13 dic 2013

Estoy intentando llegar a un acuerdo con mi dolor

SE NECESITAN ÁNGELES EXPERTOS EN QUIMIOTERAPIA

 

¿Cuántos ángeles más caídos del cielo?

¿Cuántos días y cuántas vueltas más alrededor del sol hemos de dar antes de encontrar la calma?

 

El dolor entra por la ventana

de esta habitación, lo noto en los pies, lo oigo traquetear en el ventilador pagado con fondos públicos; es decir, ruidoso y de mala calidad.

 

Me vienen recuerdos antiguos

y preocupaciones actuales, me levanto y camino lentamente, con pasos cortos como los necesitados de hierro en sangre: sólo así mejoro.

 

No puedo dejar de andar

de un sitio a otro de esta pequeña estancia pintada de un blanco sucio, exento de cuadros en la pared, con dos únicos libros de poesía en la mesita de noche verdadero oxígeno nocturno.

 

No hace mucho aún era una mujer satisfecha

de estar sola. Ahora me han abierto de golpe, todo tiene aristas. Me tienen en su poder: desvariada y atrapada; me han sacado de quicio.

 

Se están empleando a fondo conmigo.

El ataque con sesiones de radioterapia es furioso e incesante y mudo. Mis venas se han convertido en ríos contaminados con cobalto y platino que

 

han pervertido mi olfato.

Todo huele a queso de color calabaza.

 

No miro la televisión

porque todas las caras que aparecen en la pantalla tienen los labios deformados, con una mueca horrible, enseñando los dientes a modo de sonrisa como en los anuncios de dentífricos.

 

Convivo días y noches

con criaturas cuya existencia nada tiene que ver con la mía. Me miran cuando camino como diciéndome que mi rebeldía es inútil y aunque no puedo respirar normalmente, no comparto su desesperanza.

 

Mi corazón late lentamente

porque sabe que la carrera será larga y ahorra el sodio todo lo que puede y no comparte esa desesperanza de los cardíacos.

 

Mis pulmones son los que sufren

y se abren a pesar del proceso histamínico, sin duda, a la esperanza.
 
Estoy intentando llegar a un acuerdo con mi dolor.

 

Le he puesto ya un nombre cariñoso

para ayudarle a lavar su mala conciencia: Diablillo Díez Juguetón. Le digo ¿Te importaría ir a dar una vuelta mientras leo algunos poemas?

 

Si no tienes preferencia

por un parque o camino concreto donde pasear te recomiendo Sr. Diablillo Díez Juguetón sentarte a la orilla del mar y esperes a que suba la marea.

 

                                                                         Johann R. Bach

 

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