela hasta el alma, llenándolas de tristeza. 
                                                                 Johann R. Bach

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