4 may 2013

Los ojos, cielo pequeño con un platino dormido

EL AMOR, ÚLTIMO PELDAÑO

 

No. Tú no eres la sombra oscura

que en las raíces de los árboles se curva como serpiente simulando una música.

 

Serpiente gruesa

que como tronco de árbol bajo tierra respira sin sospechar un césped o un cielo con nubes blancas detenidas como naves antiguas.

 

Tú sabes que existe una bóveda azul

encima de nuestras cabezas como un dios que sueña. Sabes que ese color turquesa radiante que lleváis en los ojos los que levantando la cabeza orgullosamente miráis hacia arriba

 

es un cielo pequeño con un platino dormido.

 

Bajo tierra también hay vida.

La humedad es la sangre y hay lombrices pequeñas como niños a punto de nacer. Hay bulbos que hacia dentro crecen como las flores pero con su geotropismo negativo.

 

Ignoran que en lo sumo y en libertad

los pétalos son rosas, amarillos como el cadmio, azules cobalto, fucsias de granadas y buganvillas.

 

Hay piedras que nunca serán ojos

y hierbas que son saliva triste; dientes en la tierra que en medio de los sueños se mueven y, con un eterno trismo, mastican lo que nunca es el beso.

 

Hay agua aprisionada en las rocas bajo tierra.

Agua oscura, ¿sabes? Agua sin cielo. Agua que muda y espera por milenios el rostro, el puro o el cristalino rostro que se refleje, o esas aletas de delfín que rasga un mar en constante formación.

 

Más hondo, más, el fuego purifica.

 

                                                                        Johann R. Bach

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