9 nov 2013

Cuando ya todo era inútil te dijo que te perdonaba la vida

EMILIA

 

Emilia,

sé lo difícil que es dejar de amar ya como una oveja

 

Atropellada marcha atrás,

tú Emilia, en la sepultura de todas las capas de tu cuerpo, en ese estado contradictorio

 

en que la tierra reclama

a su empleado que vuelva del largo y habitual trabajo de caerse y dormir continuamente en el sofá,

 

yacías tú abrazada a tu último amor,

siniestrada como tantas otras ovejas boca arriba.

 

Cuando se acercó ese ególatra

que cree ser un semidios con cabeza de chacal, como un guía que pastorea a los amores muertos

 

y te olfateó y te registró

ya medio descompuesta en un montoncito de dientes y paletillas rotas.

 

Cuando ya todo era inútil

te dijo que te perdonaba la vida a cambio de tres verdades. En realidad sólo quería saber hasta qué punto te sentías amada por aquel misterioso poeta.

 

Me gustó muchísimo

lo que salió de tu corazón:

 

La primera entonces, dijiste,

no quiero volver a verte.

 

La segunda,

quiero que te quedes ciego.

 

La tercera,

os deseo a ti y a todos los ególatras de tu especie un final violento.

 

Duras verdades, pero ganadas a pulso.

                                                             Johann R. Bach

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