25 jun 2013

Demasiado ruido sobre tu sangre

    CADA MONJA ESPERA A SU ORFEO

 

Quisieras no volver la mirada,

olvidar tus paisajes encerrados en una desangelada celda y las llamas de luz resbalando sobre el campanario; olvidar hasta las letras de tu nombre.

 

Deseas acercarte a tus pasiones

y a las páginas de tus caderas, abrir su ángulo diedro como un libro,

ser la esencia de un fuego fulminante, el globo sonda que se eleva sin recuerdos.

 

Has rechazado

cuanto puede retenerte en tu ascenso de noche por el cielo. Has rechazado tus promesas y tus ritos y tus oscuras brasas sentimientos; tus problemas y tus éxtasis en el terrible subterráneo blanco han desaparecido entre las luces como si Orfeo te hubiera llamado entre los astros.

 

Demasiado ruido sobre tu sangre

y demasiados rumores en los árboles. ¡Tantos y tantos años en el cántico!

 

Demasiada agonía

y demasiados lirios en las manos. Ya es tiempo de temblor bajo las sábana y de caricias en la penumbra; es tiempo de que las palabras

se conviertan en suspiros. Es tiempo de amar y ser amada.

 

Rescátame de entre los cimientos

de este palacio abominable, lleno de bordes de piel quemada como en el mar, abarrotado de abrazos como un pan lleno de sangre y siniestros corazones que suplican con gemidos proferidos a lo lejos. Rescátame de esas miradas de carbón atormentado.

                                                                                             Marta Guillamon

 

 

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