2 jun 2013

DE VEZ EN CUANDO YO COMO CARNE

23. LOS HOMBRES DE MI VIDA.

Hans el hombre que andaba de puntillas

  • El Equinismo

              LATHYRUS SATIVUS C30 - CAUSTICUM C9

 

El amigo de mi amiga Claudia

vive en la Beermannstrasse junto al "Tapas 6" del Jens. Es un muchacho que no destaca nunca en la conversación; es callado, delgado, un poco escrupuloso y bastante nervioso.

 

Todo ello no tendría nada de particular

si no fuera porque anda como los caballos: con la punta de los dedos de los pies sin apoyar los talones.

 

Es una persona asustadiza. Es vegetariana.

Claudia me cuenta que su timidez es demasiado fuerte...y que cualquier enfermedad se le alarga en el tiempo con tendencia a no curar.

 

Se toma con paciencia

y comprensión todos y cada uno de los ataques de nervios y mal humor de su compañero, y participa con él en las tareas sociales que se llevan a cabo en Neuköln.

 

En Berlín abunda ese tipo de personas

que andan de puntillas, sobre todo en los pueblos de los alrededores. Son personas debilitadas y desgastadas con problemas de parálisis derecha, y con voz débil y ronca por debilidad pulmonar.

 

La tos en ellos pierde su fuerza expulsiva;

el catarro se les instala permanentemente. Los tendones se acortan y los músculos se vuelven reticentes a las órdenes, pero son voluntariosos y asumen su debilidad con notable entereza.

 

De vez en cuando yo como algo de carne,

tortillas hechas solamente con las claras del huevo (necesito comer proteínas) y me observo para comprobar que mis talones están fuertemente asentados en el suelo cuando ando.

 

Mis zapatos se me desgastan

principalmente por la parte trasera de los talones... En ese punto estoy orgullosa de ser Natrium muriaticum, aunque cuando veo una persona que anda de puntillas sin apoyar los talones al suelo no puedo evitar sentir que ese algo que le falta quizá es culpa de todos, mía también.

 

En tiempos de guerra,

muchas personas se ven obligadas a comer el forraje de los caballos y se intoxican, porque los humanos no tenemos las enzimas adecuadas para asimilar esos alimentos.

 

De esa forma ha habido en el pasado epidemias

en las que las personas padecían cuadros similares a los aquí descritos, obligándoles a caminar sobre las puntas de los pies: de ahí el nombre de equinismo.

 

Escribo sentada

en la diminuta barra del "Tapas 6" en la Beermannstrasse y Heike me comenta que su profesora de español, Carmen es la persona más dulce y amable que conoce en el Instituto Cervantes sito en la turística plaza Hackescher Markt.

 

En broma le pregunto

si anda de puntillas, como los caballos. Me mira asombrada. Le explico el caso del compañero de Claudia. Ríe. Bebe un trago de Paternina. Compartimos las patatas bravas y el chorizo a la sidra que Jens prepara con diligencia y alegría de que los clientes aprecien su especialidad de cocinero a la española.

 

Si yo no tuviera gran facilidad

para adelgazar, al igual que Heike, estaría hecha una vaca: las tapas que prepara Jens son las mejores que he comido en mi vida y me imagino que esa ríquisima cocina del "Tapas 6" me protegen del equinismo

                                                                                                        

                                                                                                Elisa R. Bach

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