LAS ARRUGAS DEL CIELO
LAS ARRUGAS DEL CIELO
Mira Pilar cómo es el Destino:
Es sólo un sendero forestal de montaña…
Aunque las nubes se abrieran paso
hasta el conocimiento del cielo y lo iluminaran un instante, sientes que un grave y oscuro pensamiento hace mucho que eligió su soledad.
Cuánto fastidia –tú lo sabes bien-
que alguien diga que existes tan sólo en tus poemas, aunque después de pensarlo bien, agradeces a tus fantasmas una vida apasionada, sostenida por versos,
por el aire que respiras,
la ropa que te pones y te quitas ante la pantalla del ordenador y escribes junto a un rumor vacío de ascensor y el murmullo del piano del vecino.
Recuerda esos años
que tu mente fue el reino de las dudas, de la prisa por llegar al Monte Parnaso, sumergida en tu voz de caracola y te gustaba el bosque como un color al que el cuerpo se entrega
como verde y continua esperanza.
¡Escribe Pilar!¡Escribe!
En tus frases cortas nada existe desde que te secuestran los veranos y el futbol arrastra masas con más pasión que una encendida religión.
¡Describe Pilar!
Describe el cielo arrugado descansando en la hierba del parque, describe bajo las notas del piano de Arvo Pärt el peso de su larga cabellera de nubes;
cómo tu cazadora adolescente
brilla más envejecida, reflejando los pocos hilos de luz que logran atravesar el aire pintado de gris oscuro.
¡Escribe Pilar!¡Escribe!
que creían ser, por arrugadas, inhóspitas.
Johann R. Bach
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