LAS PRIMERAS NIEVES
No es una maravilla
(parece decir la música de la Radio Limoges jazz / Swing FM en directo es.delicast.com)
la forma en que los copos de nieve sobreviven, con su pléyade de vespertinos diseños congelados, a los días fríos que siguen a las primeras nieves.
Atraviesan el aire
Detienen el aire, absorben momentáneamente el frío e inoculan en nuestros espíritus una cierta tristeza que no es tristeza.
Mi sabueso levanta la cabeza
y juega a comer los grandes copos de nieve, salta, corre, sube al sofá, vuelve a salir a la terraza, se revuelca en el incipiente manto blanco. Algo dentro de sus genes se renueva.
Las plantas del jardín
se enderezan como asombradas y esperan. Del frío invierno la nieve les indica que no anda lejos un dios de sangre caliente y ruegan una segunda señal para florecer cada una según su estado de ánimo.
Desde mi posición privilegiada
observo al chucho y los delicados tallos desnudos y vuelvo a soñar en días luminosos –que se harán realidad- como los de las postales que acaben por derretir el frío impacto sobre mi jardín.
Todo sucede según la obviedad de la vida:
un anuncio balbuciente aunque implacable, blanco como el manto de algodón de una cantante de jazz que nos envía a través de la radio una tímida sonrisa agradecida y pálida como una perla.
Oigo la música de mi radio preferida,
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