BLUES DE UNA NOCHE RESCATADA
Tu amiga me ha localizado,
Perdido en medio de uno de los océanos de Google, navegando a barlovento en mi precario velero,. Con una asombrosa familiaridad me ha invitado a una fiesta como si fuera ayer el último día que nos vimos.
Se trata –me ha explicado en un mail-
de una fiesta en la que nos vamos a encontrar personas que parecían haber desaparecido hace cincuenta años.
He aceptado la invitación
aunque no sabré qué decirte. No podré decirte por ejemplo: "la vida ha dado mil vueltas sobre nuestras cabezas" o "no esperaba encontrarte por aquí". ¡Son frases tan gastadas!
También me saldría la voz impostada
si me excusara diciéndote: "éramos tan jóvenes cuando nos conocimos" como si con los ojos nada nos pudiéramos decir.
Sé que tus ojos negros
seguirán siendo profundos, bien resguardados por unas cejas que, a fuerza de ser depiladas, seguirán siendo bonitas.
Voy a ir preparado
para que me puedas mirar de arriba abajo. Juzgarás atrevido el color de mis zapatos tan distintos en forma y tan alejados de la negritud de muchas personas mayores.
No osaré siquiera recordarte
aquel día que fuimos en moto por las curvas de El Garraf, que tu abrazo en medio de aquellas rocas fue tierno y suave como la brisa de la mañana.
Querrás saber simulando naturalidad –lo sé-,
cómo me han ido las cosas si he tenido hijos, si soy viudo o separado; si tengo resuelto el futuro y qué he hecho durante tantos últimos años para sobrevivir.
Me dirás –como siguiendo un protocolo-
que me ves joven porque los ojos ven aquello que no ha muerto.
Por mi parte,
no necesitaré hacer ningún esfuerzo –lo intuyo- para responderte que tampoco aquel millón de besos se han borrado del todo de tus labios.
Nuestros corazones sentirán
algo parecido a una culpa oxidada por no haber sido más perseverantes que no atenuará la eterna justificación de habernos dicho en aquellos días cómo debían de ser las cosas.
Finalmente apreciaremos,
como en un blues, cómo somos ahora –tan distintos- y nuestras soledades volverán cosidas a nuestras endurecidas espaldas
mientras las últimas notas
de la música de una noche rescatada de los archivos de las estrellas nos recordarán que nos equivocamos; que todo habría podido ir bien, pero
¿Acaso pudo ser diferente?
Johann R. Bach
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