AMANECER EN CADAQUÉS
Algo frío está en el aire,
en este penúltimo día de agosto, un aura de un hielo y tranquilidad. Durante todo el mes se ha batallado contra una oscuridad tan negra como el párpado del carbón fósil. Y ahora el sol se levanta ya perezoso para deshacer, como Penélope su tela, el verano.
Entretanto tiene que ser viernes,
has madrugado para ver desde la punta del Cap de Creus como sangra el horizonte y te preguntas sobre esta vida contigo misma, ese sueño que estás viviendo.
Podrías comerte el cielo
como un plátano, pero prefieres, limpio ya el cuerpo del vello que tenías, preguntarle a la última estrella en desaparecer: ¿Por qué estás aquí, en la península más bella, frente al Lago de los Sueños? No es por casualidad.
Tú has elegido ver hoy
cómo sale el sol, cómo se mezcla con el olor a romero y con los pájaros en sus cadenas volviéndose locos con ruidos de garganta, gritando en sus mejillas como payasos. Piensas que tus callos son operables y que sólo el verano es agradable
Has elegido ver hoy
cómo al irse las estrellas los olivos aparecen con sus capuchas verdes junto a la serpenteante carretera asentados sobre muros secos perdiendo su algodón, sin lluvia que parpadee.
Has buscado hoy más Dios,
más Dios en esa homérica península, más claro, más claro, no para morir, no para morir, como en el último amanecer, sino para ver más claro, más claro los colores infinitos.
Después de un ligero desayuno
como un sueño y el día entero para vivirlo, inquebrantable, profundo, interior, recordarás a los tuyos ausentes y presentes como parte de ti. Habrás visto como los rayos de sol penetran en tus pupilas como una linterna de médico explorando como eres.
Johann R. Bach
El poder de elegir el aquí y ahora y en silencio maravillarte de lo creado y conociendote,en comunión con la naturaleza,sin prisas,no hay nada mejor que mdrugar
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