EL ALBUM DE SELLOS
Muchas veces encuadernaste conmigo
un álbum de sellos a las tres de la mañana –según el horario del Meridiano de Greenwich-.
Y en alguna ocasión
cerrábamos las tapas cuando los primeros hilos de luz de los leds -que señalan la mañana en el Hospital- bañaban nuestros cuerpos desnudos, embadurnados de miel.
Hoy dibujo escarabajos
en láminas de papel de arroz. Mi memoria es como un potro enfermo que marcha forzado -a veces desbocado- hacia nuestro refugio donde en otro tiempo no lejano trabábamos sílabas con agujas.
¿Quién de los dos gustaba
de estirarse por la tarde en el sofá y personalizar el estudio del color a través de los hilos?
Si las tapas de nuestro álbum
fueran anaranjadas, elegirías textiles blancos para anudar lo que nunca podrá ser atado.
Es un álbum de osamentas
que gozaron de alguna compañía.
Y el óxido del cobre –creo-
adquirido en el Camino de Santiago no ha cambiado mi rostro que espero que te resulte aún bello.
Johann R. Bach
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