DEBERÍA SER FÁCIL DECIR TE QUIERO
Siento la soledad
como si me apuñalara. En mi diminuta habitación con una pantalla de ordenador como una ventana simulada, falta el oxígeno. Una válvula ligeramente sonora indica la entrada de aire fresco.
Es preciso que nos veamos
un día cara al contraluz de una ventana mirando al mar; ligeramente entornada, mientras el viento corre a su aire.
Con un gran espacio
entre tú y yo, entre bosques, lejos del eterno invierno de mi estudio-dormitorio hemos de encontrarnos.
Debería ser fácil
decir te quiero y abrazarse en el lecho espeso; levantarse sin decir nada, y adivinar qué hay detrás de las palabras que no se han dicho.
Las sílabas
no deberían enredarse (sólo tres son suficientes) más de la cuenta en las manos. Y no debería costarme tanto desprenderme de ellas sin causa.
Me gustaría
que se amoroseasen entre los dedos, y se volvieran dulces como un te quiero bajo la lluvia.
El temblor de labios
entreabiertos, el tacto de la piel espesa de deseo, la suavidad de párpados cerrados y trémulos, sobre ojos que adivino llenos de destellos, me empujan a decir una y otra vez te quiero y entrenarme para ello en mis sueños.
Estoy con vosotras, palabras,
y contigo cuando a través de la piel de ese cuerpo que aprecio te envío fragmentos de mí con los golpes de voz de mis labios.
Johann R. Bach
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