OTRO DÍA DE LLUVIA
Ha llovido toda la noche
y sigue el cielo llorando.
Lujosamente me quedo en casa
leyendo y registrando papeles olvidados entre los cajones. Huele a húmedo una carta que creí haber perdido para siempre.
En esa carta mi amor me recordaba
un cuento en el que un estudiante pobre de necesidad, que escribía por la noche, al que se le acabó la vela, y la pluma se le adornó con una luz milagrosa
de forma que pudo seguir trabajando.
Leve sombra, destello de tinta,
brillo de la pluma, a esta hora de esta mañana oscura necesito alguien como él, arroyos y torrentes que vengan de donde sea,
capilares de alegría
en fragmentos destellantes.
Como aquel estudiante yo lo haría,
como Arión -fabuloso caballo de pezuñas negras que poseía el don de la palabra y la inmortalidad-, llegado de las olas, cabalgando un delfín,
con aspecto de haber olvidado,
pero aceptando todo y contento de tener otra oportunidad para creer en mi buena suerte al encontrar a los amigos perdidos.
Ha llovido toda la noche
y sigue el cielo llorando.
Johann R. Bach
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