1 jun 2013

Solía ir por el Destille

Medicinas para el alcoholismo

 

                                                 LACHESIS  C200

                                                 OPIUM C200

                                                 NUX VOMICA C15

 

En Defreggerstrasse junto a "Greta and Friends"

(es el nombre de una guardería) vivía una mujer que tenía toda la cara azul, desde los pómulos hasta el mentón. Sus almendrados ojos eran más enigmáticos que bellos.

 

Solía ir por el Destille.

Yo no había reparado demasiado en ella. Siempre la había visto en la sala de billar contigua al abigarrado comedor de la entrada en la que nunca entré.

 

En cierta ocasión la observé

detenidamente mientras tomaba una de esas descomunales cervezas berlinesas: su pelo era negro, abundante, grueso y algo descuidado. Su blusa exageradamente abierta formaba un gran escote que aliviaba su calor al tiempo que mostraba el comienzo de sus enormes senos.

 

Mike, el camarero me hizo un gesto

indicándome que bebía mucho. El alcoholismo de aquella mujer era evidente y su grado ya es bastante grave, pues se tambaleaba al andar...

 

La observé a través de la ventana

mientras subía con dificultad a su auto, un Smart que tenía aparcado en batería en la acera donde corresponde estacionar los vehículos en paralelo, consciente de su propia dificultad para manejar el coche.

 

Las autoridades de Berlín aconsejan,

como en todas partes, viajar en transporte público si se ha bebido alcohol para no poner en peligro su vida y la de los demás. El alcoholismo es un peligro para todas las personas, para una mujer, es fatal.

 

Desgraciadamente los alcohólicos

abundan en Berlín, y por lo que he leído el alcoholismo es una plaga que se extiende por todo Europa cada vez más, porque ni el tabaco ni otras drogas han podido sustituirlo.

 

De la fermentación de los hidratos de carbono (azúcares)

surge el alcohol en el interior del intestino, pero por lo visto esa producción es insuficiente desde los tiempos de Noé y muchas personas si no beben algo de vino no se alegran jamás.

 

En una primera fase,

dicen los expertos en toxicología, los alcohólicos ocultan su dependencia y lo pasan muy mal porque se avergüenzan de ello, se vuelven taciturnos, malhumorados cuando no tristes y sólo se alegran cuando beben.

 

La vecina de Defreggerstrasse

debe haber sufrido mucho antes de llegar a esa fase en que todo les da igual y en la que se han borrado totalmente los signos de su infancia, como si nunca hubiera sido niña.

 

El alcohol, disolvente universal,

borra con el tiempo hasta las sensaciones humanas primarias. Niko opina que la única terapia posible es la que realizan los grupos de las ligas antialcohólicas porque las estancias en clínicas de desintoxicación no evitan las recaídas.

 

Niko asevera que uno de los primeros  síntomas

que indican que el alcohol está empezando a hacer estragos en el cerebro es la mentira.

 

El que bebe

(y también el que se droga con otras sustancias) miente como forma de desembarazarse del control al que le someten familiares y amigos mientras aún los tiene.

 

Me gusta soñar

que llegará un tiempo en que la humanidad encontrará una solución para evitar el exceso en la ingesta de alcohol, el equilibrio de los ácidos en el interior del cuerpo, un tiempo en que la angustia y la ansiedad no nos lleven, inevitablemente, a las guerras.                                                                                                                                      

                                                                                             Johann R. Bach

 

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