ALEGORÍA PARA UNA POETA
"Ciervo en la cumbre".
La cristificada Pilar Novales prefiere la estrofa con rimas –el cierzo sopla donde quiere-, con pies seguros.
Y lo de Cervantes:
"En el aire, como aire en el viento que se estrella contra los molinos". Desearía que se hubieran quedado D. Quijote y Sancho en Barcelona;
claro que el mal lo veían
–y con razón- en La Mancha.
Eso también.
Y los poemas de Pilar donde el pesar se asienta y se mece, se retuerce y se resiste.
Pilar Novales. Un espejismo.
Un ciervo en una loma en la parte occidental del desierto de Los Monegros a orillas del Ebro.
Lo que vería D. Quijote
era un ciervo bebiendo que destellaba junto al agua, el alma humana en un mosaico,
Celidonia húmeda y hiedra.
Dura alegoría
como un escudo figurado forjado en hierro por amor a Cristo y las cruzadas, pulido hasta que su interior se exteriorizó como el polvoriento humo de turba sobre Aragón.
"Ciervo en la cumbre"
Johann R. Bach
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