7 jun 2013

Viene en busca de los niños que se niegan a acostarse

  EL HOMBRE DEL BOSQUE

 

Está ya todo muy oscuro

-decía Julia asomándose a la ventana-; así que ya es hora de que te duermas hijita.

 

¿Ves cómo se ha quedado atrancada

tu hermana después de tomar la papilla?

 

El Hombre del Bosque

–comenzaba Julia su historia- viene en busca de los niños que se niegan a acostarse y les arroja puñados de polen amarillo a los ojos para que los cierren y se duerman;

 

Y,  a los que son muy rebeldes,

los mete en un saco y se los lleva a la luna para que sirvan de alimento a su hijitos, que tienen, como los búhos, unos picos ganchudos con los que devoran los ojos de los niños que no son obedientes.

 

De los de su hija Mercedes,

irradiaba la fascinación del pánico. ¿Es muy feo el Hombre del Bosque? –preguntó la niñita-

 

¡Oh sí! Su cabeza tiene pequeñas ramas

en lugar de pelo y su nariz parece un tapón de corcho incrustado en mitad de su cara, dos hendiduras a los lados en lugar de orejas y sus ojos son tan pequeños que apenas si se ven. Sus grandes brazos son dos ramas que acaban en unos dedos con largas uñas que miran al cielo como las de las brujas.

 

¿Como los del Sr. Subirats?

-Preguntó intrigada Mercedes- Julia apartó hacia un lado la cara para que su hijita no viera como se le escapaba la risa. Mucho más feo que el vecino -le contestó- porque sus intenciones son muy malas con los niños que no quieren ir a dormir y no son obedientes.

 

¿Obedientes?

¿Hasta qué punto era la obediencia una virtud?

 

Qué difícil educar a una hija,

enseñarle a distinguir cuándo puede mostrarse dócil y cuándo debe atreverse al desacato. ¿Obediencia a qué? A la luz, pensó Julia, a la que tanto le gustaba el sol.

 

E imaginó para sus hijas

una obediencia de flor. Una vida, por ejemplo, de amapola.

 

Mercedes presa del sueño, se frotó los ojos. Vamos a dormir hijita que si no vendrá el Hombre del Bosque con su polen amarillo.

 

                                                                              Johann R. Bach

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