11 dic 2013

Las calles se han vestido de Navidad

ESCRIBIR EN BARCELONA

 

Tal vez le haya llegado a muchos

la hora de sentarse ante el ordenador y confesarse por escrito o seguir callados -pasivos- para siempre, mirando cómo un mundo de color se aleja de ellos como las galaxias.

 

Entretanto los árboles seguirán observando

en silencio cómo escribimos mientras cobijan entre sus ramas nidos de alegres pájaros que no se preguntan jamás por qué cantan.

 

Alguna vez me preguntaron

qué hacía en aquella ciudad si era pobre y desconocido. La pregunta me hizo gracia:

 

Envejecía, paseaba

–cada vez arrastrando más el culo- por pequeñas plazas contemplando a las muchachas de una ciudad que me era hostil. Me decía a mí mismo que tal vez exageraba: ¿era un ejercicio de paciencia?

 

¿Era tiempo de emplear la virtud como una hélice?

 

Un currywurst y un saco caliente de dormir

en invierno mientras los pocos versos que escribía se pudrían como en un exilio, llegaron a hacer insoportable aquella ciudad.

 

No quisiera quejarme de aquella ciudad-prisión

pues nadie tiene la culpa de que me guste el mar y el viento me acaricie suavizando el calor de mis mejillas.

 

Oír las notas de un piano ajeno

y saber que mi Explorador vigila y guarda celosamente mis temas me tranquiliza;

 

me hace sonreír en la oscuridad

ante la pantalla y me regala la sensación de que quizá mi soledad no sea tan absoluta.

 

Quisiera escribir

cosas divertidas para ti, para todos pues de catástrofes y pequeñas tristezas está el mundo lleno.

 

Hoy el día es gris,

ropas de invierno caminan raudas por las calles. Huyen de la fina lluvia como única realidad. Sin embargo, algo en el ambiente da vida y es que las calles se han vestido de Navidad.

 

                                                              Johann R. Bach

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