31 may 2013

Me conmueve una mariposa

LA SONRISA DE MARTA GUILLAMON

 

Siempre fueron un misterio las fuentes

de la creatividad de Marta Guillamon. A veces, en momentos que estaba más locuaz dejaba ir una retahíla de datos inconexos para nosotros:

 

Me inspira (comienza ya uno de sus monólogos)

el Teorema de Porro, ese gran matemático y topógrafo que sabía mirar el mundo desde las cumbres geodésicas y los ciclos que siguen a pies juntillas los múltiplos de siete.

 

Me conmueve una mariposa

con sus alas abiertas, de par en par, como las páginas de un libro, el vuelo de las abejas y sus construcciones hexagonales, la caléndula que se cierra cuando se oculta el sol y se abre para tenderse ante él cuando la nube ha pasado.

 

Me estremezco

con la misma profundidad al escuchar un poema ante el misterio que desprenden las soledades, al escuchar Spiegel im Spiegel de Arvo Pärt, al comprobar cómo mi amigo el Cornezuelo de Centeno devuelve la alegría que se había desprendido de los hombros.

 

Amo la naturaleza por sus formas:

la amo en su más pequeña brizna de hierba, desde la humilde flor de la azucena, el olivo centenario y la cima majestuosa de mi propio Monte de Venus.

 

Veo belleza en todas las cosas

por su propio carácter. ¿Cómo explicar la belleza del mar cuando se ha nacido con arena entre los dedos de los pies?

¿No transmiten en sí, técnica,

sabiduría, arte y amor los dibujos de Leonardo? Independientemente del ángulo desde el que se miren, son como el aroma de la vida, una vida expresada por una pasión. Yo sobaoreo su espíritu refinado, civilizado, aristocrático; siento por ellos la sincera atracción que me lleva a describirlos poéticamente.

 

En una ocasión, periodista inglés,

joven, exagerado en sus maneras e ingenuo vino a verme diciédome que había atravesado el mar para verme, (algo trágico, pero bonito) y que le explicara el origen de mis poemas.

 

Pasados algunos meses

me enteré por un amigo común que le había desconcertado, que había regresado a Londres muy decepcionado de su viaje, porque yo le respondí simplemente con una sonrisa.

 

                                                                                          Johann R. Bach

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