16 abr 2014

Ya no tengo fuerza como la del joven poeta para transformar con indiferencia la derrota en victoria

DEJADME EN ESTA PLAYA

 

Dejadme en esta pequeña playa,

alejaos de mí, que paciente y sin boca me consumo en la espera;

 

dejadme en esta playa

en la que a sus pies nací, pero me habéis perdido; mis encendidos pensamientos necesitaron en exceso un estado propio;

 

Mi tesoro naufragó contra vuestras rocas.

 

Dejad mi saco de huesos

en esta pequeña playa, pues lo que más hace sufrir al poeta en sus relaciones con el mundo es la falta de justicia interna.

 

El cristal-cloaca de Calibán1

detrás del cual los ojos todopoderosos y sensibles de Ariel se irritan.

 

La playa de frías arenas

asilo para la única ascua suave, no me ha nombrado nunca, no me ha de devolver nunca.

 

Abandonadme a mi suerte,

que paciente y sin boca me consumo en la espera; la amapola de la pasión es de hierro en mi mano.

 

En el estupor del aire

donde se abren mis avenidas, el tiempo podará poco a poco mi rostro como un caballo eterno, en la amarga labor.

 

Ya no tengo fuerza

como la del joven poeta ampurdanés para trasformar con indiferencia la derrota en victoria,

 

la victoria en derrota,

emperador ingénuo a quien solamente preocupaba los amores escritos en el libro del cielo.

 

                                                            
       
Johann R. Bach

 

1.        Calibán es un salvaje primitivo (siguiendo la trama de Shakespeare), esclavizado por el protagonista, Próspero, y representa los aspectos más materiales e instintivos del ser humano, frente al otro sirviente de Próspero, Ariel, que representa lo elevado y lo espiritual.

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