25 abr 2016

Mientras dibujaba Cassia hablaba poco,


CLEMENTINE POSÓ PARA CASSIA

Clementine estaba encantada de posar para Cassia.
Era como si de repente toda la atención que la vida le había denegado se le presentaba ahora a raudales. Se sentía observada hasta en sus mínimos detalles y... también admirada... como una diosa que se posaba sobre la tierra para que la dibujaran.

Cassia sospechaba
que tras los movimientos insignificantes que hacía Clementine mientras hacía de modelo cuando creía que no era observada, tomados al vuelo, podían contener una fuerza expresiva inimaginable, porque no estábamos acostumbradas a acompañarlos de una atención tensa y activa.

Sin perder de vista
el modelo excepcional de Clementine y abandonando el papel a su mano experimentada y rápida, Cassia dibujaba un buen puñado de gestos nunca vistos en su rostro (siempre desapercibidos) y que resultaban ser de una fuerza expresiva inmensa.

Mientras dibujaba Cassia hablaba poco, pero de vez en cuando para no aburrir a Clementine hacía preguntas de esas que llamamos sociales. A qué se dedicaba usted de joven? Ella contestaba como sin dar importancia a la cosa: "Escribía novelas".

¡No me diga! –exclamaba Cassia sorprendida-
y ¿sobre qué escribía? Sobre… -parecía meditar la respuesta- cosas que pasaban en un colegio de ricos. ¿Fue usted –preguntó Cassia cada vez más intrigada- a una escuela de ricos? No. Pero había leído –dijo sonriendo Clementine- mucho sobre el tema. ¡Ah! ¿Y sobre otros temas? También escribí sobre sexo duro… También había leído mucho sobre eso…

Esta vez las sonrisas estallaron en verdaderas carcajadas.

                                                                                      Johann R. Bach

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