BASTA CON QUE UN PLACER PALPITE
No es deseable envidiar
continuamente a los muertos como si su no ser eterno fuera sólo como estar en calma dulce, un sindolor, en un rincón de flores desvaídas.
Sí, sí, hay momentos de desfallecimiento moral.
Sin duda, eso se puede producir al reconocer que posiblemente no todo sea poesía; en que la alegría continua, se muestra como un absurdo, pero
basta con que un placer palpite,
sea el que sea, para que regresemos de buen grado al afán cotidiano, a las dulces sugerencias que llaman inesperadamente a nuestro corazón resbalando entre los estrechos conductos producidos por la estenosis valvular de la tristeza.
¿Cómo evitar los despertares angustiosos
cuando es evidente que te has quedado solo?
Has sobrevivido a los poetas de tu generación,
a los amigos, incluso a tus propios hijos –lo más duro- ¿Cómo no desfallecer ante tanta soledad?
Y, sin embargo, aún se mueve todo
y hasta el mínimo corazón de un caracol late, fuertemente, en la húmeda oscuridad de su bosque sin luna y sin estrellas, cuando se le presenta por enésima vez el amor.
Johann R. Bach
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