AQUILES
Príamo me pidió clemencia
para su muy numerosa descendencia—cincuenta hijos, según algunas versiones—, entre quienes se encontraban Héctor, Paris, Héleno, Deífobo, Troilo y Casandra.
¿Acaso la tuvo él
cuando humilló al pueblo griego, negándose a entregar a Elena? Pudo evitar una guerra; estuvo en su mano impedir los ríos de sangre y prefirió el sacrificio inútil de Troya.
Lo que le fascinó de mi fama,
lo que quiso destruir Priamo de mi verso, era el porvenir, oscuridad resbaladiza anterior a la aurora, mientras que su noche pertenecía ya al pasado.
Conmigo moriría la fortaleza griega;
No su ingenio. La encargada de dar la batalla final debía ser forzosamente la astucia: un simple caballo de madera, de estrecha cara, condenó al enemigo.
Desde el Inframundo, al lado de Hermes lo vi todo.
Johann R. Bach
No hay comentarios:
Publicar un comentario